domingo, 22 de marzo de 2015

Inhumanidad, lluvia y pájaros en vuelo rasante


Desde esta altura venzo a la valla que se empeña en ocultarme las montañas y el bosque de pinos prodigiosos del otro lado, que concentra una representación de todos los pájaros del mundo. Observo en silencio, sin moverme, mimetizada con el aire y la lluvia suave que a ratos rebota en las hojas, formando gotas gruesas que hacen un sonido hueco al caer. Un pájaro grande y negro roza mi pelo en vuelo rasante, tan cerca de mi oreja que puedo escuchar el frufrú del roce de las plumas de sus alas al volar. En esos momentos ya no soy humana y la Naturaleza, acostumbrada a desconfiar de los hombres, no me teme. Dejo que la inhumanidad me posea un rato más, disfrutándola. El tiempo pasa y la lluvia se queda atrapada en mi pelo salvaje mientras mi yo animal olfatea la tierra mojada y el aire frío con los oídos alerta y los ojos llenos de libertad.


Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email 


domingo, 15 de marzo de 2015

Canicas



CANICAS 
(Microcuento)

El niño miraba cómo al otro lado del cristal un niño jugaba con una canica. La acercaba a su cara y la observaba, deleitándose, disfrutando de su pequeño tesoro. De pronto, sonó la voz de su madre llamándole para ir a merendar. El niño dejó de mirar la canica y se la metió en el bolsillo. En infinitos mundos, cada vez más diminutos, infinitos niños guardaron su canica de cristal en el bolsillo.

De pequeña sentía verdadera fascinación por las canicas. Estaba convencida de que albergaban mundos diminutos en su interior, como si fuesen pequeños planetas de cristal con la vida por dentro. Me gustaban todas: las pequeñitas y las grandes, las de cristal con colores en su centro, tan en tres dimensiones vistos desde el otro lado del cristal que no entendía cómo podían fabricarlas, las opacas, que eran como pequeñas piedras pulidas y resbaladizas, las gigantes,  tan llamativas, y, sobre todo, recuerdo mi preferida, de un negro casi metálico, con pequeños puntitos plateados. Era como el cielo por la noche, como tener el espacio entero plagado de galaxias en la palma de mi mano. Aún me gustan y confieso tener algunas. Siento auténtico amor por las bolas de cristal, por todas, incluidas las de nieve, pero mis preferidas son las compactas, esas que tienen una base plana y son como cúpulas de cristal con colores por dentro. Sigo mirándolas con atención, convencida de que un día veré moverse a sus habitantes. Por suerte, nunca perdí mi imaginación de niña.

miércoles, 11 de marzo de 2015

El día que Caronte abandonó su barca

El paso de la Laguna Estigia Joachim Patinir , hacia 1510
El Paso de la Laguna Estigia
Joachim Patinir. (Hacia 1510)
El 11 de marzo de 2004 mi teléfono comenzó a sonar casi antes de abrir los ojos. Voces preocupadas al otro lado querían saber si estaba viva, si se me había ocurrido coger un tren para ir a Madrid. Entonces supe el porqué de no haber dormido bien aquella noche. Desayuné sin hambre, sin dejar de intentar enterarme de todo por las noticias. Los zapatos que había planeado comprar aquella mañana dejaron de tener importancia, como todo lo demás. Ni siquiera importaba ir a trabajar o no. El estómago se me hizo un nudo pensando en tantos amigos cogiendo trenes para ir a trabajar, a estudiar. El miedo y la preocupación lo invadieron todo. Después llegaron las imágenes, los testimonios y las lágrimas a cada rato mientras veía la televisión en estado de shock. Y llegó el tiempo de escuchar de primera mano las historias trágicas de gente que había perdido seres queridos o que se habían salvado de refilón para volver a casa con la vida rota por mucho tiempo. En realidad, creo que todos nos rompimos de una manera o de otra. Durante mucho tiempo los fantasmas de ojos vidriosos en los que se convierte la gente en el Metro y en los trenes se convirtieron en animales alerta ante cualquier elemento sospechoso. El Miedo viajaba en cada línea, en cada vagón. Ya nadie se dormía camino del trabajo.

Por aquella época yo tenía una enorme página mensual en un periódico de provincia en la que solía mezclar mi amor por el arte con algún suceso que me llamase la atención o con cualquier tema cotidiano o de opinión. Los horribles sucesos de aquel 11 de marzo me llevaron a escribir un artículo que incluía un cuento basado en El Paso de la Laguna Estigia de Patinir, un cuadro que desde siempre cuelga en mi pared, como una ventana a la Mitología, al Arte y a la Muerte. Lo comparto aquí, tal cual lo escribí en su momento.

EL DÍA QUE CARONTE ABANDONÓ SU BARCA

Caronte deja deslizar su barca suavemente, rompiendo las aguas quietas de la Laguna Estigia. Junto a él, dejándose llevar hacia un destino incierto, el viajero, que ha pagado su pasaje con la moneda que le dejaron sus parientes entre lágrimas y que Caronte, codicioso, recogió de su boca antes de dejar que el alma confusa subiese al medio de transporte que la llevaría al otro lado, donde los jueces Minos, Radamantis y Éaco decidirían a qué parte del mundo de los muertos sería enviada. Durante su viaje, el alma contemplará sobrecogida los posibles paisajes de su destino. Si es afortunada, llegará a los Campos Elíseos, si es considerada mediocre, llegará a la Llanura de Asfódelos y, en el peor de los casos, será enviada al terrible y oscuro Tártaro, custodiado por el espantoso Cerbero, perro de tres cabezas que impide la entrada de los vivos y la salida de los muertos.

Hacia 1510, Joachim Patinir nos contó esta historia con la maestría de sus pinceles, especialmente notable en cuanto a la representación del paisaje, que realiza desde un punto de vista elevado y en el que las figuras no son sino un mero acompañamiento del lugar donde se desarrolla la acción, algo que no había sido habitual hasta entonces. Se trata de un paisaje irreal, recreado por la imaginación del artista, con un ambiente de fría luz verdeazulada. Esto se debe en parte al tema representado y en parte a que no existía la costumbre de realizar apuntes del natural, entre otros motivos porque hasta esta época, el paisaje siempre se había considerado un complemento de las figuras. Aquí, sin embargo, se extiende hacia el horizonte en distintos planos con lo que se consigue la sensación de profundidad que contribuye al protagonismo de una naturaleza que todo lo llena, convirtiendo a los personajes en comparsa del propio paisaje. La importancia de la naturaleza en Patinir puede atribuirse a que durante su estancia en Amberes a menudo realizaba los fondos para las figuras de maestros como Metsys o Isenbrandt y eso le llevó a considerar como de gran importancia lo que hasta entonces había sido tratado como algo secundario.

Los detalles del cuadro, representados con la minuciosidad propia de los pintores flamencos, entre los que se encuentra Patinir, recuerdan muy de cerca al Bosco, sobre todo en la parte correspondiente al Infierno, con sus fuegos encendidos en la lejanía y la figura terrible de Cerbero descansando.

Para mí, uno de los mayores encantos de este cuadro es que combina la mitología clásica con la religión cristiana. En realidad, si observamos la escena, vemos que está construida desde la dicotomía entre el Cielo y el Infierno cristianos, pero sin perder la esencia de las divisiones del Reino de Hades que cuenta la mitología griega. La esencia cristiana se aprecia principalmente en la orilla correspondiente a los Campos Elíseos, que en este cuadro se convierten en verdadero Paraíso, con ángeles que acompañan a las almas buenas a la Jerusalén Celestial, mientras que el Infierno sigue más de cerca las creencias antiguas al situar a Cerbero junto a la puerta. También es hermosa la contraposición entre la violencia del Infierno, con sus terribles incendios en la lejanía, contrastando con el horizonte del Paraíso, hecho de serenidad y cristalinas construcciones celestes.

La Historia muchas veces se ha nutrido de cuentos contados por historiadores y los cuentos y las historias mitológicas en numerosas ocasiones se han inspirado en hechos de la vida real, a veces hermosos y felices y a veces espantosos y terribles. Nosotros también formamos parte de la historia y por tanto de esos hechos susceptibles de ser narrados, bien científicamente, bien de forma literaria. Por eso, probaremos a contar una de esas historias terribles como si fuese un cuento trágico. 

El día 11 de marzo de 2004, Caronte se vio abrumado por una avalancha de trabajo. Cerca de doscientas almas esperaban para ser trasladadas a la otra orilla. Se hallaban desorientadas porque no conocían qué era lo que había sucedido. Acababan de llegar allí y no sabían si siempre era igual, si todas las almas tenían que esperar tanto para ser admitidas en el nuevo mundo que las aguardaba. Mientras tanto, dioses de todas las religiones, reunidos precipitadamente ante un caso de tal gravedad, decidían el destino de aquellas personas que en vida se inclinaron por unas creencias o por otras. Lo que tenían claro es que no importaba como fueron en vida, aquella muerte cruel y atroz les limpiaba de todo pecado, así que se procedió a hacer sitio en el Paraíso, en los Campos Elíseos y en todos aquellos destinos en los que creyeron y con los que soñaron cuando aún vivían. Se prepararon los ángeles, las huríes, los antepasados, los dioses y en general todos los encargados de recibirles y tratarles como merecían tras su martirio. Caronte, viejo y cansado, no daba más de sí y por ello decidió hacer algunos cambios. Pidió permiso a sus jefes que preocupados como andaban analizando la situación, se lo concedieron. Entonces, Caronte dejó su barca atada a la orilla y, haciéndose con los mandos de los fantasmagóricos trenes, condujo de una vez a todos los que esperaban hacia los mil y un paraísos de sus religiones, ante la atenta mirada de Cerbero que mientras vigilaba por si se filtraba y llegaba al Cielo algún posible terrorista muerto en el atentado, se preguntaba por qué no habían tenido la idea de cambiar antes, cuando aquel terrible 11 de septiembre la Laguna se llenó por completo de almas y restos de avión. La codicia de Caronte quedó satisfecha, pues se contaban por miles las monedas que encontró en los bolsillos de todos los fallecidos. Y después de solucionar este problema, los dioses no descansaron y siguen sin descansar, porque no pueden entender que los seres humanos aún no hayan aprendido que, por encima de los territorios, las ideas o el dinero, está la vida.

No quiero caer en críticas, sólo añadir que cuando se desnuda un atentado de política, solamente queda el dolor y eso es precisamente lo que nunca debe olvidarse, el Dolor, con mayúsculas

viernes, 27 de febrero de 2015

Disparos verdes


A veces, me palpo los huesos para recordar que por dentro sólo soy un esqueleto más, que esta vida que disfraza mi muerte es únicamente un vestido sin lentejuelas esperando ser arrancado por un amante descontrolado dueño de una guadaña afilada.

Nunca me cicatrizan bien las heridas de la incomprensión, ni las que hacen las mentiras o las que me hago a mí misma al disimular lo que sé, quizás porque no puedo evitar arrancarme las costras, que imagino hechas de veneno supurante, sangre seca y desamor, para no verlas.

Un árbol me apunta con sus ramas nuevas. Le miro sin moverme, esperando, y me dispara balas de yemas primaverales que estallan en hojas recién nacidas. Caigo al suelo con el corazón reventado, herida de recuerdos, manchado el pecho de fragmentos pegajosos de verde nuevo.

Por un momento, siento un miedo infinito a que se vaya el frío con sus vapores de anestesia y a que el corazón se cure.

El árbol estira sus ramas y rebusca en mi pecho, entremezcla su savia nueva con mi sangre antigua y noto una tibieza que no quiero sentir. Le grito que me deje morir, y él, ajeno a mis súplicas, clava sus ramas más profundamente, hasta que se convierten en raíces con la humedad de mi cuerpo.

Nadie vio nunca antes un corazón verde latir, pero late, y mis heridas, cerradas, se confunden con mi piel y no se notan.

Ahora creo en la primavera como un nuevo principio.

Tal vez, sólo hay que morir para renacer de nuevo.

(Textos guardados en los bolsillos del tiempo)

Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email 


sábado, 21 de febrero de 2015

El baile del viento

Senda 3, libro de lectura. Santillana

Salgo a gritarle al viento lupino y feroz que no sople sobre mi hogar su aliento destructor. Él se enamora de mi pelo y juega a darle vida, a moldearlo simulando sus ondas mientras yo intento fotografiar la distorsión producida por su fuerza en la superficie del agua, el baile sinuoso, continuo y por momentos violento que su música provoca en el alma danzarina de los pinos. Ahí vive la Poesía, hermosa y descarnada como la propia Naturaleza.

Foto: "Pandora y los niños". Senda 3. Santillana (Uno de mis tesoros favoritos)


jueves, 12 de febrero de 2015

Diario de una esquimal en tierras extrañas. La Pesca

Corazón congelado. Foto Mar Goizueta

Diario de una esquimal en tierras extrañas: La Pesca.
Hoy hemos hecho agujeros en el hielo de la piscina para pescar. Olvidamos los anzuelos y que la pesca depende de la existencia de fauna acuática. Sin embargo, el esfuerzo no ha sido en vano porque entre las planchas de hielo encontré mi corazón. Lo he descongelado con el calor de mi pecho y me lo he comido crudo. Mientras tragaba me pareció notar una leve palpitación. Tal vez ahora vuelva a ser humana.

La música hoy la ponen José González y su "Heartbeats", delicada y bella como el hielo, rotunda como un zarpazo en el corazón

...Ten days of perfect hues
The colors red and blue 
We had a promise paid 
We were in love 
...
And you, you knew the hand of the devil And you,
kept us awake with wolves' teeth
Sharing different heartbeats
In one night...


martes, 3 de febrero de 2015

Los Dioses son de granito

Monte Louro. Foto Mar Goizueta
Foto: Monte Louro, en Louro (Muros, A Coruña, Galicia)
Los dioses son de granito y vigilan, eternos,
el transcurrir de las vidas de los hombres,
que de lejos parecen pequeñas hormigas,
veloces y atolondradas,
huyendo de la pisada de un gigante.

Poderosos y distantes,
permanecen ocultos bajo sus mantos verdes,
asomando a veces, altivos, más allá de las nubes,
con los huesos suaves del desgaste
y cicatrices profundas donde se les rompió la piel.

Los dioses de granito aprendieron a aceptar ofrendas
y se acostumbraron a que la sangre corriese por sus surcos,
a servir de trono a dioses falsos
y a reyes que se creyeron todopoderosos.

Calmaron su ira con rituales de druidas,
recibieron, afectuosos, la visita de las brujas,
vigilaron el sueño de quienes les veneraron.

De eso hace mil vidas y un día.
Ahora nadie los recuerda.
Y llegará el día en que no resistan
el desagradecido olvido de los hombres.

Entonces, exhibirán sus huesos pulidos,
las vértebras de roca que forman su espina dorsal,
sus pétreos dientes feroces,
sus manos crispadas de furia.

Abrirán sus bocas profundas y vomitarán la lava de sus estómagos,
harán ver su rabia con riadas de lodo
que arrasarán hogares y vidas a su paso.

Después, los dioses de granito permanecerán eternos,
sonriendo con los ojos llenos de sangre
mientras ven desaparecer a los hombres que los olvidaron.


Al principio publiqué esta entrada en el blog sin nada más que la foto y el poema, pero no puedo resistirme a hablar un poquito más sobre esos dioses que para mí son importantes.

Hay dos lugares en los que paso mucho tiempo y mucho más pasaría si pudiera.


Uno de ellos es Louro, en Muros, A Coruña, mi parte preferida de Galicia, situada en la llamada Costa da Morte, un nombre que recuerda lo bravío de su mar, ese mar que huele a espuma, a fuerza y a salvaje y que tantas vidas se ha cobrado con su furia. Un mar de mareas brutales, cambiantes y lunáticas en las que las estrellas brillan para iluminar el agua y los faros reinan en la noche. Allí, vigilando la Ría de Muros-Noia, está el Monte Louro, inmensa mole de granito, frontera entre el mar tranquilo y el mar de olas enormes, separando la placidez de la Ría, calmada y suave de ese mismo mar esquizofrénico que a la vuelta de la esquina que forma la ladera del monte se vuelve revoltoso y juguetón para acoger a surfistas y valientes. Y allí, en la cara indómita, entre dunas que imitan olas secas, guarda un tesoro, una laguna que oscila entre dulce y salada según los caprichos de la Naturaleza y por ello aloja una fauna y una flora tan especiales como ella, la Lagoa de Xalfas. El Monte Louro domina desde su altura el mar y vigila, omnipresente, las vidas de las gentes de Louro y, aunque no se diga, yo creo que es un dios casi tan poderoso como su hermano Pindo, tan cercano que podrían comunicarse con una leve vibración de sus rocas. Yo conozco la ira del fuego lamiendo su superficie, las llamas como catedrales corriendo por lo más alto azuzadas por el furioso Nordés y conozco al dragón pétreo que duerme a medio camino de su altura, protegiendo al protector, el que irá a su lado cuando comience la guerra del olvido y vomitará fuego por él. Ahora está tranquilo, pero no le gusta que la ceniza manche su lomo, que las llamas dejen al descubierto las vértebras de su espalda y cuando no pueda más, se erguirá orgulloso y despertará al Monte. Entonces temblará el mundo y la Ría perderá su paz. Y será tan mortal como fascinante verlo.


Otro de mis Dioses de granito es Peña Muñana, en Cadalso de los Vidrios, Madrid, que para mí siempre ha sido El Piquillo, un nombre que disminuía su magnitud haciéndolo más cercano, más accesible. Es la montaña de mi infancia, de mi juventud, de mi vida entera en los fines de semana, de parte de las vacaciones, de las escapadas y algún día puede que lo sea de mi día a día. Desde que me levanto está ahí, controlando el cielo ayudado por su ejército de rapaces, que vuelan majestuosas, vigilando ese cruce de caminos de aviones que pasa sobre su cabeza. Sus huesos de granito son tan maravillosos que los hombres se empeñan en arrancarlos, sin saber que ese será su final, porque todo tiene un límite y un precio y llegará el día de la venganza. El Piquillo es generoso y disfruta transmitiendo el calor que guardan sus rocas a los animales y sirviendo de cauce a los miles de riachuelos que recorren su cuerpo. A mi me gusta subir arriba del todo, atravesando caminos o rocas, entre setas, musgos, pinos y un pequeño reducto de helechos y al llegar a lo más alto, tumbarme sobre la roca pelada, con nada más que el cielo sobre la cabeza y recargarme de la energía ancestral que guarda, absorber su magia antigua, la fuerza del sol acumulada en los minerales de sus huesos. Allí vive El Fraile, descomunal gigante que finge ser piedra a ojos de los hombres, pero que cuando nadie le ve baja a beber el jugo de las vides que crecen a pie de la Peña, dejando a veces que el viento le quite la siniestra capucha y el sol acaricie su tonsura. Esto no lo ha visto ningún ser humano, sólo los animales y el Hombre Lobo del bosque cuando está en forma lupina, pero no cuenta porque al despertar los recuerdos se le mezclan con las sensaciones y casi nunca está seguro de lo que ocurre en las noches de Luna Llena, ni de lo que han visto sus ojos amarillos. Hay también una Monja, compañera del Fraile, que, como es mucho más discreta y tímida, no se deja ver con tanta claridad. La Peña es benévola y quiere a los Hombres que no la han olvidado y celebran su fiesta grande en sus laderas y ponen su nombre a las cosas que les importan, pero el expolio de su cuerpo, el matar a sus hijos por conseguir sus huesos, acabará un día con su paciencia, se desatará su ira y llegará el fin, pues la ira de los Dioses es impredecible y difícil de calmar y no valdrán argumentos ni armas contra su magnitud.


Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email :)


viernes, 30 de enero de 2015

La Dama de Shalott navega en piscinas llenas de nostalgia

Nostalgia. Foto Mar Goizueta


La nostalgia llena las piscinas vacías de verano, como un líquido amniótico en el que se eternizan las hojas caídas, fúnebres retazos de otoño simulando ser recuerdos muertos o imágenes difusas de una vida deseada.

Sonó el último canto del pájaro camino del nido en una noche aún cálida que llegó demasiado pronto, como metáfora de un tiempo desaprovechado. El bosque se fue callando poco a poco, el cielo se volvió fuego y empezó a soplar un viento nocturno y perturbador. En ese preciso momento, una corriente helada recorrió el cuerpo de la dama. Era la consciencia de que había perdido la sonrisa y con ella su identidad.

Desde entonces la busca en el fondo del agua. Con los brazos hundidos, revuelve el fango y los cadáveres que muerden su piel, sin importarle que sus manos sangren, heridas de frío y tristeza.

La busca diseccionando poemas y destrozando cuentos, devorando libros, saltando entre nubes, bebiendo canciones que hacen que se estremezca cuando bajan por su garganta. Araña su pasado arrancando capas de pintura para ver si así logra entenderlo, pinta de nuevo encima y siempre aparece el mismo paisaje, un lugar irreal flotando entre fragmentos de celuloide y estrellas.

Para no sentir, sueña despierta con soñar que duerme y que en sueños navega como Lady Shalott en una barca robada de un sueño de David Lynch por las aguas sinuosas del tiempo hacia un pasado inexistente, donde piensa recuperar su título de dama y la sonrisa que la definía.

Y en el camino encuentra amores, monstruos y deseos que se funden en negro en su película muda con frases que ella misma escribe e intercala entre las escenas mientras la música de los planetas, ejecutada por un instrumento futurista y delirante, suena en su mente, tan consistente que puede atraparla entre sus dedos y tejer un tapiz con sus vibraciones.

Siente que hay dolor y a veces algo de felicidad, que en cualquier momento sus ojos podrían oscurecerse y su sangre volverse hielo, pero navega y navega porque no hay otra cosa que pueda hacer y en su viaje a veces cruza mundos y se pierde. Nunca nadie dijo que fuese fácil el camino a Camelot. Nunca nadie dijo que en una piscina no se puedan encontrar sirenas y ahogar pensamientos entre monstruos marinos de tentáculos infinitos.

Y así sigue. Porque eso es la vida. Su vida.


The Lady of Shalott. John William Waterhouse (1888) 

No me resisto a poner la canción de Loreena McKennitt "The Lady of Shalott" basada en el precioso poema de Alfred Tennyson 

martes, 20 de enero de 2015

El Tiempo es de cristal


El Tiempo es de cristal, si se rompe, los segundos vuelan libres como partículas de luz.

Y hay una hormiga marcando el ritmo caótico del tiempo liberado.

Por eso, todo es calma en el Jardín Burbuja,

excepto cuando sopla el Viento enloquecedor y robasueños,

capaz de despedazar la Luna y arrasar lo poco que queda de mi cordura

las noches en las que los gatos bailan bajo mi ventana canciones tristes de amor.


*Más fotos en: https://www.flickr.com/photos/lasmiradasdemar

Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email :)


viernes, 9 de enero de 2015

El miedo viaja por carreteras secundarias


      ¿Queréis saber qué es el miedo? Yo os lo voy a explicar. El miedo es una sensación de angustia densa, un retorcerse el estómago, una presión perversa en un punto exacto del pecho que nos hace enloquecer. Es un erizarse la piel, un secarse la garganta y un aguzar el oído. Es un latido desbocado del corazón y un querer salir corriendo sin saber en qué dirección hacerlo. Es el caos en la mente y la tensión en los músculos. Es un estado sublimado de atención.

      Yo no podía imaginarlo, pero mi miedo me esperaba en medio de una noche oscura sin luna en una carretera secundaria que no parecía ir a ninguna parte, e hizo su aparición, por sorpresa, en el momento justo en que se pinchó una rueda de mi coche y tuve que detener el motor. Fue una repentina y muy perturbadora sensación que nació como un soplo helado y creció hasta el infinito al bajar del coche para comprobar los daños. Entonces empecé a sentirme perdida, desolada.

      Logré calmarme un poco y empecé a escuchar el ruido de animales grandes hozando cerca de las cunetas de la carretera. Era un sonido conocido y salvaje que no conseguía ocultar la música que componían el susurro del viento helado de invierno en las hojas de los chopos y el siseo, como de serpiente, de la corriente del río que bordeaba esos mismos árboles, una canción llena de belleza que habría disfrutado de no tener tantas cosas por las que preocuparme.

     Al pensar en mi situación, surgió otro miedo más, el de esperar en aquella noche hermosa, cerrada y llena de misterio, la más que probable llegada de la Guardia Civil, con sus potentes focos de luz capaces de volver la noche día.

     Llamé al seguro y un nuevo miedo se unió a la fiesta de mi desazón al comprobar que el empleado de la grúa que vino a arreglar el pinchazo era un gigante de dos metros de altura armado con una inmensa llave para desmontar ruedas. Y yo, tan cerca de aquel hombre enorme, apenas podía respirar de pura inquietud.

     Observé, sobrecogida, como, sin preguntar, sacaba una linterna y abría el maletero para buscar la rueda de repuesto. Fue cuando se apoderó de mí el terror más intenso, un pánico que sentí como un golpe que duró un segundo infinito concentrado en apenas el tiempo de un parpadeo, en el que vi a cámara lenta como abría el portón e iluminaba el interior. El mundo no volvió a moverse a velocidad normal hasta que pude comprobar, con alivio, que no había goteado fuera de la bolsa de basura, cuidadosamente cerrada, la sangre del cazador que tuve que matar esa misma mañana en el campo, harta de sus bravuconadas de asesino de animales, el mismo que yacía en la cuneta a la que no me quedó más remedio que arrojarlo cuando tuve que parar el coche, y que con su olor a carne fresca estaba atrayendo a las alimañas del bosque, que escuchaba acercarse ávidas, ansiosas de comerse mi cena en una preciosa jugada circular del destino.

Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email :)


miércoles, 7 de enero de 2015

El Sapo incorrupto

Os juro que sé donde vive el sapo incorrupto, justo al lado de donde se puede ver bailar a las hadas si se sabe mirar, entre setas y pinos y cerca de un arroyo intermitente. No os diré el lugar exacto para que nadie perturbe su muerte/vida eterna, pero está allí, contemplando el mundo, tan repleto de sabiduría que podría explotar.


EL SAPO INCORRUPTO

      En los cuentos de princesas siempre hay sapos. Los escritores los disfrazan de ranas con trajes de palabras porque tienen fama de feos y nadie se cree que los vayan a querer besar, pero son sapos. Y las princesas son humanas. Por eso, cuando averiguan las virtudes alucinógenas de los sapos, sacan sus lenguas y los lamen con voracidad. Casi nadie lo sabe, pero las ranas son demasiado inquietas para llevar corona, por eso no pueden reinar. Me lo contó un sapo que había ido a morir en el Claro de las Hadas, allí donde la corrupción no existe. Por ese motivo, se mantenía en el último instante de su tiempo, con una pata en la vida y otra en la muerte, con la consciencia plena en ambos lugares, vivo mientras no se moviese de aquel lugar, muerto en todo momento. Las hadas, eternamente asombradas por el hecho de su semivida, le dejan estar en su lugar de magia, pues a nadie puede ir a contar sus secretos y, además, a cambio de su estancia, él puede narrarles cosas de ese mundo de los muertos que ellas desconocen, pues son tan longevas que ninguna sabe de alguna hermana hada que haya muerto.

      Yo llegué allí por casualidad, siguiendo el vuelo danzarín de las más jóvenes, distraídas en el encanto de disfrutar su recién estrenada capacidad de hacer acrobacias entre los árboles. No me vieron porque tengo la virtud de caminar casi sin pisar el suelo, con el silencio de los grandes felinos inexistentes en ese bosque, por ese motivo no podían imaginar que hubiese un ser que pudiera descubrirlas burlando sus afinados sentidos. El sapo me confió el secreto de su eterno vivir sin el temor de que yo quisiera seguir su ejemplo. Doblemente sabio, estaba seguro de que para el alma libre de un felino vivir por toda la eternidad en un diminuto claro de hadas sería más condena que premio.

      Descubrí su peculiaridad porque estaba tan inmóvil, pero tan lozano y fresco al mismo tiempo que no podía entender que estuviese ni vivo ni muerto y, ante mi insistencia en tocarle para comprobar su integridad, comenzó a cambiar frenéticamente de colores y estados. Tan pronto me miraba desde un abismo insondable como estaba a mi lado, tan cerca que podía acariciar su piel. A ratos era verdoso y natural y a veces se disolvía en colores imposibles. Por momentos parecía hecho de aire y al segundo siguiente era mercurio deshaciéndose en gotas que se juntaban para volver a ser un sapo común. No sé cuánto duró, sólo que fue suficiente para empezar a dudar de mi cordura. Entonces, tan de repente como se había iniciado aquel espectáculo maravilloso, todo paró y empezó a hablar. Ese fue el principio de nuestra amistad.


Como banda sonora "Kiss that frog" de Peter Gabriel

viernes, 19 de diciembre de 2014

Postales desde el Infierno

Juego de tronos, Daenerys Targaryen (La Khaleesi) frente a la pira funeraria de Khal Drogo. Game of Trones
Juego de tronos. Daenerys Targaryen (Khaleesi) frente a la pira funeraria de Khal Drogo

POSTALES DESDE EL INFIERNO

Rebuscar cadáveres de demonios entre las cenizas,
hacer de los recuerdos cimientos...

Y vivir, vivir antes de que la vida decida que hemos vivido bastante.

Aprendo esto mientras paseo por el Infierno con la gracia del Ave Fénix
y compruebo que no sirve de nada prolongar las líneas de las manos con cuchillas afiladas,

que no se puede burlar al destino.

Huimos del fuego
cuando es el humo el que mata,
silencioso, traicionero, fulminante y gris
ennegrece los pulmones y opaca el alma,
y atraviesa la piel dejando su sello en las huellas dactilares
para que no olvidemos que cualquier día puede ser el último

que quizás ya estamos muertos.

De repente, todo son restos de un naufragio,
y yo a ratos soy una superviviente aferrada a un salvavidas
y a ratos soy mar embravecido en mitad de una tempestad pintada por Turner.

Suena una canción manchada de hollín,
llega como un torrente que me arrasa,
y me tiemblan las piernas igual que después de escapar.
Es un viento que reaviva los rescoldos y el corazón arde
y me siento tan pequeña que podría desaparecer.

Nadie es para siempre.
Nadie es imprescindible excepto si es amado.

El mundo parece seguir igual,
y no sé si yo también soy la misma.

o si algo cambió en ese condicional que separa la existencia de la no existencia

A veces, necesito recordar que sigo viva,
por eso envío postales desde el Infierno


* Imagen: #JuegoDeTronos #Danaerys frente a la pira funeraria de #KhalDrogo

sábado, 13 de diciembre de 2014

Los muertos caminan de la mano

Ángel

LOS MUERTOS CAMINAN DE LA MANO


Desde fuera del miedo, todo es paz,
bendita ignorancia el no saber
que no hay más dios que la muerte,
que todo lo puede.

Se me retuercen mis muertos en el estómago,
no puedo asumir su soledad.
Regurgito su recuerdo en palabras
que arden incendiadas de dolor.
Medito sobre el preciso instante, el exacto momento,
y me viene a la boca el sabor del fin.

Yo he tragado terrores,
sabían a hiel
y abrasaban cómo llamas vivas.
La garganta, el pecho y el vientre arrasados,
convertidos en un desierto en el que rueda una planta.
A un lado, una figura que espera
y enfrente nadie.
Ya desapareció el desafiante,
se hizo humo antes de que llegara el enterrador.
Sólo queda devastación.

En el miedo de verdad no hay compañeros,
se borran los brazos que te quieren acoger
y las manos tendidas se hacen blandas y se deshacen.
No existe nadie.
Sólo tú y el terror nublando la visión,
una burbuja que detiene todo,
excepto el bombeo hipnótico de tu motor,
y el aliento gélido del miedo formando torbellinos en tu nuca.

El frío con sus largos dedos helados
se aferra al pecho y estruja el corazón
después de atarte las tripas con nudos de marinero.
No hay nada más.
Sólo tú y las alimañas relamiéndose tu sabor.
Sólo tú y el desamor,
la esperanza quebrada,
la desolación.

La muerte otorgando su don de la sabiduría absoluta
por el módico precio de una vida entera de miedo.
Y la inquietud.

Yo bebí muerte,
sabía a sangre de regusto metálico,
a vacío.
Es una pócima que lo borra todo
y te vuelve niebla por dentro,
un paisaje en el que no puedes ver tu sombra
y rebota el eco de tu voz llamándote.
Te has perdido y no hay retorno,
Ella ha mutilado tu felicidad
y se ríe con sus dientes sin encías.
Ya siempre estarás incompleto,
ahogando los cumpleaños en lágrimas,
esquivando fotos que se vuelven dardos
siempre certeros.

Nunca estamos solos,
llevamos a nuestros muertos caminando al lado,
y nos dan la mano.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Ride the snake

El Universo. Toth Tarot. Aleister Crowley y Lady Frieda Harris
"El Universo". Toth Tarot. Aleister Crowley y Lady Frieda Harris

Deambulaba por la calle en cuesta,
ahogada de lluvia y noche.

Había gente arrojando almohadas al cielo,
que yo desgarraba en una orgía de plumas,
                                         aullando una canción:
                                                               
This is the end, my only friend, the end

Y el aire se llenó de blanco.
Y el suelo se cubrió de barro y plumas manchadas.

Insectos rodeaban la casa,
la inquietud custodiaba la puerta
y una serpiente venenosa me esperaba
                                                      dentro .

En otra casa, que era la misma,
                                      aún sin serlo,
él soñaba despierto.

Escondida tras la valla,
yo le pensaba en mi jardín,
frágil frontera para el corazón.

Se había enredado en mis raíces
y creo que Mamá me hablaba de él.

Le saqué el veneno a la serpiente
que me perseguía
             anudándose en mis pies
                                             y la dejé vivir.

Él vino cantando una canción,
una historia de amor
                         que era para mí.

Su voz era como la de Jim Morrison,
quería que escuchase sus versos,
                                          acercarse.

Pero todo dolía ya demasiado.

Por eso escapé de aquel mundo de sueños extraños,
con murciélagos revoloteándome en el pecho
y la serpiente enredada en mi ser, formando un verso:

Ride the snake... he’s old, and his skin is cold


* The End de The Doors, tan presente en el poema, no podía faltar

#

#TheDoors #JimMorrison #TheEnd

lunes, 8 de diciembre de 2014

La Bella Eterna. 150 Microrrelatos de Terror. Homenaje a Edgar Allan Poe


Mi cuentecito "La bella eterna" participó en el III Concurso de Terror ArtGerust. Homenaje a Edgar Allan Poe y al ser uno de los finalistas ahora forma parte de la antología 150 Microrrelatos de Terror. Homenaje a Edgar Allan Poe. Participé por dos motivos, el primero que se trataba de un homenaje a Poe y el segundo que medir el número de palabras para no pasar de 160 se me figuraba un desafío apetecible. Ahora me alegro de haberlo hecho, me parece bonita la idea de que forme parte de un libro. Aquí lo tenéis:

"Annabe Lee", Visions of Poe. Simon Marsden

LA BELLA ETERNA

Con viento del Norte y el cielo llorando pequeñas gotas heladas, la enterraron el aquel cementerio junto al mar, dejando incompleto su amor fraguado con inocencia y sabor a salitre en los besos. Allí la dejó, en la más profunda soledad, con su estatua sobre la tumba enamorando a las figuras de los mismos ángeles. Tres noches después, tres golpes sonaron en el cristal de la ventana del último piso de su mansión. Titubeó aterrado antes de darse la vuelta y mirar, pero lo hizo y vio un cuervo picoteando la ventana. Abrió para espantarlo y en lugar de irse, el cuervo entró. Detrás venía ella, pálida, bella y despeinada, pidiendo permiso para entrar. Entró. El cuervo, posado en el busto que decoraba su cuarto, observó como corrían la sangre y el amor y se alegró de haberle devuelto su espíritu cuando se lo pidió, aunque fuese así. Ella nunca jamás volvió a estar sola. Él tampoco.


*El libro 150 Microrrelatos de Terror está a la venta en este enlace: http://www.artgerust.com/libro/150-microrrelatos-terror-poe/4560

*La imagen que he puesto para ilustrar el relato es una fotografía del libro Visions of Poe de Simon Marsden, uno de los libros más queridos por mi de mi bliblioteca. Es este:  http://www.simonmarsden.co.uk/books-VisionsofPoe-Cover.htm

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Llegaron las canteras gritando muerte

   
"Suavidad". Foto hecha en El Venero (Cadalso de los Vidrios, Madrid)

       Había vegetación por todas partes y vida grande y pequeña, de la que apenas se ve entre las plantas y también vida de esa en la que no todo el mundo cree, la que forman los seres mágicos que, aunque lo hagan secretamente, comparten el bosque con nosotros. Animales hermosos lucían su pelaje, sus colmillos y sus cornamentas y dejaban su huella entre los árboles mientras majestuosas rapaces vigilaban el cielo. Era un paraíso de belleza hasta que llegaron las canteras gritando muerte con su voz de pólvora. Y la vida estalló en pedazos de suelo roto, de roca astillada, de raíces arrancadas, de árboles centenarios supervivientes de mil peligros asesinados en un segundo, de pequeños animales e insectos destrozados. Tan brutal como un devastador trueno que esparce su eco por el mundo y llega el fin. Muere la belleza del granito pulido por la Historia, de su gris y de su musgo multicolor y donde había suelo fértil sólo queda roca limpia, el esqueleto blanco y desnudo que surge una vez arrancadas piel y carne. Un aullido de dolor y de incomprensión hecho de millones de voces verdes y animales surge entre la espesura, pero a nadie parece importarle ese grito mudo que se apaga en segundos dejando un silencio mortal. Llegan los hombres y, como carroñeros, arrancan los restos de vida que quedan, trocean los huesos del cadáver del bosque y se lo llevan en camiones. Prometen subsanar su infamia volviendo a instaurar la vida, como si fuese posible restaurar una obra de arte que la Naturaleza lleva tallando y puliendo millones de años. Los animales que siguen vivos huyen, las aves buscan lugares cuya visión desde el cielo no les deslumbre por su blancura, un paisaje menos apocalíptico donde sea posible encontrar alimento, los hombres sensibles ya no pasan por allí para no llorar. Los responsables y sus consentidores duermen tranquilos, con sus bolsillos cubiertos, sin darse cuenta de que lo que han hecho les pasará factura. A ellos y a todos nosotros.

      Un día os hablaré de como veía yo de niña las canteras, cuando ya me parecían un reflejo del Infierno y aún no se habían comido ni una pequeña parte del bosque que rodea Cadalso de los Vidrios. Ahora cada vez que paseo por la zona de canteras se me saltan las lágrimas. El bosque sufre y a mi me duele porque desde siempre viven allí muchos de mis recuerdos, de los antiguos y de los que sigo creando. 
      Encabecé este texto con una foto de un lugar llamado El Venero que siempre ha sido un lugar adaptado para disfrutar del campo la gente de la zona. Ahora, como si fuese una isla en medio del horror, está rodeado de canteras como esta que aparece en la foto que os pongo a continuación para que veáis la devastadora diferencia. Qué pena. Ojalá algún día las prohíban.

El Venero. Cantera Oeste. Foto MTI Minas Comunidad de Madrid
Canteras de Cadalso de los Vidrios. El Infierno a vista de pájaro



miércoles, 19 de noviembre de 2014

Aquellos maravillosos años. Los niños salvajes que fuimos. Stand by me

 
      Los niños salvajes que fuimos necesitaban cabañas para vivir durante el verano. Nadie debe vivir sin casa, ni siquiera los habitantes de los mundos imaginarios que frecuentábamos con paso firme, los que se encontraban ocultos entre bosques solitarios y años inciertos y que eran tan reales para nosotros como el mundo de los padres, esa otra realidad que sucedía a la hora de comer, a la hora del colegio o a la hora de ir a la cama. Por ello, hubo que construirlas. No quedaba otro remedio. Trabajamos como hormigas laboriosas durante mucho tiempo, o eso nos parecía, acarreando ramas, restos de obras y todo tipo de materiales susceptibles de ser utilizados en la fundación de aquel poblado magnífico de tres o cuatro cabañas que coronaba, orgulloso como una ciudad antigua, la parte más alta del diminuto pinar elegido como asentamiento por su estratégica situación. El emplazamiento lo tenía todo: en primer lugar, la principal característica a desear en un asentamiento de pequeños guerreros, la altitud, que aunque no era mucha, era suficiente para sobresalir por encima de las casas de los alrededores y permitirnos vigilar la zona; en segundo lugar, se podía ir andando en cinco minutos, algo que en realidad sobraba en aquellos tiempos en los que los desplazamientos se hacían en bicicleta, independientemente de que hubiese que recorrer un kilómetro o cincuenta. En un alarde de integración de arquitectura y naturaleza que habría impresionado al propio Frank Lloyd Wright, nuestras cabañas armonizaban con el bosque, se camuflaban en él, formaban parte de él. Una roca gigante podía ser un tejado, un árbol podía convertirse en pared, el granito, tan abundante en la zona, era el mejor de los suelos y unos ladrillos robados de algún chalé en construcción servían de inestable y lujoso mobiliario. La decoración consistía en mosaicos de piedras, plantas, barro y cualquier cosa que pudiésemos conseguir.

      Lo más curioso es que aunque no éramos demasiados niños, se acababan por reproducir estructuras sociales propias de un asentamiento humano primitivo, con categorías de poder basadas en la edad, la capacidad de manipular al resto o las ventajas de pertenecer al núcleo de fundadores, que eran los que decidían si se admitía o no a otros niños y tomaban las decisiones importantes. Es curioso recordar cómo, aunque partíamos de una cabaña por persona, algunos acabábamos compartiendo casa, al fin y al cabo era mucho más divertido estar juntos y es que de pequeños el sentimiento tribal está mucho más arraigado y nadie quiere estar aislado todo el tiempo, ni siquiera los niños más solitarios.

      ¿Sabéis una cosa? Aunque han pasado mil vidas desde entonces, cuando voy por el campo sigo encontrando buenos emplazamientos para mi cabaña por si alguna vez vuelvo a ser niña. Si es que alguna vez dejé de serlo.
     
      La banda sonora de hoy tiene que ser "Stand by me" de Ben E. King, de la B.S.O de la película del mismo nombre, conocida también en España como "Cuenta conmigo", dirigida por Rob Reiner y protagonizada por Wil Wheaton, River Phoenix, Corey Feldman y Jerry O'Connell

jueves, 13 de noviembre de 2014

Poeta de Ciencia Ficción

Imagen Pilar Zeta
Imagen: Pilar Zeta
      La mujer entre mundos se siente irreal, inconsistente con sus partículas esparcidas en diferentes universos, tan imposiblemente dividida que anda siempre al límite de la demencia. Poeta de ciencia ficción, escribe delirantes versos sin sentido con la electricidad de sus dedos mientras espera la nave extraterrestre en la que buscar respuestas como la explicación de su dualidad y la verdadera naturaleza de su sangre diferente. Tantas veces sueña con su cabeza reventada en millones de salpicaduras de estrellas formando galaxias con su esencia y su dolor, que se le ha quedado el espacio guardado en la mirada y si miras bien dentro de sus ojos, podrás ver reflejada la tristeza brutal y desoladora que sólo puede nacer en el infinito. No le importa el mundo ya, sólo quiere flotar ingrávida, sin pensamientos, ahogarse en un vacío tan abismal por dentro como por fuera, no pensar. Anhela suprimir su capacidad de estar en varios lugares y habitar en el mundo de los sueños, y no ser nada ni nadie en ninguna parte se le figura como la mejor de las bendiciones. Sabe que no hacer caso jamás al corazón es una recomendación que ningún ser extraño como ella debería olvidar, pero a veces pierde la memoria y se deja llevar y con su magia crea personajes que parecen de verdad y los ama, aunque por inventados no merezcan tanto amor como ella da. No quiere sufrir más y por ello, en secreto, cada día planea cuidadosamente asesinar a su imaginación, arrancarle las venas a bocados, extraerle hasta la última gota de sangre y destilarla en vulgaridad. Piensa en despedazar al tiempo, desmembrar las agujas de su reloj, parar su tic tac irregular, absurdo y anómalo que no sigue el ritmo del resto de la gente. Todo haría por detener el girar enloquecedor de sus pensamientos, hasta morir, si la muerte no fuese un mundo más en el que vivir.

      Para poner música a la historia de la Mujer entre dos mundos, nada mejor que este tema de la B.S.O. que ha compuesto Hans Zimmer para Interestelar, la recién estrenada película de Christopher Nolan. El tema se llama "Day One Dark" . Una obra maestra la película y la banda sonora. Y ya puestos, opino que Matthew McConaughey debería formar parte del reparto de todas las películas.



 #MatthewMcConaughey #ChristopherNolan #HansZimmer #Interstellar #Interestelar

martes, 11 de noviembre de 2014

En aquel lugar

Lilith. John Collier (1892)
Lilith. John Collier (1892)
"Hay muy pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos."
André Gide 

      Ahora, en el lugar donde yo te tenía, sopla el viento moviendo la inconsistencia del recuerdo de tu cuerpo y hay ecos de un futuro incumplido, de deseos que se quedaron a medias, de amores que no fueron del todo. Aquel es ahora un lugar fantasma en el que el desamor tejió visillos que velan su luz para vestirlo de olvido, sin conseguir, de ninguna manera, borrar la intensidad de lo que sentí, la belleza de saberte, por un momento, tan necesario.

      No te voy a engañar, a veces acudo allí y me desnudo dejando que el frío del vacío perfore mi piel insensibilizándola y deseo que penetre tan profundamente que congele mi corazón. Algunos días no puedo resistirme y dejo salir mi otro yo, el que disfrazaba para ti, es por ello que hay surcos de mis uñas en las paredes a las que trepé para cambiar la perspectiva, por ver si así conseguía que no pareciera mi hogar. En un rincón sigue abandona la piel que mudé para parecerte más hermosa y no asustarte. Está fría, vacía e inerte, tanto como la que llevo anclada a mis músculos, muerta sin caricias que la hagan revivir. Paso mi tiempo casi infinito en ese lugar que creamos los dos, ahogándome entre sus paredes que siento sin aire ahora que no puedo respirarte, hasta que, invadida de furia, hago desaparecer fragmentos del suelo para que se vean las estrellas que nos sirvieron de cimientos y asomen las galaxias sobre las que construimos nuestro refugio.

      Sí, es cierto, soy un monstruo, uno de los más aterradores que puedas imaginar, de los que son capaces de invadir tus sueños, de los que pueden conceder exactamente lo que deseas, pero olvidas que si vine de la Nada fue acudiendo a tu llamada, a los deseos ocultos con los que me convocaste. Llegué del lugar incierto donde viven los seres que se temen y aman al mismo tiempo siguiendo el rastro de tus íntimos anhelos, los que huelen a insatisfacción con un matiz de oscuridad. Tú me diste esta humanidad que ahora aborrezco y de la que no consigo desprenderme del todo, se quedó alojada en mi esencia más profunda como una cicatriz, convertida en un estigma que arrastro y duele.

      Es verdad que soy primaria y egoísta, es mi naturaleza, por eso te quería para mí, por eso si vuelves te devoraré, masticaré cada fragmento de tu alma y me lo tragaré con deleite, con ansia animal y ya no podrás elegir: no volveré a dejar que seas tú el que decida, aturdida por ese veneno que es el amor.

      Y si no vuelves, quizás sea yo quien vaya a buscarte. Entraré por tu ventana, arrastraré tu voluntad conmigo y te haré sentir tan completo, tan lleno, tan especial, que todo lo anterior se diluirá en brumas. Y te enseñaré, esta vez sin disfraces, como es el amor de los monstruos, el más auténtico que llegarás a conocer.

Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email   

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Salta por la ventana ¡Valiente!

   
niños beso

Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección.
                                                                                                  (William James)

      Analizando mi propia trayectoria, a veces pienso que no es que la vida no nos de oportunidades para conseguir lo que necesitamos o lo que realmente queremos, lo que ocurre es que tiene la fastidiosa costumbre de ser imprevisible y la mayoría de nosotros torpes a la hora de elegir lo que más nos conviene. No quiero decir con esto que cada paso que no llegue al lugar perfecto sea un paso malo, los caminos son importantes, nos hacen ser lo que somos, por complicados o enrevesados que sean, ningún marinero aprendió a navegar en aguas tranquilas, dice la sabiduría popular. Por el camino aprendemos a vivir, a reconocer lo que nos gusta y lo que no, lo que es bueno, lo que es malo y lo que es peor. Eso es la experiencia, y si tiene una cosa negativa, es el hacernos exigentes y por tanto menos permeables a las tentaciones de cosas que pueden llegar a ser buenas pero nos negamos a probar, olvidando absurdamente que las apariencias a veces son solo eso, disfraces que ocultan realidades. Recordar esto a mi me ayuda a intentar no perder la flexibilidad y las alas que nos hacen fluir, que nos permiten volar.

      Reconozco que en muchísimas ocasiones he tomado decisiones equivocadas en pequeños y en grandes asuntos, unas por no hacer caso al cerebro y otras por no hacer caso al corazón o por hacerle demasiado. De la mayoría no me arrepiento, me han llevado a conocer gente y lugares interesantes, a vivir experiencias que de otra forma nunca jamás habría vivido y si las borrase se irían con ellas personas y momentos que no querría no haber tenido. Si tuviese la oportunidad de cambiar el pasado, seguramente lucharía por no perder muchas de esas cosas, pero sí hay algunas a las que les doy vueltas y pienso eso tan manido de "qué habría sido de esta parte de mi vida si". No os creeríais la de oportunidades de conseguir cosas que deseaba que me ha dado la vida y la de veces que yo no las he visto o no las he querido ver hasta mucho después. Si lo pensáis bien, seguro que a vosotros también. Son puntos de inflexión, paquetes de regalo sorpresa con un envoltorio por desgracia no siempre llamativo que abrimos o no y que, aún siendo la mayoría de las veces discretos, tienen la capacidad de cambiar radicalmente algo, muchas veces cosas insignificantes para el mundo pero muy importantes para nosotros. Si alguna vez habéis abierto uno de esos regalos, sabréis a lo que me refiero, estoy convencida de que gracias a haber elegido bien en alguna de esas oportunidades, atesoráis un recuerdo, un amigo, un amante, un trabajo, un triunfo de cualquier tipo en el que os hace felices pensar.

Esta noche te espero en mi cuarto, salta por la ventana ¡Valiente! Los amantes del Círculo Polar Julio Medm

      Lo realmente terrible de todo esto, es que muchísimas veces reconocemos el regalo, pero nos da miedo abrirlo por lo que pueda significar o intentamos aplazar la decisión de si abrirlo o no y lo dejamos en un estante planeando hacerlo más adelante, cuando nos venga bien o estemos seguros, pensando que se quedará allí para siempre y, escuchadme atentamente, no es así, tienen caducidad siempre. Si no aceptamos el regalo, se va, lo perdemos, desaparece. Aunque me resisto a ello, consciente de que tiene algo de "autofustigamiento", a menudo caigo en pensar que si nos llega uno de esos paquetes y no nos atrevemos a aceptarlo y a disfrutar de su contenido, si no le damos toda la prioridad a lo bueno que nos ofrece, nos merecemos el tener una vida mediocre, el ahogarnos hasta morir en un "qué hubiese ocurrido si" infinito por torpes, cobardes e idiotas. Todo es cuestión de elecciones y nadie dijo que el camino a la felicidad tuviese que ser fácil. "La fama cuesta", lo realmente bueno, a veces, también. Pensadlo.

Otto tuvo que tomar la decisión que le puso en las manos Ana en esta escena preciosa de "Los amantes del Círculo Polar" de Julio Medem

Esta noche te espero en mi cuarto, salta por la ventana ¡Valiente!

martes, 4 de noviembre de 2014

La decisión del Cuervo

   
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
¡Eran más negras que las alas del cuervo de la tempestad!
                                                 ("Ligeia", Edgar Allan Poe)

        A veces, la Luna se disfraza de nube y las nubes se disfrazan de metal para reflejar un sol a punto de fallecer. Entonces, los pájaros cambian de canto en honor de los muertos y rompen un delirante silencio sin sentido capaz de invadir todos los rincones y desquiciar al más cuerdo. Los minutos aceleran su paso y en el preciso instante en que se juntan el día y la noche el Cuervo toma su decisión. En ese momento, el mundo de algunos cambia para siempre. Los gatos observan todo el proceso con la mirada de cristal de quien ve más allá, entienden y asienten con un leve movimiento de cabeza. Para el resto de los seres nada de esto existe y permanecen ajenos al transcurrir de ese tiempo diferente mientras a lo lejos suena un disparo.

*La ilustración es obra de un artista al que yo adoro, Eric Lacombe, estoy muy feliz de que me la haya prestado para decorar mi relato. Podéis seguir su maravilloso trabajo en su web o en su Página de Facebook

#Lacombe #EdgarAllanPoe #EricLacombe #ElCuervo #Poe

Si te ha gustado lo que has leído, suscríbete a mi lista de correo y recibe las próximas publicaciones directamente en tu email :)


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...