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miércoles, 20 de septiembre de 2017

Conversaciones con el fantasma de Mary Shelley

Mary Shelley
Mary Shelley

El fantasma de Mary Shelley me sonríe entre las brumas. En sus manos, el libro que contiene, entre otras letras, un cuento mágico. Tan blanca su encuadernación. Tan salpicadas sus páginas del agua del mar primigenio en el que el hombre, impreciso pero conocido, me esperaba con el libro en los brazos y las piernas sumergidas en el agua. Sin saber ni si él era él o si yo era yo. Y, aun así, lo sostenía. Ese hombre, parte de mí, mantenía a salvo mi vida de papel. Recién salido de los sueños reales. 

Mary Shelley me entiende. Lee mis historias: las que han sido, las que serán y las que no. Sabe que lo escrito a veces es magia. Y más si está en juego lo más poderoso. 

El beso del hombre de dos rostros esparce su recuerdo en mis neuronas. Me hace daño con sus semillas de quizás. De alguna manera, es parte del cuento circular y clandestino, aunque no esté entre las líneas de esa pequeña historia tejida con realidad, fantasía y sueños. Suya y mía. Mía y de cada uno de ellos. Ahora dudo de quién es el protagonista. De si es él. De si es el otro. De si son los otros. Todo es confuso, borroso, inestable, porque en el cuento hay varias caras sonriendo, diferentes bocas de labios ansiosos ―algunas―, distintos ojos que miran lo mismo. Justo en ese preciso lugar, epicentro de mis desastres, en el que las miradas se vuelven agua en la que bucear. Los mismos árboles, testigos mudos, el mismo olor. Y una corriente de amor en diferentes estados fluyendo en el aire. Siempre.

Todo es un cuento, me repito en voz alta, nada más que un cuento que se mezcla con los sueños, que bebe de las fuentes del aire en el que se escondía hasta que yo lo encontré o él me encontró a mí. Entonces, Mary Shelley señala mi corazón, que arde muy rojo en mi pecho, y sus palabras quedan coreadas por un eco de abismo cuando replica: mi monstruo también era sólo un cuento. Después me entrega el libro ya leído, en el que, en brillantes letras doradas, ha escrito un título.

Se despide de mí y la veo alejarse en dirección al mar, caminando de la mano del Monstruo de Frankenstein. Luce diminuta al lado de la criatura, y un arrebato de ternura me hace llorar. Por eso y porque intuyo lo que ocurrirá: presa del dolor, yo también acabaré destruyéndolo todo, hasta a mí misma. 

En un instante, todo cambia y me quedo sola en el silencio espeso en que no somos. No dura mucho. Él me ofrece evasión en su recuerdo, en sus brazos. Implacable, me pone contra las cuerdas. Consigue que me tambalee apelando a algo que los dos sabemos bien. El muy astuto ha aprendido a  regresar a través de mis sueños para desde ahí escapar a la realidad. Y ahora pretende ser otra vez de carne y hueso, aunque sea un dios. Como antaño. Como antes de arrancarnos el futuro. 

Hay voces que me palpan con sus tentáculos. Acarician mis debilidades y mis miedos, hacen que a ratos me revuelque en mi infierno, que me asuste de mi imagen al mirarme al espejo.
Algunas apenas son ecos perdidos en su propia naturaleza, músicas que no saben hacer vibrar mi corazón o mi piel. 

Una de ellas sabe ―sin saber y sin que yo esté segura de lo que afirmo― hacerlo todo. Como parte de este juego de contradicciones, me da cierta paz con su existencia. Consigue armonizar mi caos comprendiéndolo. Me sumerge en una melodía que suena a estrellas y refugio.

Sueño con un luminoso espejismo encerrado tras una puerta cuya llave no tengo, aunque atisbo el brillo que se escapa por las rendijas y a ratos deseo bañarme en él. Renacer en él.

El sol del membrillo es lujuria de luz en este otoño que empieza a latir.

Las palabras de Mary Shelley resuenan en mi cabeza.

Asustada, me planteo si es mejor huir de todo o esperar a que el invierno me congele las alas y convierta mi fragilidad en dureza de hielo.


*No siempre soy lo que escribo, ni lo que sueño o imagino... no del todo. 

jueves, 27 de julio de 2017

Pandelirios


Una vida,
dos,
tres,
siete,
—somos gatos—,

sientes
tres piedras sobre tu frente:
miedo
miedo
miedo.

El tuyo, el mío, el nuestro.

Al cambio,
al olvido
al tiempo.

Y en tu boca,
la piedra de duelo
que tapa los besos
muertos,
que no se dan
por miedo
a perder el camino incorrecto.

Cuatro,
cinco,
seis,
siete
—somos magia—,

siente
que siete vidas
matarían tu muerte

Luz que no baila,
se ahoga,
Magia que no se bebe,
muere.

Convertidos en sombras
sin suerte,
jirones de sueños,
dispersos anhelos

escuchando la canción del viento:

Pupilas de fuego,
ojos de agua,
piel de salamandra.

Ojos de fuego,
pupilas de agua,
piel de hada.

Nada.
Entre los huesos
el tiempo
pasa,
silba
y arrasa.


Hay pandelirios en mi alma.


La canción para este texto sólo podía ser Pandelirios de Iván Ferreiro, tema del que he robado el nombre y el concepto y que forma parte de Historia y cronología del mundo, disco que —he de confesar— escucho de manera obsesiva y enfermiza desde que se estrenó.

*Desconozco al autor de la foto, si alguien lo conoce que me lo haga saber.

lunes, 3 de julio de 2017

Gansos en la niebla


―¿Me llevarás a ver los gansos difuminados en la niebla de la orilla de aquella islita escocesa de la fotografía? ¿Y a nadar en el mar del que surgió el Toro de Creta, padre del formidable Minotauro? ¿Caminaremos hacia un volcán más allá del mar cogidos de la mano? ¿Veremos nacer la Luna de la muerte del Sol en la placenta del mar rojo? ¿Me besarás a través del cristal cuando nuestros pies pisen el lunar Mar de la Tranquilidad? 
―Cuando seamos como los humanos haremos todo eso y más. Últimamente sospecho que hay cosas que sólo ellos pueden entender de la forma que hay que entenderlas. 
―¿Cómo sabremos que ya lo somos?
―Cuando no sea tu cerebro el que te diga que hacer todo eso es hermoso, cuando te brillen los ojos al pensar en hacer esas cosas y otras mil conmigo. Cuando lo desees más allá de la cabeza.
Y ella siente que su corazón se encoge y se hace pequeña mientras seca con disimulo una lágrima que cae por su mejilla y comienza a soltarse el recogido del pelo.
―Esperaré.


* Estaréis pensando que la canción de hoy debería ser Rachel´s song de Vangelis y no os falta razón, pero la canción elegida es Without you, de Eddie Vedder, que pertenece a esa delicia de disco que es "Ukelele songs". La otra se da por hecho, esta va más allá de la historia que cuento.

For every wish upon a star
That goes unanswered in the dark
There is a dream I’ve dreamt about you

sábado, 1 de julio de 2017

Malditas Mariposas

Ilustración de Benjamin Lacombe. Del libro "Los amantes mariposa" (Edelvives, 2014) 

A veces las mariposas imposibles deben volar, dejando de recuerdo en nuestra piel el rastro de lo que fuimos, como un material precioso con el que construir lo que seremos tras su marcha: mejores, más sabios, con los ojos más abiertos para no perder ni un instante de lo que vendrá después.
(De "Memorias de un fénix")

Tú fuiste mi secreto,
                  después mi realidad,

un enredo de cuerpos y bocas bajo las estrellas,
las mismas que tras la fiesta cobijaron sueños despiertos
en la noche del Big Bang,
esa en la que los gatos corearon nuestro Amor con mayúsculas

justo antes de que las mariposas tristes nos robaran el alma,
condenándonos a no ser
                         o a ser incompletos.

A veces me pregunto si tú también recuerdas
al Monstruo del Pantano,
las nubes que venían del otro lado del mar,
el tacto de mi piel mojada,
mi dormir de gata que tanta gracia te hacía,
aquel collar tuyo de salvaje que aún conservo,

las constelaciones que me enseñaste
mientras con mi cabeza sobre tu tripa desnuda,
te respiraba, embriagada,
aquella noche

de aquel tiempo
tantos años atrás
en aquel otro lugar
sin leyes

cuando aún éramos tan secretos
que ni nosotros mismos nos sabíamos amantes

a pesar de las noches durmiendo abrazados
y de las siestas de dedos entrelazados.

mucho antes de los tiempos de saborearnos la piel.

Yo aún recuerdo el tono exacto de agua turbia de tus ojos, 
tu pelo suelto enredándose en el mío
y el olor perturbador de tu cuerpo.

Malditas mariposas.

*Hoy la música la pone Luis Ramiro.


Son mariposas al vuelo
para que caces en sueños

lunes, 26 de junio de 2017

Apolo y Dafne

"Apolo y Dafne" Mar Goizueta
Apolo y Dafne
Y, a pesar de todo, siempre valdrá mil veces más un instante vivido que los que se quedan en el aire como fantasmas de deseos inconclusos. 
(De "Memorias de un fénix") 


Vestía
desnudez de sábana blanca, pureza
impúdica, perfumada
de otra piel. 

Tenía
el cabello revuelto, de miel
y verde, y la boca
pintada con el color del último suspiro
de una petite mort compartida.

Los fantasmas, en la puerta,
observaban, invisibles excepto
para ella, la mujer renacida. 
Sus bocas, deformadas  
en un gesto de reproche, 
murmuraban:

Tú nos concediste el veneno
de tu corazón caníbal, la inconsistencia
de tu alma errática, las arenas
movedizas de tu limbo.

El dios protector,   
con mirada fulminante detenía
sus cuerpos de aire, aun sin verlos. 
Extendía
frente a ella su manto
protector de música y letras.
Le sonreía.

«Yo los convertí en dolor y ahora
sangro su tristeza. Cubre
mis ojos de besos»
imploró
«no dejes que vea
nunca más lo que fui».

Sacudió
con brazos de mármol
las últimas hojas de laurel
de su pelo, los blancos
pechos temblaban en sus manos,
las de Apolo. 

A cambio de su rendición, 
Dafne sólo suplicó cordura,
vida 
y amor. 



Cuentan las leyendas que el artístico y profético Apolo, hermoso dios de innumerables atributos y funciones, se enamoró de la lira inventada por Hermes hasta el punto que pasó a ser uno de sus atributos. También se enamoró de la deseada y díscola Dafne, amante de los bosques con corazón de piedra. Yo he cambiado la historia porque los amores bellos merecen una oportunidad.

miércoles, 14 de junio de 2017

La sonrisa maldita


La belle dame sans merci. John William Waterhouse (1893)

VII
Halló por mí raíces dulces,
y miel silvestre y maná fresco.
Y en una extraña lengua dijo:
“En verdad que te amo.”
(“La belle dame sans merci” de John Keats)

* (Nota)

Sonrío.
El monstruo sonríe.
Siempre lo hace con la suficiencia del triunfador que piensa que lo que no se ve es a menudo lo más poderoso. Me sabe suya, me obliga a sonreír y se estremece de placer sabiendo lo que ocasionará esa sonrisa, la trascendencia que tendrá ese gesto que aparenta ser tan inocente.
El hombre sonríe.
Lo hace creyéndose ganador, sin saber que acaba de vender su alma por una sonrisa maldita, que ya no hay vuelta atrás, que jamás se olvidará de ella.
El monstruo canta y yo escucho su canción desquiciada, sus gruñidos de depredador satisfecho que quedan ahogados por  mi coraza de piel.
Navego en los ojos del hombre buscando la huella de su perdición y la encuentro atada al amor que rebosa su mirada y que quizás le impide ver las llamas ardiendo en el fondo de mis pupilas. Miro más allá y encuentro algo inesperado: el fuego intenso que arde en las suyas, el odio, la rabia y el miedo que anidan en su alma. Y aún más al fondo, en las profundidades abismales, una ternura inmensa y unas ganas infinitas de aniquilar la soledad que le destroza.
Me tiemblan las piernas. De repente, me siento muy unida al monstruo. Juntos notamos un sabor extraño en la garganta, dulce y salado a la vez, como al beber lágrimas de un rostro amado o comer nubes de azúcar con los dedos manchados de agua de mar. Es el sabor de la anticipación de algo que se desea y se teme. Sabe a primer beso, a temblores de amor.
El monstruo y yo bailamos con una alegría casi demente, sabedores de que el hombre es nuestro reflejo.
Ya no temo arañar su corazón y dejarlo morir desangrado, empujada por el ansia caprichosa del monstruo. Esta vez morderé fuerte, sí, pero después curaré sus heridas a lametones y besaré cada cicatriz que huela a tiempo vivido.
 Y sé que no me iré.
Un delirio se ha  apoderado de mi alma: devorar y ser devorada, cazar y ser cazada, domar y ser domada, amar y ser amada, sinergia de monstruo a monstruo. La perfección.
Me acerco al hombre y sonrío.
El monstruo sonríe.
El hombre sonríe.
Y esta vez sólo hay ganadores.

*Este cuento nació en mi mente enlazado a este tema y a "La belle dame sans merci" de John William Waterhouse. Por eso me gustaría que escuchases la música mientras lo lees. Yo misma lo recité con ella de fondo, aunque después el destino hizo que se perdiese el archivo. Quizás sea mejor así, quizás no sea yo quien deba leerlo y estropear esas deliciosas notas limpias que se acaban fundiendo en un maravilloso éxtasis de voces. Hoy ha vuelto a mi cabeza esta historia. Será que soplan vientos de redención. Sea como sea, esta canción ,que siempre sentí como mía, quiero compartirla contigo. Y ahora hablo en singular.


Pincha aquí para leer La belle dame sans merci de John Keats completo en inglés y en castellano


jueves, 19 de enero de 2017

¿Y si el monstruo de Frankenstein amase a una sirena?

 

      He girado rápido para ver si conseguía atisbar, escapándose por un lateral del espejo, el reflejo de una de esas maldiciones que llevamos cosidas a la espalda como sombras negras, siempre dispuestas a cubrirnos con sus asquerosos cuerpos polimórficos que crecen consumiendo nuestra energía.

     El terror a no vivir arrasa a quienes ven a un primer amor viviendo de prestado, a quienes saben que no existe la certeza de un futuro, que nunca se conoce qué día será el último en el que la felicidad será plena. Y al final, es  la propia fragilidad de sabernos cristal la que  nos rompe si no conseguimos volvernos flexibles.

     Hoy he mirado con detenimiento los mil rostros de la perdición, me han revoloteando murciélagos en la tripa y he tragado mis propias defensas. He vomitado las espinas y la hiel del miedo y entonces, entre lágrimas, te he visto cómo eres en esencia, tu forma verdadera. Brillabas con el resplandor del fuego implacable que busca mi piel de ave fénix. Temblabas. Extendí mis alas doradas para cubrirte, dejando mi cuerpo desnudo, y te evaporaste cómo el agua al contacto con mi calor. Pareces ser  el aire ardiente que necesito respirar, el agua fresca con la que llenar mi boca y calmar mi sed y, en verdad, quizás solo seas un espejismo en mi desierto de locura, destinado a destrozar la poca cordura que aún poseo.

     Ahora, como resultado de esa visión, un deseo rebota en un espacio vacío y se multiplica en un eco siniestro y eterno. Hueco, como el sonido del frío o el de la niebla aislante, con la dulzura oscura que deja en el paladar el sabor de un secreto sucio o de un pecado.

     Hay un vértigo en la oscuridad que me precipita irresistiblemente al abismo que formaron tus palabras y me dejo caer, aunque no haya red que me asegure la supervivencia. O tal vez por eso.

     Me siento culpable de tu ausencia. Desprecio mi comportamiento errático y absurdo, enfermizo como recrearse en extender con un dedo la sangre pegajosa y espesa de una herida antes de cicatrizar, repugnante cómo el olor dulce de las flores que abrigan a los muertos intentando ocultar el olor a formol, destructivo cómo el poder infinito que siente un niño triste al regodearse en la agonía de la mariposa clavada a un corcho con un alfiler o al triturar con rabia un hermoso escarabajo dorado, arruinando su belleza de joya, un instante antes de llorar desolado por haber roto un tesoro.

     Y al igual que el niño, me retuerzo de dolor ante mi error, lamentando que quizás no haya vuelta atrás en mi dureza fingida, en mi simulada piel de hielo, suave para jugar, impenetrable al amor, tan falsa que sólo con tu mirada furiosa se abren grietas y sangra.

    No creas ni una sólo palabra, rómpeme con tus manos, abre mi pecho y muérdeme fuerte el corazón, haz que repita tu nombre hasta que se borre el mundo.

     Creí en Hades añorando a Perséfone, no en un verano de olvidos. Mil veces mejor es enamorar al terrible Minotauro o a un dios capaz de arrasar el mundo por seguir las huellas de mis pies, por correr detrás de mis medias, por beberse mi voz. Malditos los buenos que siempre duelen, benditos los malos que con su furia hacen temblar los cimientos y si hacen gritar es en combate de amor y luego lamen las heridas y curan. Bendita tu alma guerrera.

      Pienso en Anaïs Nin, viva en los brazos de Miller, en Dalí ahogando sus miedos en los pechos de Gala, en Caperucita siguiendo el rastro del lobo en las noches de Luna llena, en la bella amando el lado salvaje de la bestia, en Gustav Klimt acunado por Emilie en la vida y la muerte, en Picasso enloqueciendo a Dora Maar, en la tormenta eléctrica constante entre Frida Kahlo y Diego Rivera, en la Maga arrastrando a Oliveira a un circo feroz con su sexualidad catártica, en la inteligente Eve, antigua como la Historia, regalando al joven Adam una eternidad de libros, música y amor con su mordisco. Pasiones turbulentas que son vida. Qué importa que nadie lo entienda si ahí radica la pureza de su amor.

*Imagen: Ann Blyth disfrazada para su papel en “Mr. Peabody and the Mermaid” y Glenn Strange caracterizado para “Abbott & Costello Meet Frankenstein”, 1948.

lunes, 16 de enero de 2017

Mi último paisaje


Viernes 13.
Un viento gigante y antiguo sopla futuristas cometas de metal y pájaros ígneos en formación.
Huyen del invierno en silencio. También las estrellas fugaces.

Sembrando el terror, dos asteroides se acercan.
"No hay peligro", dicen. Y quizás mientan.

El miedo acecha y a veces se viste de muerte.
De todas las muertes.
De la muerte de todas las cosas.

He roto el miedo en pedazos. Ahora cae desde la Luna transformado en lluvia fina de partículas, diminutos embriones de letras que escriben, al posarse, versos que quedarán retenidos para siempre en la tela de mi viejo paraguas, negro como la falta de luz.

Los leo.

Son salvajes y libres, como el amor de quienes se lanzan al vacío en pos de lo que tanto cuesta encontrar y por el camino sienten crecer alas en su espalda.

Cierro el paraguas.
Me quito la escafandra y espero el impacto.
Dicen que no hay peligro.
Yo me lo creo a medias. En mi cabeza suena, insistente, una canción:

Si la especie humana se abocara a la extinción
quiero que seas mi último paisaje.
Si explota la Tierra, qué importa 
mientras tú seas mi último paisaje.

* La canción es "mi último paisaje" de Luis Ramiro, y pertenece al disco "Magia". También le he robado el título. Podéis escucharla aquí:



*Imagen: Buzo con paraguas (París, 1949)
*Más información sobre Luis Ramiro en www.luisramiro.com.

jueves, 12 de enero de 2017

Sólo los amantes sobreviven


Sólo dos monstruos pueden encontrar la canción que les hará bailar juntos más allá del miedo.
Y será hermosa aunque no lo sea, como las historias de amor que comienzan con mordiscos y dolor y acaban siendo eternas.
Lo que marca su camino son las huellas que se dejan con firmeza en la arena y en la mente, el sendero de admiración y brillo que los monstruos no pueden dejar de transitar en su búsqueda. Porque para quienes sólo entienden de emociones puras, no merecen la pena las mediocridades.
Sólo los amantes sobreviven. Y más si esconden colmillos en sus sonrisas y garras feroces en los bolsillos.

*Imagen: Sólo los amantes sobreviven (Jim Jarmusch, 2013)

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Luz de Luna




Luz de Luna llena iluminando
el sendero de hielo que preserva
intacta y lleva
               a la carne que se ha de cocinar.

Esta noche,
        que es de corazón revuelto,
        de arenas fluyendo en el reloj del tiempo
                                                        del revés
pienso en las palabras bellas
saliendo de tus dedos, de tu lengua,
directas a horadar mi pecho, a enredarse
en mis costillas
como un disparo certero
de semillas de vida.

Y ahora sí, brillo
y es porque tú enciendes la llama
de la Mujer de acero,
Hombre pedernal,

más allá de la piel,
hoguera que arde
en el epicentro del desastre
de los sueños de libros mezclados
entre bocas sedientas
de sabiduría y besos nuevos,
de anhelos que arrasen
la cordura y se escriban
sobre la piel de los amantes.

Deseos de noche “plenilunada”,
como cantaba Chavela,
que es
       azul como la tristeza,
       azul como ninguna,
pues desde que te fuiste
no he tenido
luz de Luna.


La maravillosa "Luz de Luna" de Chavela Vargas como música de fondo

miércoles, 31 de agosto de 2016

Latidos en la Luna


Los latidos de Armstrong siguen sonando,
eternos,
acompasando la noche en la ventana.

No borra el tiempo,
estancado,
las huellas sobre el polvo lunar.

#VolemosAstronauta
*La foto es la huella de Armstrong en la Luna

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lunes, 6 de junio de 2016

Vinieron los fantasmas


Los fantasmas y la lluvia de Mar Goizueta
Foto: Los fantasmas y la lluvia 
Vinieron los fantasmas. Traían aliento de pasado y un gesto triste en unos rostros que me observaban con nostalgia, en la curvatura de esos labios que alguna vez deseé. Sus miradas, interrogaciones sin cerrar, lo decían todo. También vi curiosidad en sus palabras, disfrazadas de cotidianeidad. Querían saber si los había llorado, si alguna vez los eché de menos, si la lluvia del olvido había borrado sus rostros, si alguien ocupaba ya su lugar. Si nos equivocamos.

Yo los miraba y los veía tan hermosos como antes, pero lejanos. Ya no sentía sus raíces en mí. No dolían.

Vinieron los fantasmas, y no trajeron enseñanzas del pasado, ni consejos, ni un qué hacer.  

Y nos dio un poco de pena
pero daba un poco igual
nos pusimos a reír

Vinieron los fantasmas, cada uno a su lugar. Y no has venido tú, de carne escondida en un presente imperfecto en el que mis palabras rebotan como el eco del silencio.

Y no sé dónde estarás
ni en qué frase te perdí
y por eso cada día lanzo mi botella al mar
con un poco de por qué
y otro poco de ojalá
y por eso cada día lanzo mi botella al mar
y viviendo aquí en Madrid
no sé si te llegará
le pedí a los marineros
"traigan mar a la ciudad"

Vinieron los fantasmas, como otras veces, a apuntalar mis piernas, a sujetar mis brazos, a recordarme quien soy y por qué me amaron. Intuyeron que estaba a punto de dejarme arrastrar por la inconsistencia y me lanzaron el salvavidas de mi recuerdo en sus corazones Por eso siempre son bienvenidos.

Cuando vuelvan los fantasmas
que se queden a cenar
y te vienes tú también


*Los versos en cursiva están sacados de la canción "Delante de mi" de Lewin



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miércoles, 6 de abril de 2016

Limbo

Levitación

Cultivo con esmero ojeras de llanto almacenado,
agua podrida infectando el marco de mis ojos tristes,
anegados de frío y sinrazón
Nada es tan inquietante como la tibieza terrible del limbo.
La felicidad y la infelicidad suspendidas en el mismo instante y lugar,
encrucijada maldita entre el todo y la nada, el dolor y el éxtasis, el amor y el vacío.
Hoy dueles con sutileza de herida antigua,
aunque palpitas en mi tiempo de ahora,
comedido, como el protagonista de un amor ya viejo.
Rechazo con violencia las ganas de buscarme,
al escuchar ecos de los tiempos de la huida,
ahogo al monstruo que pide vida,
me odio por convertirme en lo que niego.


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jueves, 4 de febrero de 2016

Huellas en la orilla del Mar de la Lluvia


La sonda Chang'e 3 y el Yutu Rover le han robado sus secretos a la Luna.
Yo miro las fotos y nos imagino a ti y a mi dejando nuestras huellas eternas en la orilla del árido Mar de la Lluvia.
Luego pienso en la frialdad de besarse a través del cristal de una escafandra y en la calidez del tiempo compartido en mitad del abismo.
Y quiero volar.

#VolemosAstronauta

*Esta maravillosa foto de Dani Kxt Caxete ha sido hoy "Astronomy Picture of the Day" en la NASA. Me hace muy feliz por varios motivos, uno de ellos el que esté hecha en uno de mis lugares preferidos.
No me he podido resistir a ponerle palabras en Viviendo al otro lado del espejo
En estos dos enlaces, fotógrafo y fotografiado, cuentan detalles sobre el proceso:
http://danikxt.blogspot.com.es/2016/01/sombras-de-luna.html
http://bdouzaldarrudaceibeilustrados.blogspot.com.es/2016/01/astronomia-comparada-la-sombra-de-la.html

*Aquí os hablé del lugar donde se tomó la foto: http://viviendoalotroladodelespejo.blogspot.com.es/2015/02/los-dioses-son-de-granito.html

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domingo, 17 de enero de 2016

Historias de sirenas, buzos y astronautas

sirena y buzo

A veces recuerdo que fui sirena y me gustaban los marineros. Y también los buceadores, tan intrépidos en su búsqueda del misterio de los océanos. Pero sobre todo, me gustaban los buzos, con esos trajes alucinantes que los convertían en tritones con piernas, lentos y acorazados. Ellos me miraban hipnotizados y luego, al regresar a su mundo, eran tomados por locos si hablaban de la mujer acuática de pechos descubiertos. 

Ahora que perdí la cola de pez y me adorno con tacones en lugar de escamas, que mis estrellas son de luz y no respiran y mi techo tiene espuma de nubes, amo a los astronautas que surcan el espacio en sus trajes protectores. Los miro, pienso en mis amores con los buzos perdidos y espero que uno me coja de la mano y me lleve a volar. Tal vez así me crezcan alas.

Sospecho que siempre me gustarán las miradas desde detrás de un cristal.

#VolemosAstronauta

*No conozco al autor de la fotografía en la que está basado este gif que tampoco sé quién ha hecho. Lo encontré en el muro de Facebook de un amigo por casualidad y surgió el texto automáticamente, casi sin pensar, por eso lo escribí directamente en la página de fans de Viviendo al otro lado del espejo. Como parece ser que gustó, lo he traído al blog. Si alguien sabe el nombre del autor de la foto que me lo haga saber y lo pondré.

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lunes, 21 de diciembre de 2015

Abismo


Piso la nieve descalza. El rojo de las uñas como gotas de sangre rompiendo la blancura, el frío insensibilizando el alma y un vómito de palabras ardientes saliendo de mi boca para estrellarse contra el muro de tu fortaleza. Y es que a mi me gusta la niebla porque borra el mundo, la nieve porque lo silencia y la lluvia porque lo revuelve y lo llena de matices. Y tú eres bruma, silencio y agua y tus manos, casi invisibles, no pueden acariciar las espinas de mi coraza, que se esconden cuando llega hasta mi el recuerdo de tu cuerpo de aire, sutil como una medusa flotando en el espacio, tan leve como un pensamiento.

Tú y la irresistibilidad de tu matiz de oscuridad transparentándose a través de tu disfraz de luz. Tú, que eres espejo y reflejas lo que soy limpiando mis culpas, complemento de mi karma en un tiempo equivocado. Y es que hay que tener cuidado con lo que se desea y mucho más con lo que se sueña y yo no puedo reprocharte nada porque mis sueños te esperan para poder ser.

Trato de cerrar los ojos para no verte brillando en el aire y como un disparo láser, preciso y certero, lanzas una frase que se siente como un beso suave en el corazón y llega el vértigo de la certeza de lo inexplicable lleno de sentido.

Eres el vacío insondable al que vuelvo anhelando abismarme para dejarme ir convertida en polvo de estrellas, infinito y nada.

A veces, la única fe es la Eternidad.


(Textos guardados en los bolsillos del tiempo)

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domingo, 13 de diciembre de 2015

Metafórico microcuento de sangre o...


No sé cómo llegamos a enterrarnos en hielo, aunque eso ya da igual. Sólo importan el frío que nos siega los dedos y el hambre que llegará pronto, cuando se evapore la humanidad que nos queda.

No debimos beber de aquel frasco por más que el líquido rojo y espeso nos pareciese incitador. No podemos culpar a nadie, de sobra sabíamos que tras deslizarse por nuestras gargantas, nos esperaría la eternidad. Pero nunca imaginamos que sería tan fría.


Hoy la música la pone Bunbury con su versión de "Frío" de Distrito 14, que forma parte del proyecto de versiones Los Chulis que hace años tuvo a bien regalar a la humanidad.


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miércoles, 19 de agosto de 2015

Lobishome



LOBISHOME

Aparecía siempre como de la nada, envuelto en el misterio de sus largas ausencias y en olor a bosque. Traía en los ojos cierta ansiedad animal, un brillo como de otro mundo, de cristal no empañado por la rutina y la civilización, y una sonrisa amplia que precedía a las manos ansiosas de carne, a la lengua hambrienta de sus labios. Ella creía saber lo que era y lo que buscaba. Le traicionaban la dilatación de sus pupilas y las pinceladas doradas que jaspeaban el verde de sus ojos. No era sólo un hombre, era un vacío insondable en el que olvidarse de la rutina del mundo prosaico. Él, sin embargo, no sabía que sus tendencias campestres obedecían a una naturaleza marcada a fuego en sus genes con la fuerza de una bendita maldición.

El hombre mordió su boca, apretando el cuerpo femenino contra el suyo, notando la suavidad de los pechos, el desafío impertinente de los pezones contra la tela que los mantenía cautivos. Susurró en su oreja con voz ronca de deseo, haciéndole cosquillas con la barba al tiempo que ella escondía las manos en su pelo rebelde, retorciéndolo con los dedos, arañando. Luego fue bajando despacio, rozando con los dientes el cuello que ella le ofrecía, erizándole la piel con el soplo de su aliento cálido, lamiendo.

Cuando estaba a punto de llegar con la lengua y las manos al codiciado tesoro que escondía el levísimo vestido, ella se separó, agarró sus muñecas y, mirándole con intensidad, le suplicó:

── Ámame en el bosque, bajo la Luna, quiero absorber su magia, que esta noche sea especial.

Él, que ya no se sorprendía de esas fantasías que daban un matiz de locura a su educación científica, movido por el mismo deseo voraz que le haría seguir a aquellas caderas al fin del mundo, accedió.

── Vamos, el coche está en la puerta.

── Ve arrancando, me cambio y salgo.

En aquel lugar de árboles centenarios, con la luz de la Luna iluminando sus siluetas y el ulular de un búho, incómodo por su presencia, como única compañía, ella se propuso hacerle más feliz que nadie. Arrojó la túnica roja que cubría su cuerpo al suelo y él enmudeció al ver resbalar la tela sobre la piel desnuda.

Devoró su boca con ferocidad, acarició el sexo suave con manos lujuriosas, olisqueó sus dedos y los rincones más ocultos de la mujer y sus hormonas le inundaron el cerebro haciéndole volar. La penetró con furia, la misma que ella buscaba, aferrándose a sus pechos con desesperación, mordiendo su nuca mientras se diluía en ella aullando a la noche como un animal.

Al regresar, ella repetía como un mantra el inicio de la canción que desde siempre canturreaban las mujeres de su familia y que esa noche, por fin, cobró significado:


Aún no es tiempo de Luna Amarilla, pero llegará, 

derramando sal en su caminar. 

Esa misma sal que lamerás en mi piel cuando aúlles a mi lado.


* La imagen es un fotograma de la película Red Riding Hood (Caperucita Roja), basada en el cuento de los hermanos Grimm dirigida por Catherine Hardwicke y protagonizada por Amanda Seyfried, Gary Oldman, Shiloh Fernandez y Julie Christie entre otros.

*Escrito para el concurso de relatos eróticos "Fantasías Textuales" de El Círculo de Escritores

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#RelatoErótico #CaperucitaRoja #LoboFeroz #Sexo

miércoles, 10 de junio de 2015

Cocinando sueños

Como agua para chocolate

El olor del pan de pasas y nueces en el horno y el de la leche caliente con azúcar y canela que hervía en un cazo al fuego, eran tan intensos, espesos y deliciosos que al despertar aún los tenía impregnados en las trenzas de su pelo.
Cocinó su sueño con ingredientes dulces, con ralladuras de naranja y limón, con cacao, vainilla, harina y miel, con levadura, manzanas y mantequilla, con sonrisas, amor y deseos.
Y allí estaba él, con hambre del único bollo que ella no podía hacer, pues había olvidado la receta, la más simple, la que cualquier principiante podría elaborar.
Se levantó con unas intensas ganas de cocinar y la memoria restaurada, e invadida aún de duermevela, cogió el teléfono que sonaba insistente. Desde el otro lado del mundo, la voz grave de él le pareció una caricia.
─ ¿Sabes una cosa? he soñado que tenía ganas de comer...
Y antes de que pudiera decirlo, ella terminó la frase por él.

* La imagen pertenece a la película "Como agua para chocolate" de Afonso Arau, basada en un libro de Laura Esquivel, es uno de esos casos extraños en los que la película no desmerece al libro. Yo los adoro a ambos y os los recomiendo si queréis entender la preciosa relación que puede existir entre el amor y la cocina. Mientras daba forma a este pequeño relato, después de soñarlo, digerirlo y pensarlo, se me empezó a llenar la cabeza de imágenes de la maravillosa, sensual y bellísima historia de Tita y Pedro, por eso no habría tenido sentido ilustrarlo de otra forma.
#ComoAguaParaChocolata #AlfonsoArau

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martes, 19 de mayo de 2015

How terrible it is to love something that death can touch (Frío)

how terrible it is to love something that death can touch

“Si nunca has besado a un muerto, no sabes lo que es el verdadero frío”, pensó al darle el último beso en aquel frigorífico con olor espeso a flores y formol. No le reconoció sin calor, sin voz, sin deseo en la mirada.

La noche llegó, fría y solitaria como nunca. Durmió entre lágrimas hasta sentir un peso conocido en la cama, tanteó con la mano y encontró al frío hecho hombre.

─Cuando eres frío, dejas de sentirlo ─dijo acariciándole el rostro─ .Yo siempre seré frío para ti, a menos que seas como yo.

─Entonces, dame tu frío ─imploró ella.


*Microrrelato creado para el "concurso de microcuentos Microterror II" de El Círculo de Escritores. A veces, no puedo evitar cierta vena gótica. 
*La foto, tremendamente evocadora, la encontré por Internet. No creo que se pueda poner algo más bonito en una lápida que esta frase: how terrible it is to love something that death can touch . Siento no poder dar más información, pero no he conseguido saber más. Si alguien conoce al autor, que me lo diga.

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