miércoles, 30 de julio de 2014

La Vampira

La Vampira Edvard Munch (1893-1894)
La Vampira. Edvard Munch (1893-1894)
      Infinito gozo es la vida deslizándose por mi garganta, propagándose por todo mi ser yerto, seco, árida tierra con grietas tatuadas era mi piel de pergamino segundos después de recibir el beso de la muerte. Pero mis ojos apelaron a su conmiseración y, arrastrado por su propia lástima, me devolvió parte de mi sangre, gota a gota, fragmentos de roja luz que en mi cuerpo se hicieron eternidad. Y así renací, como renace la planta aletargada que siente en sus raíces las primeras partículas de humedad.

      Hay para mí tres verdades innegables. Una gota de lluvia es un milagro en medio del desierto, una gota de vida lo es todo donde sólo hay muerte y un beso es el mayor deseo en el reino de la soledad.

      Antes de mi transformación, tenía la certeza de quererte, pero nadie que no haya muerto para regresar a una nueva vida conoce el verdadero sabor de las pasiones, la avidez salvaje del deseo animal, el Amor con mayúsculas de quien venda sus ojos con sentimientos para no ver la parte de bestia que anida en algún lugar de su interior.

      Entonces sentí que te amaba de verdad, aunque no me correspondieses, que anhelaba como nunca bucear en tu verde mirada acuosa, reflejo de mil bosques, de mil tristezas, de mil pensamientos ocultos imposibles de descifrar. Por eso te busqué, codiciosa, deseando arrebatarte lo que no conseguí antes de convertirme en lo que ahora soy, hermosa y pálida estatua de cabellos flotantes, frío mármol de tumba hecho mujer de hielo, arrebatadora criatura de facciones sublimadas por la sangre vampírica.

      Supe que amarías al instante mi hipnótica irrealidad, la añoranza profunda que anegaba mis ojos, mezclada con el deseo despiadado de tenerte, la inteligencia de mis gestos precisos. Sería sencillo hacer de ti mi esclavo, mi amante, mi hijo incestuoso, mi compañero.

      Y llegó el momento de hacerte mío. Elegí la más hermosa de las noches para nuestro siniestro matrimonio. No habría invitados, sólo una novia vestida de perversidad, un novio vestido de inocencia y en el cielo, sonriendo, la Luna roja de agosto como testigo.

      Viniste a mí sin miedos, incapaz de resistirte al influjo de mi mente poderosa, y en el instante del beso de vida y muerte que sellaría nuestra unión, te empujé violenta y huí como un animal asustado, como una mujer arrepentida que se niega a renunciar a su humanidad, prometiéndome que nunca volvería a acercarme a ti.

      Después todo fue vacío y corazón roto, un páramo de tristeza, olvido y sombras en el que deambulé hasta que el mundo entero se fue diluyendo para convertirse en tu voz gritando mi nombre con matices de melancolía.

      Lejos de mi hechizo, tu voluntad era libre, por eso rompí mi promesa y acudí a ti vestida de blanco, novia verdadera esta vez, y, cuando bebimos nuestras sangres mezcladas, sentimos que se convertía en paraíso nuestra noche inacabable.


Hoy la música corre a cargo de The Cure con Lullaby, incluida en mi muy amada The Hunger ( El Ansia), protagonizada por David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon. Adoro la película, la banda sonora, el libro y a los actores. Ahí queda eso.

lunes, 28 de julio de 2014

Soy la Mujer Puzle

Mar Goizueta

Me rompo en pedazos

Borrando el todo
deconstruyo mis contradicciones

Me reduzco a partículas

Dividiendo mi ser con precisión de cirujano
aíslo los elementos que me componen

Ilumino cada pieza
examino los detalles
intentando entenderme

Aprendo a verme fragmentada
a quererme en porciones
a reír por partes

Mezclo las piezas
conjugo mis verbos
reconstruyéndome

Soy la Mujer Puzle


Para ilustrar este hablar de partes, esta escena de Te doy mis ojos de Icíar Bollaín protagonizada por Luis Tosar y Laia Marull me parece perfecta. De hecho, aislada y al margen de la temática de la película, es una escena tremenda en todos los aspectos

domingo, 27 de julio de 2014

El día que Viviendo al otro lado del espejo tuvo voz y mi poema se convirtió en canción gracias a Fran Fernández

Hace unos días me invitaron a ir a un programa de radio. Esta vez no era para hablar de música, era para hablar de mí, de lo que escribo y de este blog y, aunque al principio me daba cierto pudor, me pareció tan bonito que se interesasen por esa faceta de mi vida que accedí a ir. Fue una entrevista muy agradable, a la luz de una vela y con el maravilloso equipo de "A media luz" de Radio Vallekas haciéndonos sentir como en casa a mí y a Fran Fernández, que era el otro invitado al programa.

Quiero dar las gracias a Javier Durante, director del programa, por invitarme, al resto del equipo por su saber hacer y también a Fran Fernández, que en principio sólo iba a leer un poema mío y acabó convirtiéndolo en canción. Fue tan emocionante que no lo voy a olvidar nunca.

Aquí podéis escuchar la entrevista (desde el minuto 8:00 más o menos)


Aquí podéis ver y escuchar a Fran cantando mi poema


Y aquí podéis leer el poema Si te gusta mirar el cielo, yo llevo galaxias en la falda


martes, 22 de julio de 2014

Al principio fue el caos


Preparando mi viaje a las estrellas. Foto Mar Goizueta. Maletas antiguas, estufa, vintage
Preparando mi viaje a las estrellas 
caos.
(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).
1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.
2. m. Confusión, desorden.
3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista

Siempre me ha fascinado el caos concebido como una mezcla de las tres definiciones que da la RAE. Me gusta pensar en él como una sustancia en la que, en perfecto desorden y mezcla, está todo lo necesario para crear . Yo lo imagino, de forma abstracta, como un líquido espeso como el mercurio que burbujea de pura vida y, de forma más concreta, como un baúl lleno de pinturas, arcilla, lana, metal, piedra, madera, agua, pegamento, papel... todo tipo de materiales con los que construir cualquier cosa, aún por imaginar, esperando al artista que, con una idea por herramienta, sea capaz de aislar y mezclar los elemento en la proporción y forma adecuadas para dar lugar a algo nuevo. Así, a gran escala, se crean mundos, a pequeña, surgen objetos, teorías y obras de arte, pero todo parte de lo mismo, el bendito caos. Nunca nada nuevo ha surgido del orden, ni el mundo, ni las grandes ideas ni la genialidad en el Arte. Hasta la evolución depende de las caóticas mutaciones. Por eso no me gustan las cosas perfectamente colocadas, el orden absoluto me ahoga y me perturba. Yo llevo el caos dentro y sólo puedo ser feliz en medio de un desorden medio organizado en el que yo sepa más o menos dónde están las cosas. 

A veces es bueno desordenar para volver a descubrir el potencial de los objetos y de los lugares y conseguir que de lo antiguo surja algo nuevo. Reinventar para las cosas una función distinta de aquella para la que fueron concebidas es proporcionales una nueva vida, es crear pequeños remansos de paz para distraer los ojos del aburrimiento que proviene de lo cotidiano. Os recomiendo también romper las rutinas: desordenar las costumbres, sentarse en un sitio diferente del acostumbrado, dormir en el otro lado de la cama, tumbarse en el suelo y mirar el techo, poner las piernas en la pared, se trata de realizar cualquier acción que no soláis hacer. Al principio, os resultará inquietante, pero al mirar alrededor todo os parecerá distinto, descubriréis rincones y elementos que la tóxica rutina, con su capacidad de hacer invisibles algunas cosas, hace que os pasen desapercibidos a pesar de convivir en el mismo espacio. No debéis olvidar tampoco desordenar los recuerdos, no hay que dejar que se apolillen, sobre todo los buenos, hay que sacarlos a la luz, revivirlos y luego guardarlos de nuevo en otro cajón, para que siempre estén vigentes, porque ellos son lo que somos, para bien y para mal. También es importantísimo jugar, no dejar nunca que muera el caótico niño que todos hemos sido. Los juegos tienen reglas que no son las de la vida diaria, pueden basarse en situaciones irreales, rebosan imaginación y no son predecibles, eso hace que sean perfectos para poner un puntito de caos en la vida. Y por último, y no por ello menos importante, os aconsejo reír con ganas, descontroladamente, reír hasta que se salten las lágrimas, reír hasta despeinarse. Reír hasta que tiemble el cuerpo es la forma más maravillosa de desordenarnos enteros para volver a ordenarnos más felices.

* La foto es de un rincón de mi casa, las maletas antiguas ahora son cajones, la vieja estufa, una antena para comunicarme con el espacio. Así me desordeno yo ¿Cómo lo haces tú?

Y como remate, os dejo con una de las historias más maravillosas que conozco y que para mi es obsesión recurrente, "El mito pelasgo de la creación", contado por Robert Graves en su libro Los mitos griegos. Por si no lo sabéis, los Pelasgos fueron uno de los primeros pueblos que habitó lo que hoy es Grecia. Espero que os guste tanto como a mi. 

En el principio Eurínome, la Diosa de Todas las Cosas, surgió desnuda del Caos, pero no encontró nada sólido en qué apoyar los pies y, en consecuencia, separó el mar del firmamento y danzó solitaria sobre sus olas. Danzó hacia el sur y el viento puesto en movimiento tras ella pareció algo nuevo y aparte con que poder empezar una obra de creación. Se dio la vuelta y se apoderó de ese viento norte, lo frotó entre sus manos y he aquí que surgió la gran serpiente Ofión. Eurínome bailó para calentarse, cada vez más agitadamente, hasta que Ofión se sintió lujurioso, se enroscó alrededor de los miembros divinos y se ayuntó con la diosa. Ahora bien, el Viento del Norte, llamado también Bóreas, fertiliza; por ello las yeguas vuelven con frecuencia sus cuartos traseros al viento y paren potros sin ayuda de un semental. Así fue como Eurínome quedó encinta.

Luego asumió la forma de una paloma aclocada en las olas, y a su debido tiempo puso el Huevo Universal. A petición suya Ofión se enroscó siete veces alrededor de ese huevo, hasta que se empolló y dividió en dos. De él salieron todas las cosas que existen, sus hijos: el sol, la luna, los planetas, las estrellas, la tierra con sus montañas y ríos, sus árboles, hierbas y criaturas vivientes.


Eurínome y Ofión establecieron su residencia en el Monte Olimpo donde él irritó a la diosa pretendiendo ser el autor del Universo. Inmediatamente ella se golpeó la cabeza con el talón, le arrancó los dientes de un puntapié y lo desterró a las oscuras cavernas situadas bajo la tierra.

A continuación la diosa creó las siete potencias planetarias y puso una Titánide y un Titán en cada una: Thía e Hiperión para el Sol; Febe y Atlante para la Luna; Díone y Crío para el planeta Marte; Metis y Ceo para el planeta Mercurio; Temis y Eurimedonte para el planeta Júpiter; Tetis y Océano para Venus; Rea y Crono para el planeta Saturno. Pero el primer hombre fue Pelasgo, progenitor de los pelasgos; surgió del suelo de Arcadia, seguido de algunos otros, a los que enseñó a construir chozas, alimentarse de bellotas y coser túnicas de piel de cerdo como las que la gente pobre lleva todavía en Eubea y Fócida.


lunes, 21 de julio de 2014

La Demiurga

William Blake Torbellino de amantes o Circulo de los lujuriosos
Torbellino de amantes o Círculo de los lujuriosos. William Blake 1824-27

Tránsito de amantes imposibles, acuáticos amores, unos reales, otros hechos de deseos inconclusos, perfectos, febriles.

Y en medio, ella, diosa que les da nombre y existencia en su seno. Mujer luz, cuerpo fragmentado en espirales, corazón encendido de pura lava.

Homúnculos de existencia incierta destinados a no ser y ella que los mira desaparecer.

Luz que deshace el agua. Semen de mil amantes en que ahogar la vida.

Vida que es deseo. Deseo que es muerte de la que nace de nuevo la vida renovada.

Y ella que lo es todo. Creadora que los ama, asesina que los mata con su sexo para parirlos de nuevo.

Y luego…

Luego, ella descansa con su alma iluminada.


viernes, 18 de julio de 2014

Vi. La historia de la Dama Iguana

La Dama de la Iguana
Nunca quise ver más allá de lo que mi vista alcanzara, pero vi.

Tampoco quise nunca ser más de lo que una existencia vulgar me permitiera ser, pero lo fui.

Por eso ahora soy la iguana que adora el Sol pero vive pegada a una bombilla en un mundo de cristal.

No siempre fue así. Tuve la oportunidad de irme y huí.

Escapé envuelta en el terror ancestral de aquel al que hiere su propia existencia y llegué a una tierra donde, al anochecer, los molinos en la lejanía confieren a las cimas de los montes un aspecto sepulcral, recortándose a la luz de la Luna como oníricas lápidas blancas y aspadas.

Miles de pequeñas barcas conducen a los marineros allende la Laguna Estigia de la Ría. Algunos son listos y saben sobornar a Caronte con buen viño do país. A otros se les olvida y entonces sus mujeres se transforman en estatuas de piedra que esperan hasta el fin de sus días la llegada del hombre que se les fue.

Allí, disfrazada de brumas, vi cruzar la playa a un perro de Goya. Mientras tanto, el mar sonaba. Sonaba a olas, a barcas, a gaviotas y a sal. Entonces, escondido tras todos esos sonidos, escuché el latido hipnótico de la Tierra y ya nada fue igual.

Ajena a mi cambio, la vida continuaba. Ajena a la vida, yo me balanceaba al son del fuego líquido de la Tierra.

Llegó la noche y con ella el frío y para no sentirlo me volví arena.

Y tras la noche, llegó el día y quise ser pez sabio. Arranqué las ropas que cubrían mi cuerpo y desnuda sentí el agua inundar mi alma.

Vi ojos que me miraban, pero estaban lejos, ocultos por una cortina de irrealidad y los creí sueños.

Lloré toda mi vida anterior. No existía más luz que la del Sol, ni más alegría que el canto de la Naturaleza y decidí no volver jamás.

Quise volar, pero no tenía alas. Quise ser fuego que arrasase mi ser para no ser nada.

Manos ocultas en la irrealidad me tocaban.

Sentí que aquellas manos sin cuerpo me arrastraban.

Y ya no hubo más mar, ni cielo, ni fuego.

Todo es blanco ahora y mi Sol es una desnuda bombilla en el techo.

Yo les grito que la Tierra canta.

Ellos no me creen y sigo siendo la iguana que adora el Sol.

Mientras no mienta, lo seré.


Radio Futura con La Secta del Mar le pone música a mi cuento de hoy



Donde el océano empieza a hacerse blanco 
Hay una isla 
Pocos han llegado allí 
La noche es más profunda que el mar 

Una sirena en la gruta mayor 
Guarda el secreto de mi amor 

Una vez al año ponemos 
Cargamentos de esmeraldas a sus pies 
Se oye el eco de su risa 
Y su voz se enreda como sus cabellos 

Jamas creí poder soñar 
Por eso estoy en la secta del mar 

El misterio de sus ojos 
En los viajes es mi compañía 
Y la alegría al conseguir esmeraldas 
Es como sentir de cerca su mirada 

Jamas creí poder soñar 
Por eso estoy en la secta del mar

* El cuadro es una alegoría de mi misma, un precioso regalo que me hizo un amigo.

jueves, 17 de julio de 2014

Lejos de las leyes de los hombres

Bisonte Cueva de Altamira en Santillana del Mar
Bisonte hembra. Cueva de Altamira. Santillana del Mar
Al principio de los tiempos, observaba a los bisontes antes de atraparlos en abrigos de piedra y sangraba manos y sexos de ocre y magia en las paredes. Los hombres me veneraban. Ese es mi primer recuerdo.

Después pasaron tiempos eternos, los dioses repartieron sus deseos y caprichos por el mundo, cambiaron los hombres, cambiaron los pensamientos, llegaron el hierro, los barcos y el dinero y su codicia. Yo me escondí en los bosques inhabitados, asomándome de vez en cuando para ver transcurrir la historia.

Salí de los límites de la noche para preguntar al Oráculo de Delfos por qué siempre me cogías de la mano en sueños, si aún no sabía quién eras ni como olía tu piel. Pitonisa, en silencio, me enseñó un espejo en el que vi reflejado el infinito. Creí entender y me fui a esperar que aparecieras.

Los hombres volvieron a cambiar. Esta vez ellos fueron de hierro y acero, la guerra se fue haciendo más grande y también los palacios, los castillos, las ambiciones y las fronteras. Los hombres mataron a los dioses pasionales, pervirtieron las ideas del dios solitario y aburrido y le hicieron crecer para luego intentar alcanzar su reino con catedrales que arañaban el cielo. Viajé por todos los territorios, vi otros dioses antiguos asesinados y vi aparecer dioses nuevos nacidos, ya sin vida, de manos humanas. Mientras, esperaba y observaba, escondida entre las gárgolas, aquel mundo que cada vez me era más ajeno.

Los bosques empequeñecían por momentos. La guerra ya no era guerra, era exterminio. Todo moría a mi alrededor. Los hombres atraparon el mundo en pequeños artefactos y contaron que habían llegado a la Luna, pero ella ni confirmaba ni desmentía, mantenía su sonrisa impasible, irónica. Más tarde sí llegaron, mancillaron las estrellas con su presencia, despertaron a los dioses que allí vivían y ellos comenzaron su lento viaje hasta nuestro planeta para poner orden.

Y ocurrió que un día te encontré fuera de los sueños y no supe que hacer. Inquieta, alteré el transcurrir de los tiempos, las mareas, las lluvias y las estaciones. Bailé la sensual danza de la serpiente, capaz de hacer surgir mundos y pasiones y te llevé a nadar al estanque del que nacen todos los deseos. Tú tenías un pasado, yo tenía mil pasados. Me sentí cada vez más pequeña y más frágil y me di cuenta de que me había vuelto mortal. Entonces, me cogiste de la mano, como en mis sueños, y me sentí más viva que nunca cuando me llevaste, por fin, a pasear por tu vida.

Obviamente, no podía haber mejor canción para hoy que Lejos de las leyes de los hombres de El Último de la Fila, que siempre me ha gustado mucho.


Yo he visto las maravillas de la creación 
sin ni tan siquiera abrir los ojos. 
Y tu siempre has estado a mi lado, 
a miles de kilómetros o entre mis brazos. 

Te amo como se ama por primera vez, 
cuando aún no hay constumbres. 
Lejos de las leyes de los hombres, 
donde se diluye el horizonte. 

He visto el paraíso y el infierno 
sin ni tan siquiera abrir los ojos, 
y tu siempre has estado a mi lado, 
a miles de kilómetros o entre mis brazos. 

Te amo como se ama por primera vez 
cuando aún no hay costumbres. 
Lejos de las leyes de los hombres 
donde se diluye el horizonte

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martes, 15 de julio de 2014

A veces me gustaría ser física para entender el tiempo

Big Bang Theory La Máquina del Tiempo
Escena de Big Bang Theory con La Máquina del Tiempo
A veces me gustaría ser física para entender el tiempo. Y por eso, para jugar con el tiempo, hoy escribo en rigurosísimo presente, según lo pienso os cuento lo que me ronda por la cabeza, en un intento de abstraerme del pasado y del futuro, como si estuviese dentro de una campana de cristal de las que se usan para aislar los experimentos del medio ambiente. Esto, obviamente, no es posible hacerlo. Si en realidad el tiempo existe, correrá por mucho que me empeñe en pararlo, si no existe, no se puede guardar lo que no es, si es circular, realmente no tendrá ninguna importancia todo esto y si retorna eternamente, en su volver a ocurrir habrá un momento en el que aún no lo haya aislado y por tanto será libre. Y aun así, lo intento. Es parecido a empeñarse en resolver un juego paradójico, un puzle sin solución, una de esas ecuaciones que los matemáticos intentan una y otra vez despejar. Intentar comprenderlo es un juego irresistible para la mente, el mejor de los rompecabezas.

Siempre me ha gustado mucho la Antropología y creo que el conocer características de otras culturas hace que se abra la visión acerca de la realidad. A veces pienso que en el fondo nuestro mundo no es más que una creación nuestra y somos nosotros los que lo construimos formulando teorías o definiendo términos de forma más o menos exhaustiva en función de nuestras capacidades. Es fácil pasar por alto lo que no estamos predispuestos a ver porque ignoramos su existencia o porque no queremos admitirla, ya se sabe que no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Por ejemplo, para un pintor existen muchísimos más colores que para el que no lo es, puede que sea porque tiene la capacidad de distinguir mejor los tonos o porque esté acostumbrado a analizarlos minuciosamente o, en el mejor de los casos, por ambos motivos. Con la música pasa lo mismo, un músico o un melómano distinguen miles de matices más que el resto de la gente. Sí, creo en las capacidades innatas para las distintas Artes, también creo que pueden aprenderse las técnicas, pero con la genialidad, duende o como se quiera llamar, se nace, aunque el que se potencie o no dependa de la historia personal. Volviendo al tema del tiempo, no en todas las culturas ni en todas las épocas se ha entendido de la misma manera. Básicamente y abstrayéndonos de la multitud de teorías en torno a esto, hay dos formas de concebir el tiempo: lineal y circular. La lineal es la nuestra, pasado, presente y futuro, un transcurrir de la vida que puede llevar por caminos muy diversos, no todo está predeterminado. La circular es cíclica, suele ser propia de sociedades primitivas por estar muy ligadas a los ciclos de la Naturaleza, el tiempo no tiene demasiada importancia, viene definido por las estaciones, la vida es un continuo hacer lo mismo en ciclos. Luego está la Teoría del Eterno Retorno, que para no ponerme pesada ni entrar en temas filosóficos, resumiré con un ejemplo por todos conocidos, La Historia Interminable. Hay mucho más en torno a esto, pero a mí me resulta especialmente fascinante una tribu que vive al margen del tiempo, los amazónicos Amondawa. Son tan especiales que no tienen tiempo porque no tienen términos para definirlo o no tienen términos para definirlo porque no conciben el tiempo, según se mire, es como lo del huevo y la gallina. Parece ser que no entienden el tiempo como algo ajeno a lo que en él ocurre, son los eventos y su orden los que conforman una trayectoria temporal sin nombre. ¿Y qué me decís de las últimas teorías planteadas por los físicos? Cada vez parece más real entender como posibles los viajes en el tiempo, aunque sea de átomos o partículas. Como decía al principio de este texto, a veces me gustaría ser física para entender el tiempo. También me gustaría ser etérea para nadar entre dimensiones, si se me permite el juego de palabras.

Lo que si está claro es que, digan lo que digan los sabios, el tiempo es inconsistente, escurridizo, blando como el blandiblú y elástico como una goma ¿Cómo se explica si no que a veces los minutos sean eternos y otras apenas nos de tiempo a apreciarlos?

No podía faltar si se habla del tiempo en este blog este fragmento de "A través del espejo y lo que Alicia encontró allí" de Lewis Carroll
-Pero ¿cómo? ¡Si parece que hemos estado bajo este árbol todo el tiempo! ¡Todo está igual que antes!
-¡Pues claro que sí! -convino la Reina-. Y ¿cómo si no?
-Bueno, lo que es en mi país -aclaró Alicia, jadeando aún bastante- cuando se corre tan rápido como lo hemos estado haciendo y durante algún tiempo, se suele llegar a alguna otra parte...
-¡Un país bastante lento! -replicó la Reina-. Lo que es aquí, como ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para permanecer en el mismo sitio. Si se quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido.
Creo que es el momento de releer la “Historia de la Eternidad”del maestro Borges.

Perdonad los posibles errores en las explicaciones, la culpa es del afán de presente y de la ignorancia en cuanto a algunos temas que apenas puedo esbozar pero no me resisto a pensar

Y la canción de hoy tiene que ser sí o sí "Never Ending Story" de Limahl


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domingo, 13 de julio de 2014

Frida Khalo, la mujer rota

La columna rota Frida Kahlo 1944
La columna rota. Frida Kahlo, 1944
Mujer rota, imagen de ruina y desolación, engrandecida por su afán de afearse, perdida en un árido paisaje de soledad. San Sebastián femenino torturado por las flechas de su propia enfermedad. Mujer de cuerpo roto, mártir, prisionera de sus circunstancias crueles. Mujer pequeña inmensamente fuerte defendiendo sus ideas. Mujer infinitamente amada y amante de su eterno amor Diego Rivera. Mujer llena de vida atrapada en un corsé que limita su mundo.

Así es Frida Khalo y así se retrata a sí misma en este cuadro en que se pinta casi como una mujer edificio compuesta de carne, piedra y corsé.

Frida Kahlo fue una mujer emblemática en muchos aspectos, como pintora por su indiscutible personalidad pero también como mujer que se adelantó a su tiempo, atreviéndose a defender sus opiniones políticas y vitales.

Tuvo una vida difícil marcada por la mala salud. A los seis años enfermó de poliomielitis y en lugar de retraerse al afectar el brote de la enfermedad a su pierna, se dedicó a practicar todo tipo de deportes, desafiando a la sociedad de la época que no veía con buenos ojos que una jovencita jugase al fútbol, practicase boxeo, lucha y natación.

Años más tarde, tuvo un gravísimo accidente que marcó el resto de su existencia. Un tranvía colisionó con el autobús en que viajaba provocándole terribles daños que le dejarían secuelas de por vida. El fuerte impacto transformó a Frida en una muñeca rota en mitad de la calle con la columna quebrada por tres sitios además de fracturas en la clavícula, las costillas y la pierna y el pie derechos. También en ese momento se quebró algo más, su posibilidad de ser madre. Una barra del pasamanos le atravesó la pelvis, convirtiendo en abortos todos sus futuros intentos de darle un hijo a su amado Rivera. Ese día desgraciado hizo que tuviese que ser intervenida más de treinta veces a lo largo de su corta vida, que pasase largas temporadas enfundada en rígidos corsés y que sufriese continuos dolores.

El tiempo que tuvo que permanecer casi sin moverse en los meses siguientes al accidente, durante los cuales descubrieron en una revisión la fractura de su columna, fue lo que la llevó a comenzar a pintar como una forma de evadirse del tedio y también de ampliar sus horizontes más allá de la habitación en la que reposaba.

Frida es un ejemplo de superación para todos aquellos cuya salud limita su vida, porque ella nunca dejó que su mal fuese más fuerte que ella y hasta el último momento luchó por vencerlo. De su desgracia surgió la maestría de su arte y de sus debilidades hacía bandera, manejándolas a su antojo a través de su pincel. Esta obra, titulada “La columna rota”, que pintó en 1944 es el vivo testimonio de su sentir. Se autorretrata erguida, con la mirada desafiante y firme, aunque el rostro inundado de lágrimas deje translucir su intensa tristeza. Pinta su cuerpo algo más fuerte de lo que en realidad era, pero lo representa abierto en canal para que veamos la verdadera causa de su tragedia, esa columna rota que, como si fuese una ruina antigua, apenas puede sostener la estructura del edificio. El paño blanco y los clavos que atraviesan su cuerpo son representaciones de su intenso dolor que la convierte en mártir y recuerdan mucho a la figura de San Sebastián de la iconografía cristiana, a pesar de que Frida mantenía una postura más bien anticlerical, sin por ello renunciar a su herencia cultural ni a las creencias de su pueblo, que utilizaba para representar sus sentimientos en cada momento.

La figura partida en dos se prolonga en los surcos del paisaje que la acoge, un entorno de cielo oscuro y tierras áridas, resecas y agrietadas como su alma herida. De este modo, Frida nos recuerda que su dolor físico tiene reflejo también en su corazón que, aunque nunca se de por vencido, a veces le cuesta asumir tanta desgracia, sobre todo cuando está sazonada por las infidelidades de su idolatrado Rivera, al que, a pesar de todo cuanto le hizo sufrir, nunca dejó de amar obsesivamente.

Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón, nacida en 1907 y muerta poco después de cumplir los cuarenta y siete años, a pesar de todos sus problemas vivió durante su existencia un torbellino de emociones, de amores, de ideales y de fuerza. Hubo un momento en que, tras la amputación de su pierna, sufrió tentaciones de acabar con su vida pero incluso en ese momento, encontró en el amor por su marido una razón para seguir viviendo.

Frida convirtió su adversidad en riqueza artística, dejando con sus pequeños pies una huella bien firme en la Historia del Arte.


Frida Khalo nació y murió en julio, un día como hoy de 1954. Mi pequeño homenaje consiste en recuperar este texto.
La música la pone la grandísima Chavela Vargas, tan cercana a Frida que no están claros los límites de su amistad. Ni falta que hace.

Sueña Dalí

Dalí a los seis años, cuando creía ser una niña, levantando la piel del agua para ver a un perro que duerme a la sombra del mar . Salvador Dalí, 1950

Dalí a los seis años, cuando creía ser una niña, levantando la piel del agua para ver a un perro que duerme a la sombra del mar . Salvador Dalí, 1950
Sueña Dalí en uno de esos cuadros que escapan directamente del mundo de los sueños. Sueña que es niña, porque niña quiso ser cuando de niño tenía seis años y soñaba ser cocinera. Sueña con su paisaje playero de rocas irreales, con su adorado Mar Mediterráneo y con un perro que robó de un cuadro de Velázquez, al que de vez en cuando deja dormitar en sus lienzos. Sueña con la luz irreal de un verano mágico de luminosidades cegadoras, con ese amarillo que sólo algunos pintores descubren en el mar, con el secreto submundo que el agua oculta. Soñó antes de que yo naciera, soñó cuando yo era niña y ahora yo sueño que escribo sobre el genio que se inventó a si mismo a partir de sus sueños, mientras él sueña ya eternamente.

Dalí, obsesionado por la oralidad, soñó que todo era susceptible de ser devorado y que comer siempre era morir un poco y aún así se abalanzó hambriento sobre las verduras mediterráneas con la misma voracidad que sobre el dinero, el sexo o el conocimiento. Soñó que construía casas de pan con muebles de chocolate y que los banqueros comían los cheques que se les daba y soñando que comía, llegó a la conclusión de que “la belleza será comestible o no será”.

Fue niño sin existencia propia, de nombres heredados del hermano muerto antes de su nacimiento, ni uno sólo de sus cuatro nombres, Salvador Domingo Felipe Jacinto, fue totalmente suyo, todos los compartió con aquel que nunca conoció salvo por una foto retocada que había en su casa y cuya personalidad trataba de imaginar en sus juegos infantiles, cuando simulaba el comportamiento que hubiese tenido el difunto ante las diferentes situaciones o cuando para poder dormir se imaginaba a si mismo muerto dentro de su ataúd.

Dalí conformó su vida a partir del material del que se crean los sueños. Consiguió sacar personajes irreales de su fantasía para darles una vida propia en un universo también irreal de óleo y lienzo y, lo que es más, a base de soñar que sería un genio, se dio forma a si mismo hasta llegar a serlo. Modeló cada uno de sus rasgos físicos y psíquicos hasta obtener una identidad original y única, convirtiéndose de esta manera en la primera escultura autocreada sin intervención de un escultor ajeno a la propia escultura.

Dalí, surrealista escultura humana, andaba por el mundo a falta de algo que descubrió cuando conoció a Gala, amante, modelo, amiga y musa que supo acunar al genio en sus pechos hasta hacerle aún más grande. Y Dalí, a cambio, levantó por segunda vez la piel del mar para enseñarle a su gran amor los secretos que la caracola, que siendo niño puso en su oído, le susurró, animándole a buscar el mundo que subyace más allá de lo que a simple vista se ve, tapado por un mar con esquinas, oculto como las alfombras ocultan las pelusas mal barridas.

Nada hay apenas novedoso que decir del genio que a alguien pueda sorprender, pues todo sobra cuando se nos vendió a sí mismo como el mejor de los comerciantes y, ni siquiera los más jóvenes, los que no pudieron verle en vida, se substraen a la estela que dejó tras su muerte.

Tal y como yo lo veo, el niño Dalí, que descubrió que tenía la identidad de su hermano y no una propia, tenía dos caminos posibles en su destino, el primero, volverse loco, porque si hay algo que el ser humano sabe íntimamente y ningún individuo de una tribu lejana a nuestra cultura, en la que todo parecemos olvidarlo, dudaría, es que sin un nombre propio se carece de identidad y por tanto no es posible vivir como un miembro pleno de la sociedad. El segundo, reinventarse a sí mismo, y eso hizo. Se inventó una existencia en la que sus excentricidades tuviesen cabida, una vida en la que conseguir ser adulto, permaneciendo al mismo tiempo en una infancia pervertida a base de ser sabia. Como un niño viejo ideó mundos no coartados por el consciente y dejó volar libres a su imaginación y sus sueños, sin cortapisas ni censuras, anegando sus pensamientos de una sexualidad extraña, de una más que reconocida avidez por el dinero, de su amor por Gala y de tantos y tantos símbolos que iniciar un listado sería para acabar muchas páginas después.

Dejemos al genio de bigotes engominados que sueñe por cientos de años más, que sueñe que es niño, que es adulto, que es muerte, que es guerrero en países llenos de animales imaginarios, que le devora la Muerte mientras él devora a Gala envuelta en chocolate, que juega con su hermano muerto a perseguir a un perro velazqueño, que se oculta a la sombra del mar, que es niña, que es cocinero, que es Napoleón, que planea cambios culturales con amigos poetas, que se adormece con el sol espeso del Mediterráneo, que estudia matemáticas, que imposta la voz, que le salen los dólares por las orejas, que tiene un castillo, que vuelve surrealista al pueblo de Cadaqués, que antes fue uno de tantos, que en las playas siempre hay un enigma oculto, que las caracolas cuentan leyendas del mar, que domina la técnica pictórica como los grandes maestros, que sueñe, en fin, que es, ha sido y será para siempre su gran creación, el propio Dalí.


Hace un millón de años, yo tenía una página en un periódico pequeñito y provinciano que me daba muchas alegrías, hablaba de muchas cosas, sobre todo de arte, o de temas de actualidad que relacionaba con el arte. Ahora he decidido recuperar algunos escritos de esa época en este blog y los iré colgando de vez en cuando. Espero que os gusten. Gracias por leerme.

Os dejo con la canción que le dedicó Mecano en un vídeo que he encontrado con imágenes de cuadros suyos.

jueves, 10 de julio de 2014

Aquellos maravillosos años, la pequeña Doctora Frankenstein y el misterio desvelado de los globos fugitivos

Fotograma de Up de Disney Pixar. Casa volando con globos
Imagen de Up de Disney Pixar
Hay acciones asociadas a objetos que son pura melancolía, como el globo de helio que se escapa de las manos de un niño dejando una infinita desolación en su cara.

Yo siempre me pregunté a dónde irían los globos fugitivos y qué aventuras les esperaban en ese viaje. Mientras los veía ascender, me imaginaba que sería maravilloso agarrarse fuerte a la cuerda y volar y verlo todo chiquitito desde lo alto y, con un poco de suerte y buenos vientos, llegar a lugares lejanos, incluso a las estrellas. Pensaba, en mi cabeza de diminuta científica, que el peso de un niño no podía ser tanto como para no poder volar si se utilizaba la cantidad adecuada de globos y maquinaba en secreto cómo conseguirlos. Obviamente, no pensaba en globos aerostáticos, pensaba en globos de helio, de los que podías obtener con cierta facilidad de unos padres generosos en un paseo por la feria. Los otros no estaba a mi alcance y, por tanto, no contaban en mis fantasías. Mis afanes científicos eran muy intensos pero poco válidos, y lo de volar no pasó más allá de atar algún insecto o pequeño juguete a un globo, de intentan planear la mejor manera y lugar para lanzar un paracaídas de plástico buscando que tuviese el mayor recorrido posible y de estudiar la aerodinámica de los aviones de papel en busca del modelo perfecto. He de decir que en esto último conseguí grandes avances. Mi interés por la Ciencia, así, en general y con mayúsculas, no decayó según iba creciendo, al contrario, siguió avanzando durante un tiempo que a mi se me hacía eterno y que en realidad era muy escaso, y llegó una época en la que me comportaba como una pequeña emuladora del Dr. Frankenstein o de Leonardo Da Vinci. A esto contribuyó mucho uno de los mejores regalos que recibí en mi vida, un fabuloso microscopio que abría infinitas posibilidades a mis investigaciones. Era tan completo que venía con multitud de frasquitos con productos químicos, probetas, pinzas, ¡bisturí!, vasos de medidas, plaquitas de cristal para poner los materiales a observar, materiales para examinar y, lo más alucinante y espeluznante de todo, una rana perfectamente conservada en un frasco. Era, incluso, mejor que el Quimicefa, uno de los mayores objetos de deseo del momento. Yo, que siempre fui una niña superdotada para la lectura y que había aprendido a leer mucho antes que el resto de los niños, ya tenía un amplio bagaje de lecturas en mi cerebrito que, por supuesto, había mezclado con mi poderosa imaginación, y creía fielmente en teorías antiguas como la de que la electricidad podía revivir a un cuerpo muerto. Ni que decir tiene que aquella rana enfrascada fue un estímulo enorme para mí y que me debatía entre el ansia por abrir el frasco y hacerle todo tipo de análisis y el deseo de conservar aquella maravilla intacta para siempre. La solución llegó en forma de encuentro casual con una rana muerta en la piscina. Era magnífico, ya no tenía que perturbar el eterno descanso de mi querida rana, tenía un ejemplar pidiendo a gritos ser manipulado. No recuerdo los resultados de los experimentos que tuvo que sufrir aquel cuerpo antes, pero si recuerdo los preparativos previos al gran proyecto. Conseguí una pila cuadrada para el tema de la electricidad, que era mucho más fácil que lo del rayo y la cometa, coloqué todos mis materiales ordenados sobre un banco de cemento, busqué en el garaje una tabla de madera del tamaño perfecto y, con unos clavitos finos, fijé la rana a la madera. No creáis que fue fácil el momento de clavarla, si conservo en mi cabeza la sensación es porque lo pasé mal y me impactó, pero en aquel momento era necesario. Ahora quizás no podría hacerlo, siento escalofríos solo de pensarlo, pero los niños están hechos de otra pasta y la curiosidad puede con todo. Lo importante es que, por un momento, se movió. Hasta aquí llega el recuerdo nítido, sé qué hubo disección posterior, ya que estábamos, era tontería desaprovechar el cuerpo de la rana, aunque no tengo claros los detalles, supongo que preferí borrarlos con el tiempo.

Este divagar por mis primeros años ha estado inspirado por el experimento que han realizado unos niños de una escuela inglesa, la Academia Giles, en Boston (Lincolnshire, Inglaterra), que con un globo de helio, un smartphone, un ordenador, un GPS y la ayuda de su profesor de ciencias, han desvelado aquel gran misterio de mi tierna infancia grabando el emocionante viaje del globo, que consiguió llegar al espacio y ver la curvatura de nuestro planeta antes de descender de nuevo a la Tierra ayudado por un paracaídas. Todo esto me da que pensar que tal vez el incontaminado y por tanto aún abierto cerebro infantil, capaz de creer en cosas que los científicos consideran tan evidentes que ignoran, tiene mucho que decir a la hora de enfocar los problemas científicos de forma distinta al viciado y rígido cerebro adulto. Si aún retenéis en vuestro interior algo del niño que fuisteis, conservadlo, quizás sea lo más valioso que poseéis.

He aquí el vídeo del increíble vuelo del globo explorador.


Yo leí la noticia en La Voz de Galicia, este es el enlace: Unos estudiantes graban el espacio con un móvil y un globo de helio

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viernes, 4 de julio de 2014

Si te gusta mirar el cielo, yo llevo galaxias en la falda

falda galaxias. Foto Mar Goizueta

Si te gusta mirar el cielo,
yo llevo galaxias en la falda
y una constelación por descubrir en la cadera.

Tengo un cometa por corazón,
la Luna orbitando en mi cabeza
y un asiento reservado en un anillo de Saturno.

Mil historias de luchas interplanetarias
guardadas en mi nave,
y el Universo en mis pupilas dilatadas
de falsa replicante.

Llevo una flor negra en mi mano,
recuerdos de un Santuario,
y el sonido en mi mente
                            de una computadora
cantando su muerte.

Atesoro seres de otros mundos
en un zoológico delirante,
y en los días solitarios
los saco a pasear
por planetas abandonados.

Tengo una máquina del tiempo
que sólo uso para ir al pasado,
y el miedo al futuro palpitando
en mis manos cobardes

Si te gusta mirar el cielo,
yo llevo galaxias en la falda,
y si me llevas a los bailes de Marte,
te enseño mi amor sin gravedad

* Fran Fernández convirtió el poema en canción durante una entrevista de radio, fue muy emocionante.Podéis ver el vídeo con la canción aquí: http://viviendoalotroladodelespejo.blogspot.com.es/2014/07/entrevista-Mar-Goizueta-Fran-Fernandez-cancion-inedita.html

Y para bailar...



jueves, 3 de julio de 2014

Suena la música, suenan los planetas, suenan las voces

Pitágoras. La armonía de las esferas

      Cuenta la leyenda que Pitágoras podía escuchar la silenciosa música que producen los planetas en su recorrido. Él fue el que definió el universo como un "cosmos" en el que los planetas al describir sus órbitas emitían unos sonidos o notas musicales que compondrían lo que denominó La Armonía de las Esferas. Tal y como él lo veía, el mundo en su totalidad estaba compuesto por números y la armonía sería la proporción entre las partes y el todo. Quizás su teoría de la música celestial sea más bella que exacta, pero que sus amadas matemáticas gobiernan el mundo de la Música y del Arte es una realidad.

      La NASA, con ayuda de las sondas espaciales Voyager-1 y 2 consiguió grabar los sonidos de los planetas del Sistema Solar. En el vacío no hay sonido, pero aquí os explican el proceso. A mi el resultado me impresiona mucho, me fascina escucharlo. Aquí debajo os pongo el ejemplo de Saturno, en el enlace, además de la explicación, tenéis el resto: https://sites.google.com/site/sinfoniadelosplanetas/


      Últimamente, algunas coincidencias me han hecho pensar en los sonidos y en la forma en que interactúan con los seres vivos. No puedo hablar de una forma científica sobre este tema porque ni tengo los conocimientos necesarios ni las ganas de investigar en este momento, aunque tarde o temprano la curiosidad me llevará a ello, por eso sólo hablo sobre mi propia forma de percibirlos y para mí, hay sonidos que además de escucharse, se sienten. ¿Habéis escuchado alguna vez un cuenco tibetano o cuenco cantor? Son cuencos hechos de forma artesanal con una aleación de siete metales, la plata, el oro, el mercurio, el estaño, el plomo, el cobre y el hierro y se tocan golpeándolos como una campana o recorriendo su superficie con una vara de madera pulida. Hace poco me reencontré con el mío y recordé la primera vez que escuché uno y lo maravillada que me quedé al notar su música vibrando dentro de mi cuerpo, fue algo casi místico. Si lo toca uno mismo es una sensación intensa, pero si es otra persona la que toca para ti y te puedes dejar llevar es una maravilla. Las ondas vibrantes de la música de los cuencos tibetanos se entremezclan de alguna manera con la carne, con la sangre, con el agua, con el cuerpo entero. La música se enreda en cada parte, hace dibujos en la piel, te cosquillea por dentro. Probadlo, es pura relajación.

      Si lo pensáis bien, tiene cierta lógica si tenemos en cuenta que las vibraciones de sonido forman patrones geométricos en un puñado de sal esparcido sobre una placa de metal que cambian según la frecuencia. Si tienen ese efecto en la sal ¿por qué no van a tener efecto en las personas? Mirad este vídeo, los dibujos que se forman con la vibración unen de forma preciosa y precisa matemáticas, armonía y música.


      No sólo pienso que la música afecta a los seres vivos, lo pienso también de las voces, que al fin y al cabo son otra forma de sonido, Para mí, son muy importantes, igual que me pasa con los olores, hasta el punto de que me inquieta terriblemente no recordar como habla una persona o su olor, algo que, por suerte, no suele ocurrirme mucho. Hay voces que me gustan simplemente por ser la voz de alguien a quien quiero, o por ser voces que están conmigo desde siempre y escucharlas es como estar en casa, otras me gustan porque su acento me lleva a lugares que amo, como ocurre con las voces gallegas, otras me reconfortan, otras me son atractivas como las voces masculinas profundas, otras me ponen nerviosa y me erizo como un gato al escucharlas, algunas, simplemente, no me gustan, otras me hipnotizan y luego están las voces de hombre que se me meten dentro, las que me dan la vuelta, las que me hacen vibrar, las que hablan directamente con mis entrañas. Esas son peligrosas, me revuelven los sentidos y, en los casos más graves, los sentimientos ¿Y qué ocurre si cumplen varias de las características que me gustan? ¿Y si además cantan? En ese caso, crean adicción y tentación y yo soy de la opinión de que las tentaciones están hechas para caer en ellas lo más rápidamente posible. A esta conclusión llegué porque mientras rondaba por mi cabeza lo que os contaba más arriba de los sonidos, me encontré con el dueño de una voz a la que en su momento no pude resistirme y que sigue siendo un placer escuchar. Más allá de lo que diga, más allá de lo que cante, más allá de las circunstancias, más allá del pasado, más allá del hombre, su voz sola, aislada de cualquier contexto, siempre me va a gustar. ¿Será que la voz es una estrategia de la Naturaleza para unir a las personas como lo son las feromonas? Yo creo que sí.

      Como remate una de mis voces perturbadoras preferidas, la de Luis Tosar, que además de buen actor, es cantante en Di Elas. Hay muchas más voces que se me hacen irresistibles, pero no daré nombres porque algunas son muy cercanas a mi y otras en la teoría de los Seis Grados de separación no llegarían ni al 1 y quién sabe quién puede llegar a leer estas palabras

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