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miércoles, 30 de julio de 2014

La Vampira

La Vampira Edvard Munch (1893-1894)
La Vampira. Edvard Munch (1893-1894)
      Infinito gozo es la vida deslizándose por mi garganta, propagándose por todo mi ser yerto, seco, árida tierra con grietas tatuadas era mi piel de pergamino segundos después de recibir el beso de la muerte. Pero mis ojos apelaron a su conmiseración y, arrastrado por su propia lástima, me devolvió parte de mi sangre, gota a gota, fragmentos de roja luz que en mi cuerpo se hicieron eternidad. Y así renací, como renace la planta aletargada que siente en sus raíces las primeras partículas de humedad.

      Hay para mí tres verdades innegables. Una gota de lluvia es un milagro en medio del desierto, una gota de vida lo es todo donde sólo hay muerte y un beso es el mayor deseo en el reino de la soledad.

      Antes de mi transformación, tenía la certeza de quererte, pero nadie que no haya muerto para regresar a una nueva vida conoce el verdadero sabor de las pasiones, la avidez salvaje del deseo animal, el Amor con mayúsculas de quien venda sus ojos con sentimientos para no ver la parte de bestia que anida en algún lugar de su interior.

      Entonces sentí que te amaba de verdad, aunque no me correspondieses, que anhelaba como nunca bucear en tu verde mirada acuosa, reflejo de mil bosques, de mil tristezas, de mil pensamientos ocultos imposibles de descifrar. Por eso te busqué, codiciosa, deseando arrebatarte lo que no conseguí antes de convertirme en lo que ahora soy, hermosa y pálida estatua de cabellos flotantes, frío mármol de tumba hecho mujer de hielo, arrebatadora criatura de facciones sublimadas por la sangre vampírica.

      Supe que amarías al instante mi hipnótica irrealidad, la añoranza profunda que anegaba mis ojos, mezclada con el deseo despiadado de tenerte, la inteligencia de mis gestos precisos. Sería sencillo hacer de ti mi esclavo, mi amante, mi hijo incestuoso, mi compañero.

      Y llegó el momento de hacerte mío. Elegí la más hermosa de las noches para nuestro siniestro matrimonio. No habría invitados, sólo una novia vestida de perversidad, un novio vestido de inocencia y en el cielo, sonriendo, la Luna roja de agosto como testigo.

      Viniste a mí sin miedos, incapaz de resistirte al influjo de mi mente poderosa, y en el instante del beso de vida y muerte que sellaría nuestra unión, te empujé violenta y huí como un animal asustado, como una mujer arrepentida que se niega a renunciar a su humanidad, prometiéndome que nunca volvería a acercarme a ti.

      Después todo fue vacío y corazón roto, un páramo de tristeza, olvido y sombras en el que deambulé hasta que el mundo entero se fue diluyendo para convertirse en tu voz gritando mi nombre con matices de melancolía.

      Lejos de mi hechizo, tu voluntad era libre, por eso rompí mi promesa y acudí a ti vestida de blanco, novia verdadera esta vez, y, cuando bebimos nuestras sangres mezcladas, sentimos que se convertía en paraíso nuestra noche inacabable.


Hoy la música corre a cargo de The Cure con Lullaby, incluida en mi muy amada The Hunger ( El Ansia), protagonizada por David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon. Adoro la película, la banda sonora, el libro y a los actores. Ahí queda eso.

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