Mostrando entradas con la etiqueta John William Waterhouse. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta John William Waterhouse. Mostrar todas las entradas

miércoles, 14 de junio de 2017

La sonrisa maldita


La belle dame sans merci. John William Waterhouse (1893)

VII
Halló por mí raíces dulces,
y miel silvestre y maná fresco.
Y en una extraña lengua dijo:
“En verdad que te amo.”
(“La belle dame sans merci” de John Keats)

* (Nota)

Sonrío.
El monstruo sonríe.
Siempre lo hace con la suficiencia del triunfador que piensa que lo que no se ve es a menudo lo más poderoso. Me sabe suya, me obliga a sonreír y se estremece de placer sabiendo lo que ocasionará esa sonrisa, la trascendencia que tendrá ese gesto que aparenta ser tan inocente.
El hombre sonríe.
Lo hace creyéndose ganador, sin saber que acaba de vender su alma por una sonrisa maldita, que ya no hay vuelta atrás, que jamás se olvidará de ella.
El monstruo canta y yo escucho su canción desquiciada, sus gruñidos de depredador satisfecho que quedan ahogados por  mi coraza de piel.
Navego en los ojos del hombre buscando la huella de su perdición y la encuentro atada al amor que rebosa su mirada y que quizás le impide ver las llamas ardiendo en el fondo de mis pupilas. Miro más allá y encuentro algo inesperado: el fuego intenso que arde en las suyas, el odio, la rabia y el miedo que anidan en su alma. Y aún más al fondo, en las profundidades abismales, una ternura inmensa y unas ganas infinitas de aniquilar la soledad que le destroza.
Me tiemblan las piernas. De repente, me siento muy unida al monstruo. Juntos notamos un sabor extraño en la garganta, dulce y salado a la vez, como al beber lágrimas de un rostro amado o comer nubes de azúcar con los dedos manchados de agua de mar. Es el sabor de la anticipación de algo que se desea y se teme. Sabe a primer beso, a temblores de amor.
El monstruo y yo bailamos con una alegría casi demente, sabedores de que el hombre es nuestro reflejo.
Ya no temo arañar su corazón y dejarlo morir desangrado, empujada por el ansia caprichosa del monstruo. Esta vez morderé fuerte, sí, pero después curaré sus heridas a lametones y besaré cada cicatriz que huela a tiempo vivido.
 Y sé que no me iré.
Un delirio se ha  apoderado de mi alma: devorar y ser devorada, cazar y ser cazada, domar y ser domada, amar y ser amada, sinergia de monstruo a monstruo. La perfección.
Me acerco al hombre y sonrío.
El monstruo sonríe.
El hombre sonríe.
Y esta vez sólo hay ganadores.

*Este cuento nació en mi mente enlazado a este tema y a "La belle dame sans merci" de John William Waterhouse. Por eso me gustaría que escuchases la música mientras lo lees. Yo misma lo recité con ella de fondo, aunque después el destino hizo que se perdiese el archivo. Quizás sea mejor así, quizás no sea yo quien deba leerlo y estropear esas deliciosas notas limpias que se acaban fundiendo en un maravilloso éxtasis de voces. Hoy ha vuelto a mi cabeza esta historia. Será que soplan vientos de redención. Sea como sea, esta canción ,que siempre sentí como mía, quiero compartirla contigo. Y ahora hablo en singular.


Pincha aquí para leer La belle dame sans merci de John Keats completo en inglés y en castellano


sábado, 6 de mayo de 2017

Más allá del azul



Mirando al cielo, cultivo pecas por desidia. Catarsis al sol, mareas revueltas, escupo sueños podridos sin salpicarme. El cielo se ha disfrazado de mar. Una golondrina bucea a contracorriente y un águila flota tan cerca de la superficie que puedo ver el dibujo de sus alas. Siento el veneno y la sangre fluyendo por mis venas, el calor y el viento cosquilleándome la piel. Más allá del azul, llueven, invisibles, fragmentos del Halley. Sólo eso es importante ahora. Eso y las manos sembrando la tierra. Y la luz que, justo ahora, está borrando el mundo.

Imagen: "Ariadna", de J. W. Waterhouse (1898)


viernes, 30 de enero de 2015

La Dama de Shalott navega en piscinas llenas de nostalgia

Nostalgia. Foto Mar Goizueta


La nostalgia llena las piscinas vacías de verano, como un líquido amniótico en el que se eternizan las hojas caídas, fúnebres retazos de otoño simulando ser recuerdos muertos o imágenes difusas de una vida deseada.

Sonó el último canto del pájaro camino del nido en una noche aún cálida que llegó demasiado pronto, como metáfora de un tiempo desaprovechado. El bosque se fue callando poco a poco, el cielo se volvió fuego y empezó a soplar un viento nocturno y perturbador. En ese preciso momento, una corriente helada recorrió el cuerpo de la dama. Era la consciencia de que había perdido la sonrisa y con ella su identidad.

Desde entonces la busca en el fondo del agua. Con los brazos hundidos, revuelve el fango y los cadáveres que muerden su piel, sin importarle que sus manos sangren, heridas de frío y tristeza.

La busca diseccionando poemas y destrozando cuentos, devorando libros, saltando entre nubes, bebiendo canciones que hacen que se estremezca cuando bajan por su garganta. Araña su pasado arrancando capas de pintura para ver si así logra entenderlo, pinta de nuevo encima y siempre aparece el mismo paisaje, un lugar irreal flotando entre fragmentos de celuloide y estrellas.

Para no sentir, sueña despierta con soñar que duerme y que en sueños navega como Lady Shalott en una barca robada de un sueño de David Lynch por las aguas sinuosas del tiempo hacia un pasado inexistente, donde piensa recuperar su título de dama y la sonrisa que la definía.

Y en el camino encuentra amores, monstruos y deseos que se funden en negro en su película muda con frases que ella misma escribe e intercala entre las escenas mientras la música de los planetas, ejecutada por un instrumento futurista y delirante, suena en su mente, tan consistente que puede atraparla entre sus dedos y tejer un tapiz con sus vibraciones.

Siente que hay dolor y a veces algo de felicidad, que en cualquier momento sus ojos podrían oscurecerse y su sangre volverse hielo, pero navega y navega porque no hay otra cosa que pueda hacer y en su viaje a veces cruza mundos y se pierde. Nunca nadie dijo que fuese fácil el camino a Camelot. Nunca nadie dijo que en una piscina no se puedan encontrar sirenas y ahogar pensamientos entre monstruos marinos de tentáculos infinitos.

Y así sigue. Porque eso es la vida. Su vida.


The Lady of Shalott. John William Waterhouse (1888) 

No me resisto a poner la canción de Loreena McKennitt "The Lady of Shalott" basada en el precioso poema de Alfred Tennyson 

lunes, 8 de septiembre de 2014

I came across time for you. Sueños de amores y relojes blandos.

La bola de cristal, 1902. John William Waterhouse
La bola de cristal, 1902. John William Waterhouse
Anoche acompasé mi corazón con el latido de un reloj blando. Era capaz de sentir cada segundo disolviéndose con el calor de mis dedos mientras hacía girar un corazón invisible con pericia de malabarista. Tenía engranajes de hierro en la garganta atrapando las palabras, convirtiéndolas en un tic tac sin ritmo. Me había convertido en la Dama hechicera, manipuladora del tiempo del amor, con minutos de arena en una mano y labios de fuego. Salté por los recuadros de un tablero de ajedrez inmenso de hierba y barro, arrastrando la falda, los pies descalzos. Encontré al Rey Rojo buscándome a través del tiempo, llevaba en su corazón el recuerdo de cada fragmento de Historia recorrida y arena de reloj bajo sus pies. Me dio la mano. Él era música, y yo bailé su canción. Intenté hablarle, tenía tanto que decirle que me ahogaba, pero de mi boca solamente salían calor y un monótono tic tac. Entonces paró el mundo y pude contarle un secreto al oído. Al despertar, me quedó el recuerdo, tan real como la vida, y un latido inconstante en el pecho midiendo el tiempo irregular en el que le pienso.

Hace poco alguien me recordó que "Terminator" es una de las películas más románticas de la historia del cine. Si un hombre atraviesa el tiempo por ti, hay que amarle si o si. Va por ti.


 I came across time for you, Sarah. I love you. I always have. Terminator

John Connor gave me a picture of you once. I didn't know why at the time. It was very old—torn, faded. You were young like you are now. You seemed just a little sad. I used to always wonder what you were thinking at that moment. I memorized every line, every curve... I came across time for you, Sarah. I love you. I always have  (Fragmento de diálogo de "Terminator")


#Terminator #SarahConnor #ICameAcrossTime

Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email :)


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...