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viernes, 15 de noviembre de 2019

Valencia y la literatura de Género. Próximas citas en GolemFest e Hispacón 2019

Valencia va a ser el lugar de referencia de la literatura de género en los dos últimos meses del año gracias a la segunda edición del GolemFest (Festival de ciencia ficción, fantasía y terror multidisciplinar: literatura, cine, ilustración, videojuegos y series) que se celebrará del 21 al 24 de noviembre, y a que este año la Hispacón (Congreso anual sobre fantasía, ciencia ficción y terror) tendrá lugar en la misma ciudad del 6 al 8 de diciembre.

En ambas citas, imprescindibles para cualquier amante del género en todas las disciplinas artísticas, tengo la suerte de haber sido invitada a participar como autora.

GOLEMFEST




Como parte de la inauguración del festival, presentaré "Reina en el mundo de las pesadillas" (Ediciones Vernacci), y habrá firma de ejemplares. Me acompañará Ximo Cerdá. Será a las 20:30.
Este es el enlace a mi ficha en la web: https://golemfest.es/mar-goizueta/







En Hispacón 2019 participaré (y moderaré) en la mesa "Edición tradicional, coedición, crowdfunding... ¿cuál es la mejor opción?" junto a Aránzazu Serrano, Concepción Perea, Fali Ruiz Dávila, Félix Carreira, Begoña Pérez. En ella hablaremos de los diferentes tipos de edición y de sus ventajas y desventajas.

Espero veros en cualquiera de las citas antes, durante o después de mis intervenciones.
Os recuerdo que en mis redes sociales os cuento a diario todas las novedades, seguidme si queréis estar al tanto de todo:
Página de fans de "Reina en el mundo de las pesadillas": https://www.facebook.com/ReinaEnElMundoDeLasPesadillas/
Mi Facebook personal: https://www.facebook.com/margoizueta
Twitter: https://twitter.com/MarGoizueta
Instagram: https://www.instagram.com/margoizueta/
Goodreads: https://www.goodreads.com/author/show/18078138.Mar_Goizueta

lunes, 21 de agosto de 2017

El fin del mundo (Diario de la cuenta atrás para el fin del mundo 1)

Los últimos rayos de sol son ciencia ficción sobre la piel.

El fin del mundo llega cuando menos te lo esperas. Un soplido del destino, un planeta X reventando la vida a tu alrededor. Una explosión inmensa y adiós. El fin de todo. La nada.
Pero antes puede ocurrir que el mundo empiece a morir poco a poco, de una forma tan sutil que no podemos darnos cuenta hasta que llega la primera señal: el sol apagándose por unos instantes, haciendo que nos cuestionemos qué ocurriría si nos dejase huérfanos de su calor. Porque sin calor no hay vida. Tampoco sin calor interno.
Esta noche, justo cuando el día empiece su decadencia, el eclipse llegará para rematarlo con celeridad cósmica. La Luna, aunque invisible, reinará minutos antes de que llegue su hora, apagando con su frialdad el fuego del sol. Y justo en ese momento, seremos más ligeros y las mareas más salvajes. Yo sospecho que la locura, que llegará a su culmen en el punto de máxima oscuridad, ya lleva tiempo rondándonos: hace días que padezco tempestades y tsunamis en las orillas de mi nombre.
Hay quien dice que dos días después llegará el fin del mundo: la explosión última. Quizás sea el momento de confesar los secretos, de mandar a paseo los miedos, de dejar de temer futuros inciertos. Ese es el único regalo que nos da el saber que el día siguiente no existiremos.
Es posible que nada cambie, pero disfrutemos por unos momentos de la catarsis que nos ofrece un día distinto. Y pensemos en lo que nos importa, en lo que nos daría pena dejar de tener si se acabara. Por si somos los últimos en sobrevivir.
21 de agosto de 2017, 20:45h. Primer paso del posible fin. Te espero al otro lado de la lógica, en mi planeta de aguas revueltas. 

*La canción de hoy es "El fin de la eternidad" de Iván Ferreiro.


Todos los principios son finales disfrazados de oportunidades 
Mira esa luz, viene hacia aquí, déjala entrar.
Todos los finales son fatales si no sabes qué vendrá. 
Tú, mira esa luz, que viene hacia aquí, y déjala entrar. 


domingo, 21 de junio de 2015

La Puerta


El viajero se quitó el sombrero y secó la gota de sudor polvoriento que le caía por la frente. De espaldas al resto del mundo, contempló la puerta. Había cambiado mucho desde que la construyeron. El tiempo había sido inclemente con lo accesorio, pero había respetado aquello sobre lo que no tenía influencia, por eso no quedaban nada del resto del edificio ni de la decoración que rodeaba el portal y sólo se mantenían en pie las piedras que formaban el arco que lo enmarcaba, medio insertadas en el Tiempo Impreciso. Recordó como era aquel paisaje en su época, cuando, guiado por su intuición, siguió un camino de estrellas que le llevó a un otero con un extraño remolino fluctuante en su centro, ese mismo que ahora observaba. No se atrevió a cruzarlo entonces, poseído por el miedo a lo desconocido, demasiado condicionado por la superstición medieval. No duró mucho ese temor. La curiosidad venció al terror al Maligno reinante en su época de oscuridad y volvió la noche siguiente. Ya no había sendero de estrellas para guiar sus pasos y si llegó fue porque conocía la ubicación exacta con la precisión de los que acostumbran a guardar los mapas en su mente. Esa noche ya no había nada interrumpiendo la visión desde lo alto del monte. Volvió varias noches más, anotando cuidadosamente cada factor que pudiese influir, convencido de que aquel fenómeno ocurriría de nuevo. Le llamaron loco, insinuaron que hacía algún tipo de brujería en sus correrías nocturnas y le empezaron a dejar de lado. Nada importaba. Aquello se había convertido en el centro de su mundo. Sólo una persona le comprendía y apoyaba, su único amigo, al que perdió siglos antes, o después, según se mire, en uno de sus viajes alucinantes. Entre los dos construyeron el edificio en torno al lugar una vez que descubrieron el secreto que activaba la magia del portal, una magia que ahora llamaban ciencia y que jamás revelarían al mundo por ser un conocimiento peligroso que las paredes de piedra protegerían de miradas curiosas. Por eso, a pesar de la impaciencia impetuosa que anidaba en sus corazones, esperaron a acabar la construcción para atravesar el objeto de su veneración. El día elegido para la partida, cerraron cuidadosamente la puerta por dentro. No sabían si encontrarían la muerte o un pasaje a ese Infierno terrible de fuegos eternos que los vidrieros estaban pintando en la catedral y, aun así, se les hacía imprescindible descubrir qué ocurría allí dentro. Se dieron la mano y cruzaron juntos. Nadie volvió a ver a ninguno de los viajeros hasta ese momento. No en esa época.

Siglos después, uno de los viajeros había vuelto. En su mochila traía recuerdos de mil épocas recorridas. Conocía el principio de la Humanidad y lo anterior a ella, y el futuro casi hasta el fin de su existencia. Desde allí vino a bordo de su máquina del tiempo, la que él inventó mezclando la tecnología del futuro más extremo con la magia aprendida investigando el portal a otras épocas que ahora contemplaba mientras secaba la gota de sudor que caía por su frente confundiéndose con las lágrimas ocasionadas por el reencuentro con el principio de todo.


*Las fotos, maravillosas y evocadoras como todas las que hace, son de Víctor Gibello Bravo. Le agradezco mucho que me deje utilizarlas para ilustrar este cuento que ellas mismas han inspirado. Podéis ver más ejemplos de su trabajo en PhotoZen

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jueves, 13 de noviembre de 2014

Poeta de Ciencia Ficción

Imagen Pilar Zeta
Imagen: Pilar Zeta
      La mujer entre mundos se siente irreal, inconsistente con sus partículas esparcidas en diferentes universos, tan imposiblemente dividida que anda siempre al límite de la demencia. Poeta de ciencia ficción, escribe delirantes versos sin sentido con la electricidad de sus dedos mientras espera la nave extraterrestre en la que buscar respuestas como la explicación de su dualidad y la verdadera naturaleza de su sangre diferente. Tantas veces sueña con su cabeza reventada en millones de salpicaduras de estrellas formando galaxias con su esencia y su dolor, que se le ha quedado el espacio guardado en la mirada y si miras bien dentro de sus ojos, podrás ver reflejada la tristeza brutal y desoladora que sólo puede nacer en el infinito. No le importa el mundo ya, sólo quiere flotar ingrávida, sin pensamientos, ahogarse en un vacío tan abismal por dentro como por fuera, no pensar. Anhela suprimir su capacidad de estar en varios lugares y habitar en el mundo de los sueños, y no ser nada ni nadie en ninguna parte se le figura como la mejor de las bendiciones. Sabe que no hacer caso jamás al corazón es una recomendación que ningún ser extraño como ella debería olvidar, pero a veces pierde la memoria y se deja llevar y con su magia crea personajes que parecen de verdad y los ama, aunque por inventados no merezcan tanto amor como ella da. No quiere sufrir más y por ello, en secreto, cada día planea cuidadosamente asesinar a su imaginación, arrancarle las venas a bocados, extraerle hasta la última gota de sangre y destilarla en vulgaridad. Piensa en despedazar al tiempo, desmembrar las agujas de su reloj, parar su tic tac irregular, absurdo y anómalo que no sigue el ritmo del resto de la gente. Todo haría por detener el girar enloquecedor de sus pensamientos, hasta morir, si la muerte no fuese un mundo más en el que vivir.

      Para poner música a la historia de la Mujer entre dos mundos, nada mejor que este tema de la B.S.O. que ha compuesto Hans Zimmer para Interestelar, la recién estrenada película de Christopher Nolan. El tema se llama "Day One Dark" . Una obra maestra la película y la banda sonora. Y ya puestos, opino que Matthew McConaughey debería formar parte del reparto de todas las películas.



 #MatthewMcConaughey #ChristopherNolan #HansZimmer #Interstellar #Interestelar

viernes, 4 de julio de 2014

Si te gusta mirar el cielo, yo llevo galaxias en la falda

falda galaxias. Foto Mar Goizueta

Si te gusta mirar el cielo,
yo llevo galaxias en la falda
y una constelación por descubrir en la cadera.

Tengo un cometa por corazón,
la Luna orbitando en mi cabeza
y un asiento reservado en un anillo de Saturno.

Mil historias de luchas interplanetarias
guardadas en mi nave,
y el Universo en mis pupilas dilatadas
de falsa replicante.

Llevo una flor negra en mi mano,
recuerdos de un Santuario,
y el sonido en mi mente
                            de una computadora
cantando su muerte.

Atesoro seres de otros mundos
en un zoológico delirante,
y en los días solitarios
los saco a pasear
por planetas abandonados.

Tengo una máquina del tiempo
que sólo uso para ir al pasado,
y el miedo al futuro palpitando
en mis manos cobardes

Si te gusta mirar el cielo,
yo llevo galaxias en la falda,
y si me llevas a los bailes de Marte,
te enseño mi amor sin gravedad

* Fran Fernández convirtió el poema en canción durante una entrevista de radio, fue muy emocionante.Podéis ver el vídeo con la canción aquí: http://viviendoalotroladodelespejo.blogspot.com.es/2014/07/entrevista-Mar-Goizueta-Fran-Fernandez-cancion-inedita.html

Y para bailar...



sábado, 7 de junio de 2014

El futuro de El Principito, la importancia de la rosa y otros misterios que Carmen Moreno desvela en Principito debe morir

Fragmento de Principito debe morir de Carmen Moreno. Literatura ciencia ficción.

Siempre he pensado que El Principito de Antoine de Saint-Exupéry es un libro que esconde mucha sabiduría entre sus frases. En mi opinión, es uno de esas lecturas que equivocadamente se aconsejan a los niños cuando su lectura es más bien un placer para adultos que no han abandonado al niño que tienen dentro. Y es que los niños conservan la capacidad de comprender cosas que para la mayoría de los adultos se vuelven incomprensibles con la edad. Por suerte, algunos permanecemos ajenos al terrible vicio de madurar. Ese es, leed con atención, el mejor antídoto contra la vejez, cuando perdáis la curiosidad de los niños, la capacidad de jugar, os marchitaréis. Carmen Moreno es otra outsider de la madurez y tiene un superpoder, el de escribir maravillosamente. No sólo es una de las poetas más brillantes que tenemos ahora mismo, con sus últimos relatos y con esta incursión en el mundo de la Ciencia Ficción demuestra que es también una de las mejores creadoras de historias.

No os voy a contar mucho de Principito debe morir, creo que la foto es suficiente para incitaros a leerlo y no quiero revelar nada que quite la emoción de devorar la historia página a página, pero os adelantaré, para los amantes del género y de Exupéry, que la madre de Principito se llama Sara Connor, que hay monos evolucionados y personajes con nombres tan sugerentes como Cornelius o Suxpéry ¿Verdad que ahora os corroe la curiosidad? Pues estáis de suerte porque estos días Principito debe morir está viajando por distintas ciudades, mañana podréis encontrarlo, a él y a su autora, en la Feria del Libro de Madrid y hoy en la Fiesta presentación "Principito debe morir" donde la acompañaremos algunos amigos sobre el escenario y mucha más gente entre el público, donde espero veros.

*Actualizo este post  (octubre 2015) para deciros que ya podéis encontrar en su versión digital en Amazon. Este es el enlace: Principito debe morir en ebook

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#ElPrincipito

domingo, 25 de mayo de 2014

La humanidad en las pupilas (Reinterpretando Blade Runner)

Ojo a través de las gafas de sol. Autorretrato Mar Goizueta 

Deckard me hace preguntas extrañas, me habla de banquetes en los que sirven ostras vivas de aperitivo y perro cocido de primer plato. Me levanto y salgo de la habitación. Miro mis pupilas en el espejo. Soy humana, me repito una y otra vez, digan lo que digan, soy humana, por eso, a veces me duele el corazón si él me esquiva la mirada. Pero, en realidad, de nada estoy segura, no sé si esa oveja que pasta en la azotea es eléctrica, si yo soy una replicante, si mi mundo es ciencia-ficción, si la felicidad existe fuera de la máquina que produce sensaciones... todo es tan raro, ese test tan estúpido, la realidad tan irreal... y yo me abismo mirando imperturbable a los helicópteros que vigilan mi ventana. Da igual si Deckard me va a destruir o no, ya lo hace con sus dudas.

*Blade Runner, escena del Test de Voight Kampff. 

Texto antiguo que ya publiqué en El Mar de la Vieja Sirena (por si alguien lo leyó en su momento), estoy recuperando cosas que son recurrentes en mi cabeza y que son más de este lugar de locura que del otro, tan lleno de música

lunes, 5 de mayo de 2014

Astronauta soy en órbita lunar o de las estrellas que enseñan a pensar

2001 odisea espacio, fotograma, 2001 spacial oddity



De niña, uno de mis deseos “para cuando fuese mayor” era ser astronauta, también quería ser bióloga, pintora, escritora o un Indiana Jones femenino. A algunas de estas cosas he llegado a acercarme un poquito, pero hoy quiero hablar de estrellas y para eso nos quedaremos con mi anhelada faceta de astronauta, que para mí, en esencia, significaba ser un viajero del espacio y, aunque me gustaba lo de los trajes con escafandra y toda esa parafernalia, lo que en verdad quería era pilotar naves espaciales como las de “Star Wars” (“La Guerra de las Galaxias” en aquellos tiempos en los que un Jedi era un “Yedi” y no un “Yedai”). Por eso, salía a hurtadillas de casa cuando ya no había luz y me metía dentro del coche que se guardaba en el garaje, y que, a escondidas del resto del mundo, tenía la virtud de convertirse en mi nave personal sólo con activar la llave de contacto de mi imaginación. Adoraba especialmente el fantástico Halcón Milenario, tan audaz, clandestino y veloz, con el que imaginaba viajar de planeta en planeta a través de rutas plagadas de estrellas, esas mismas que vigilaba tumbada en una colchoneta en el jardín para encontrar movimientos extraños que indicasen que había vida más allá de la Tierra. Era un trabajo duro, demasiado cielo que controlar y demasiada responsabilidad para alguien tan pequeño, pero ocurrió que en el tiempo dedicado a esas observaciones aprendí a pensar, y es que no hay nada tan absolutamente inspirador para el cerebro como observar lo que no se entiende en soledad y buscando explicaciones. Dijo un sabio, real o inventado, ahora no recuerdo bien, “La sabiduría nace de observar una hilera de hormigas”, es algo parecido a lo que me pasó a mí con las estrellas, de ellas aprendí a recrearme en el pensamiento, a disfrutar de mis momentos solitarios, a tener un enorme mundo interior que sólo en ocasiones dejaba y dejo asomar fuera de mi cabeza y, sobre todo, aprendí el gozo casi místico que acompaña al hecho de abismarse, la sobrecogedora sensación de dejar que la inmensidad inunde el alma a través de la incomprensión de algo tan difícil de aprendeher como el Universo, la vida, la Eternidad, la infinita tristeza del espacio, la infinita felicidad de la nada. Supongo que es mi forma de meditar, de apagar el ruido interior, de que desaparezca todo por unos instantes, de entenderme. También me ocurre algo parecido con el cielo diurno, el Sol y las nubes, por eso los observo con mimo, pero la noche es mejor, en ella viven las estrellas y la Luna de las que mi espíritu se alimenta. Probadlo, dejad que os inunden una noche oscura, lejos de la ciudad, en silencio, fundíos con la nada, desapareced…



Una postal desde Lewinland (Andrés Lewin)

A cuento de esto, tengo algunas referencias culturales que con el tiempo fui encontrando y que ayudaron a centrar tanta y tan temprana rareza. Algunas de mis películas fetiche, varias de ellas situadas en el delicado territorio de la obsesión, se encuadran en la Ciencia Ficción, pero hoy viene a cuento especialmente “2001, odisea en el espacio” en la que se perfilan algunos conceptos que desde muy pequeña me acompañaron y que se fueron definiendo poco a poco. Por eso descubrirla fue toda una revelación, un impacto en mi vida, la amo, es una obra maestra y por ella (y por muchas otras), siempre adoraré a Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, el autor de la novela en la que se basa, también fantástica y que, al igual que la película he disfrutado mil veces. Los monos, embriones de lo que será el Hombre, aprendiendo a pensar, evolucionando ante algo que se escapa de su entendimiento como es el monolito, las escenas en el espacio, Hal 9000 cantando su muerte (“Daisy…. Daisyyy…”), el final, su música, su fotografía. Todo sublime. De las secuelas no merece demasiado la pena hablar, aunque cuando un tema me gusta, me recreo también, sin perder el criterio, en sus alrededores, siempre ansiosa de más. Otras novelas y cuentos de los muy recomendables Arthur C. Clarke e Isaac Asimov también se me enredaron en la mente, así como las numerosísimas, breves y viciosas novelas pulp de Ciencia Ficción que desde pequeña leí con devoción. A la soledad del espacio también nos acerca la reciente “Gravity”, que aunque me gustó, me dejó el regustillo amargo que deja el saber que algo que está bien podría haber sido mejor, pero aunque sólo sea por su fotografía, merece la pena. En cuanto a la música, algunas de mis canciones preferidas también hablan de ello. Tremendamente impactante fue la primera escucha de “Halley 2061” de Andrés Lewin, sobre todo la frase “entonces comprendí que la tristeza viene del espacio” y sentí en lo más profundo que alguien lo comprendía. Otra maravilla es “Spacial Oddity” de Bowie, sublime en todo. Bunbury también es fascinante en “Lady Blue” y M-Clan en “Llamando a la Tierra”. Y no me olvido de otros muchos como Iván Ferreiro, en todo él vive el espacio y salpica de su esencia muchas de sus canciones, hasta tal punto que podrá desbordar este post, por eso mejor otro día le dedico uno entero, y es que cuando escucho sus letras me da la impresión de que podría entender todo esto. Son suposiciones, igual que mi empeño en ver amor a las estrellas escondido entre los versos de Antonio Vega. Tengo mucha imaginación y no puedo evitar divagar.

Disfrutad de los vídeos, lo mejor de este blog son las canciones. Hay muchas más y es posible que lo vaya ampliando, acepto sugerencias





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