lunes, 24 de agosto de 2015

En mi silencio baila una grulla de papel


En mi silencio hay una jaula en la que baila un deseo convertido en grulla de papel.

También hay maletas viejas preparadas para mis viajes a mundos fantasiosos, un telescopio capaz de localizar galaxias inventadas, una estufa antigua convertida en antena receptora de mensajes interestelares, planetas orbitando y aullidos proyectados a una Luna de maíz.

En las estanterías de mi silencio, mis recuerdos son de papel y celuloide y construyo escenas de películas con objetos absurdos y delirantes.

En mi silencio, hay un rincón cerca de donde se sentaba mi infancia en el que guardo mi corazón de piedra tras bellas filigranas de metal, para que no vuele erráticamente y llegue a lugares que no debería visitar.

Mi silencio se encuentra cobijado dentro del jardín burbuja y lo custodian dos mujeres escondidas en lienzos. En uno de ellos, pese a ser una copia, vive el alma de la modelo que lo hizo posible. Ella vino a buscarme desde más allá del Tiempo lógico para contarme su sospecha de que tal vez yo fui ella alguna vez. Desde entonces, hablamos mucho sobre nuestro presente y pasado compartidos. El otro lo habita una mujer enigmática que es una alegoría de mí misma vista a través de un filtro de amor y que tiene la eterna misión de recordarme la mujer que fui y la que es posible que siga siendo. Ella es silenciosa y distante, pero su mirada de Gioconda lo dice todo si sabes leer sus pupilas.

Mi silencio se rompe con el tictac de un reloj blando cuyos segundos, derretidos, gotean con precisión sobre mi cabeza y con el sonido enmudecido del despertador que inauguró muchos días alegres cargados de futuro e ilusiones y ahora permanece callado, esperando el día que mi felicidad regrese y le de cuerda.

En las paredes de mi silencio, viven sombras sin cuerpo. Suaves, silenciosas y amables, me cuentan historias de otros mundos y acompañan mis soledades. Son prolongaciones de mí misma, como lo es mi silencio.

Mi silencio es cálido y fresco, huele a plantas aromáticas y agua y siempre está lleno de luz gracias a una ventana que dejo abierta para que me susurre el viento con voz de lobo y puedan entrar a acunarme por la noche los ecos de recuerdos de noches anheladas.

En mi silencio, trazo planes secretos, vivo sueños e invento historias que a veces te cuento y a veces no.

* Si quieres ver a mi grulla moverse, puedes hacerlo en mi instagram
* Aquí puedes saber más cosas sobre una de las dos mujeres que viven en mis cuadros: La mujer del cuadro

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#Grulla #Origami#Papiroflexia #Jaula #Vintage

miércoles, 19 de agosto de 2015

Lobishome



LOBISHOME

Aparecía siempre como de la nada, envuelto en el misterio de sus largas ausencias y en olor a bosque. Traía en los ojos cierta ansiedad animal, un brillo como de otro mundo, de cristal no empañado por la rutina y la civilización, y una sonrisa amplia que precedía a las manos ansiosas de carne, a la lengua hambrienta de sus labios. Ella creía saber lo que era y lo que buscaba. Le traicionaban la dilatación de sus pupilas y las pinceladas doradas que jaspeaban el verde de sus ojos. No era sólo un hombre, era un vacío insondable en el que olvidarse de la rutina del mundo prosaico. Él, sin embargo, no sabía que sus tendencias campestres obedecían a una naturaleza marcada a fuego en sus genes con la fuerza de una bendita maldición.

El hombre mordió su boca, apretando el cuerpo femenino contra el suyo, notando la suavidad de los pechos, el desafío impertinente de los pezones contra la tela que los mantenía cautivos. Susurró en su oreja con voz ronca de deseo, haciéndole cosquillas con la barba al tiempo que ella escondía las manos en su pelo rebelde, retorciéndolo con los dedos, arañando. Luego fue bajando despacio, rozando con los dientes el cuello que ella le ofrecía, erizándole la piel con el soplo de su aliento cálido, lamiendo.

Cuando estaba a punto de llegar con la lengua y las manos al codiciado tesoro que escondía el levísimo vestido, ella se separó, agarró sus muñecas y, mirándole con intensidad, le suplicó:

── Ámame en el bosque, bajo la Luna, quiero absorber su magia, que esta noche sea especial.

Él, que ya no se sorprendía de esas fantasías que daban un matiz de locura a su educación científica, movido por el mismo deseo voraz que le haría seguir a aquellas caderas al fin del mundo, accedió.

── Vamos, el coche está en la puerta.

── Ve arrancando, me cambio y salgo.

En aquel lugar de árboles centenarios, con la luz de la Luna iluminando sus siluetas y el ulular de un búho, incómodo por su presencia, como única compañía, ella se propuso hacerle más feliz que nadie. Arrojó la túnica roja que cubría su cuerpo al suelo y él enmudeció al ver resbalar la tela sobre la piel desnuda.

Devoró su boca con ferocidad, acarició el sexo suave con manos lujuriosas, olisqueó sus dedos y los rincones más ocultos de la mujer y sus hormonas le inundaron el cerebro haciéndole volar. La penetró con furia, la misma que ella buscaba, aferrándose a sus pechos con desesperación, mordiendo su nuca mientras se diluía en ella aullando a la noche como un animal.

Al regresar, ella repetía como un mantra el inicio de la canción que desde siempre canturreaban las mujeres de su familia y que esa noche, por fin, cobró significado:


Aún no es tiempo de Luna Amarilla, pero llegará, 

derramando sal en su caminar. 

Esa misma sal que lamerás en mi piel cuando aúlles a mi lado.


* La imagen es un fotograma de la película Red Riding Hood (Caperucita Roja), basada en el cuento de los hermanos Grimm dirigida por Catherine Hardwicke y protagonizada por Amanda Seyfried, Gary Oldman, Shiloh Fernandez y Julie Christie entre otros.

*Escrito para el concurso de relatos eróticos "Fantasías Textuales" de El Círculo de Escritores

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#RelatoErótico #CaperucitaRoja #LoboFeroz #Sexo

domingo, 2 de agosto de 2015

Impura

Cueva de Tito Bustillo. Camarín de las Vulvas (Asturias)

Arrastró sus pies y su vergüenza fuera del perímetro de la aldea, condenada al aislamiento por impura, por provocar con su femineidad la sangre que brotaba entre sus piernas. Caminaba aterrorizada, pensando en las noches que le esperaban en el abrigo solitario, con las bestias rondando su carne fresca y desprotegida y la noche húmeda de la cueva como único refugio.

Fueron pasando los días de su Luna y de mucho observar el mundo instada por el miedo, hizo sabiduría y tanto horror acumulado se convirtió en oscuridad. La negrura que anidó en su interior fue una invocación para el Mal, que acudió galante a su llamada, y en él encontró la ausencia de temor que necesitaba.

Cuando llegó la hora de regresar, ya no quedaba nada de la niña que se fue. Lo último que vio cada uno de los habitantes del poblado fue algo parecido a una mujer con sangre goteando de su boca terrible, un largo cabello enmarañado y el delirio en sus ojos enrojecidos, tan acostumbrada a la soledad, que limpió el poblado de toda humanidad que pudiese perturbar el silencio de su nueva vida muerta.

* La imagen es una fotografía del Camarín de las Vulvas, en la Cueva de Tito Bustillo (Asturias)
#ArtePrehistórico #TitoBustillo 
*Microterror en 200 palabras para el concurso Microterror III de El Círculo de Escritores

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