miércoles, 26 de noviembre de 2014

Llegaron las canteras gritando muerte

   
"Suavidad". Foto hecha en El Venero (Cadalso de los Vidrios, Madrid)

       Había vegetación por todas partes y vida grande y pequeña, de la que apenas se ve entre las plantas y también vida de esa en la que no todo el mundo cree, la que forman los seres mágicos que, aunque lo hagan secretamente, comparten el bosque con nosotros. Animales hermosos lucían su pelaje, sus colmillos y sus cornamentas y dejaban su huella entre los árboles mientras majestuosas rapaces vigilaban el cielo. Era un paraíso de belleza hasta que llegaron las canteras gritando muerte con su voz de pólvora. Y la vida estalló en pedazos de suelo roto, de roca astillada, de raíces arrancadas, de árboles centenarios supervivientes de mil peligros asesinados en un segundo, de pequeños animales e insectos destrozados. Tan brutal como un devastador trueno que esparce su eco por el mundo y llega el fin. Muere la belleza del granito pulido por la Historia, de su gris y de su musgo multicolor y donde había suelo fértil sólo queda roca limpia, el esqueleto blanco y desnudo que surge una vez arrancadas piel y carne. Un aullido de dolor y de incomprensión hecho de millones de voces verdes y animales surge entre la espesura, pero a nadie parece importarle ese grito mudo que se apaga en segundos dejando un silencio mortal. Llegan los hombres y, como carroñeros, arrancan los restos de vida que quedan, trocean los huesos del cadáver del bosque y se lo llevan en camiones. Prometen subsanar su infamia volviendo a instaurar la vida, como si fuese posible restaurar una obra de arte que la Naturaleza lleva tallando y puliendo millones de años. Los animales que siguen vivos huyen, las aves buscan lugares cuya visión desde el cielo no les deslumbre por su blancura, un paisaje menos apocalíptico donde sea posible encontrar alimento, los hombres sensibles ya no pasan por allí para no llorar. Los responsables y sus consentidores duermen tranquilos, con sus bolsillos cubiertos, sin darse cuenta de que lo que han hecho les pasará factura. A ellos y a todos nosotros.

      Un día os hablaré de como veía yo de niña las canteras, cuando ya me parecían un reflejo del Infierno y aún no se habían comido ni una pequeña parte del bosque que rodea Cadalso de los Vidrios. Ahora cada vez que paseo por la zona de canteras se me saltan las lágrimas. El bosque sufre y a mi me duele porque desde siempre viven allí muchos de mis recuerdos, de los antiguos y de los que sigo creando. 
      Encabecé este texto con una foto de un lugar llamado El Venero que siempre ha sido un lugar adaptado para disfrutar del campo la gente de la zona. Ahora, como si fuese una isla en medio del horror, está rodeado de canteras como esta que aparece en la foto que os pongo a continuación para que veáis la devastadora diferencia. Qué pena. Ojalá algún día las prohíban.

El Venero. Cantera Oeste. Foto MTI Minas Comunidad de Madrid
Canteras de Cadalso de los Vidrios. El Infierno a vista de pájaro



miércoles, 19 de noviembre de 2014

Aquellos maravillosos años. Los niños salvajes que fuimos. Stand by me

 
      Los niños salvajes que fuimos necesitaban cabañas para vivir durante el verano. Nadie debe vivir sin casa, ni siquiera los habitantes de los mundos imaginarios que frecuentábamos con paso firme, los que se encontraban ocultos entre bosques solitarios y años inciertos y que eran tan reales para nosotros como el mundo de los padres, esa otra realidad que sucedía a la hora de comer, a la hora del colegio o a la hora de ir a la cama. Por ello, hubo que construirlas. No quedaba otro remedio. Trabajamos como hormigas laboriosas durante mucho tiempo, o eso nos parecía, acarreando ramas, restos de obras y todo tipo de materiales susceptibles de ser utilizados en la fundación de aquel poblado magnífico de tres o cuatro cabañas que coronaba, orgulloso como una ciudad antigua, la parte más alta del diminuto pinar elegido como asentamiento por su estratégica situación. El emplazamiento lo tenía todo: en primer lugar, la principal característica a desear en un asentamiento de pequeños guerreros, la altitud, que aunque no era mucha, era suficiente para sobresalir por encima de las casas de los alrededores y permitirnos vigilar la zona; en segundo lugar, se podía ir andando en cinco minutos, algo que en realidad sobraba en aquellos tiempos en los que los desplazamientos se hacían en bicicleta, independientemente de que hubiese que recorrer un kilómetro o cincuenta. En un alarde de integración de arquitectura y naturaleza que habría impresionado al propio Frank Lloyd Wright, nuestras cabañas armonizaban con el bosque, se camuflaban en él, formaban parte de él. Una roca gigante podía ser un tejado, un árbol podía convertirse en pared, el granito, tan abundante en la zona, era el mejor de los suelos y unos ladrillos robados de algún chalé en construcción servían de inestable y lujoso mobiliario. La decoración consistía en mosaicos de piedras, plantas, barro y cualquier cosa que pudiésemos conseguir.

      Lo más curioso es que aunque no éramos demasiados niños, se acababan por reproducir estructuras sociales propias de un asentamiento humano primitivo, con categorías de poder basadas en la edad, la capacidad de manipular al resto o las ventajas de pertenecer al núcleo de fundadores, que eran los que decidían si se admitía o no a otros niños y tomaban las decisiones importantes. Es curioso recordar cómo, aunque partíamos de una cabaña por persona, algunos acabábamos compartiendo casa, al fin y al cabo era mucho más divertido estar juntos y es que de pequeños el sentimiento tribal está mucho más arraigado y nadie quiere estar aislado todo el tiempo, ni siquiera los niños más solitarios.

      ¿Sabéis una cosa? Aunque han pasado mil vidas desde entonces, cuando voy por el campo sigo encontrando buenos emplazamientos para mi cabaña por si alguna vez vuelvo a ser niña. Si es que alguna vez dejé de serlo.
     
      La banda sonora de hoy tiene que ser "Stand by me" de Ben E. King, de la B.S.O de la película del mismo nombre, conocida también en España como "Cuenta conmigo", dirigida por Rob Reiner y protagonizada por Wil Wheaton, River Phoenix, Corey Feldman y Jerry O'Connell

jueves, 13 de noviembre de 2014

Poeta de Ciencia Ficción

Imagen Pilar Zeta
Imagen: Pilar Zeta
      La mujer entre mundos se siente irreal, inconsistente con sus partículas esparcidas en diferentes universos, tan imposiblemente dividida que anda siempre al límite de la demencia. Poeta de ciencia ficción, escribe delirantes versos sin sentido con la electricidad de sus dedos mientras espera la nave extraterrestre en la que buscar respuestas como la explicación de su dualidad y la verdadera naturaleza de su sangre diferente. Tantas veces sueña con su cabeza reventada en millones de salpicaduras de estrellas formando galaxias con su esencia y su dolor, que se le ha quedado el espacio guardado en la mirada y si miras bien dentro de sus ojos, podrás ver reflejada la tristeza brutal y desoladora que sólo puede nacer en el infinito. No le importa el mundo ya, sólo quiere flotar ingrávida, sin pensamientos, ahogarse en un vacío tan abismal por dentro como por fuera, no pensar. Anhela suprimir su capacidad de estar en varios lugares y habitar en el mundo de los sueños, y no ser nada ni nadie en ninguna parte se le figura como la mejor de las bendiciones. Sabe que no hacer caso jamás al corazón es una recomendación que ningún ser extraño como ella debería olvidar, pero a veces pierde la memoria y se deja llevar y con su magia crea personajes que parecen de verdad y los ama, aunque por inventados no merezcan tanto amor como ella da. No quiere sufrir más y por ello, en secreto, cada día planea cuidadosamente asesinar a su imaginación, arrancarle las venas a bocados, extraerle hasta la última gota de sangre y destilarla en vulgaridad. Piensa en despedazar al tiempo, desmembrar las agujas de su reloj, parar su tic tac irregular, absurdo y anómalo que no sigue el ritmo del resto de la gente. Todo haría por detener el girar enloquecedor de sus pensamientos, hasta morir, si la muerte no fuese un mundo más en el que vivir.

      Para poner música a la historia de la Mujer entre dos mundos, nada mejor que este tema de la B.S.O. que ha compuesto Hans Zimmer para Interestelar, la recién estrenada película de Christopher Nolan. El tema se llama "Day One Dark" . Una obra maestra la película y la banda sonora. Y ya puestos, opino que Matthew McConaughey debería formar parte del reparto de todas las películas.



 #MatthewMcConaughey #ChristopherNolan #HansZimmer #Interstellar #Interestelar

martes, 11 de noviembre de 2014

En aquel lugar

Lilith. John Collier (1892)
Lilith. John Collier (1892)
"Hay muy pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos."
André Gide 

      Ahora, en el lugar donde yo te tenía, sopla el viento moviendo la inconsistencia del recuerdo de tu cuerpo y hay ecos de un futuro incumplido, de deseos que se quedaron a medias, de amores que no fueron del todo. Aquel es ahora un lugar fantasma en el que el desamor tejió visillos que velan su luz para vestirlo de olvido, sin conseguir, de ninguna manera, borrar la intensidad de lo que sentí, la belleza de saberte, por un momento, tan necesario.

      No te voy a engañar, a veces acudo allí y me desnudo dejando que el frío del vacío perfore mi piel insensibilizándola y deseo que penetre tan profundamente que congele mi corazón. Algunos días no puedo resistirme y dejo salir mi otro yo, el que disfrazaba para ti, es por ello que hay surcos de mis uñas en las paredes a las que trepé para cambiar la perspectiva, por ver si así conseguía que no pareciera mi hogar. En un rincón sigue abandona la piel que mudé para parecerte más hermosa y no asustarte. Está fría, vacía e inerte, tanto como la que llevo anclada a mis músculos, muerta sin caricias que la hagan revivir. Paso mi tiempo casi infinito en ese lugar que creamos los dos, ahogándome entre sus paredes que siento sin aire ahora que no puedo respirarte, hasta que, invadida de furia, hago desaparecer fragmentos del suelo para que se vean las estrellas que nos sirvieron de cimientos y asomen las galaxias sobre las que construimos nuestro refugio.

      Sí, es cierto, soy un monstruo, uno de los más aterradores que puedas imaginar, de los que son capaces de invadir tus sueños, de los que pueden conceder exactamente lo que deseas, pero olvidas que si vine de la Nada fue acudiendo a tu llamada, a los deseos ocultos con los que me convocaste. Llegué del lugar incierto donde viven los seres que se temen y aman al mismo tiempo siguiendo el rastro de tus íntimos anhelos, los que huelen a insatisfacción con un matiz de oscuridad. Tú me diste esta humanidad que ahora aborrezco y de la que no consigo desprenderme del todo, se quedó alojada en mi esencia más profunda como una cicatriz, convertida en un estigma que arrastro y duele.

      Es verdad que soy primaria y egoísta, es mi naturaleza, por eso te quería para mí, por eso si vuelves te devoraré, masticaré cada fragmento de tu alma y me lo tragaré con deleite, con ansia animal y ya no podrás elegir: no volveré a dejar que seas tú el que decida, aturdida por ese veneno que es el amor.

      Y si no vuelves, quizás sea yo quien vaya a buscarte. Entraré por tu ventana, arrastraré tu voluntad conmigo y te haré sentir tan completo, tan lleno, tan especial, que todo lo anterior se diluirá en brumas. Y te enseñaré, esta vez sin disfraces, como es el amor de los monstruos, el más auténtico que llegarás a conocer.

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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Salta por la ventana ¡Valiente!

   
niños beso

Cuando debemos hacer una elección y no la hacemos, esto ya es una elección.
                                                                                                  (William James)

      Analizando mi propia trayectoria, a veces pienso que no es que la vida no nos de oportunidades para conseguir lo que necesitamos o lo que realmente queremos, lo que ocurre es que tiene la fastidiosa costumbre de ser imprevisible y la mayoría de nosotros torpes a la hora de elegir lo que más nos conviene. No quiero decir con esto que cada paso que no llegue al lugar perfecto sea un paso malo, los caminos son importantes, nos hacen ser lo que somos, por complicados o enrevesados que sean, ningún marinero aprendió a navegar en aguas tranquilas, dice la sabiduría popular. Por el camino aprendemos a vivir, a reconocer lo que nos gusta y lo que no, lo que es bueno, lo que es malo y lo que es peor. Eso es la experiencia, y si tiene una cosa negativa, es el hacernos exigentes y por tanto menos permeables a las tentaciones de cosas que pueden llegar a ser buenas pero nos negamos a probar, olvidando absurdamente que las apariencias a veces son solo eso, disfraces que ocultan realidades. Recordar esto a mi me ayuda a intentar no perder la flexibilidad y las alas que nos hacen fluir, que nos permiten volar.

      Reconozco que en muchísimas ocasiones he tomado decisiones equivocadas en pequeños y en grandes asuntos, unas por no hacer caso al cerebro y otras por no hacer caso al corazón o por hacerle demasiado. De la mayoría no me arrepiento, me han llevado a conocer gente y lugares interesantes, a vivir experiencias que de otra forma nunca jamás habría vivido y si las borrase se irían con ellas personas y momentos que no querría no haber tenido. Si tuviese la oportunidad de cambiar el pasado, seguramente lucharía por no perder muchas de esas cosas, pero sí hay algunas a las que les doy vueltas y pienso eso tan manido de "qué habría sido de esta parte de mi vida si". No os creeríais la de oportunidades de conseguir cosas que deseaba que me ha dado la vida y la de veces que yo no las he visto o no las he querido ver hasta mucho después. Si lo pensáis bien, seguro que a vosotros también. Son puntos de inflexión, paquetes de regalo sorpresa con un envoltorio por desgracia no siempre llamativo que abrimos o no y que, aún siendo la mayoría de las veces discretos, tienen la capacidad de cambiar radicalmente algo, muchas veces cosas insignificantes para el mundo pero muy importantes para nosotros. Si alguna vez habéis abierto uno de esos regalos, sabréis a lo que me refiero, estoy convencida de que gracias a haber elegido bien en alguna de esas oportunidades, atesoráis un recuerdo, un amigo, un amante, un trabajo, un triunfo de cualquier tipo en el que os hace felices pensar.

Esta noche te espero en mi cuarto, salta por la ventana ¡Valiente! Los amantes del Círculo Polar Julio Medm

      Lo realmente terrible de todo esto, es que muchísimas veces reconocemos el regalo, pero nos da miedo abrirlo por lo que pueda significar o intentamos aplazar la decisión de si abrirlo o no y lo dejamos en un estante planeando hacerlo más adelante, cuando nos venga bien o estemos seguros, pensando que se quedará allí para siempre y, escuchadme atentamente, no es así, tienen caducidad siempre. Si no aceptamos el regalo, se va, lo perdemos, desaparece. Aunque me resisto a ello, consciente de que tiene algo de "autofustigamiento", a menudo caigo en pensar que si nos llega uno de esos paquetes y no nos atrevemos a aceptarlo y a disfrutar de su contenido, si no le damos toda la prioridad a lo bueno que nos ofrece, nos merecemos el tener una vida mediocre, el ahogarnos hasta morir en un "qué hubiese ocurrido si" infinito por torpes, cobardes e idiotas. Todo es cuestión de elecciones y nadie dijo que el camino a la felicidad tuviese que ser fácil. "La fama cuesta", lo realmente bueno, a veces, también. Pensadlo.

Otto tuvo que tomar la decisión que le puso en las manos Ana en esta escena preciosa de "Los amantes del Círculo Polar" de Julio Medem

Esta noche te espero en mi cuarto, salta por la ventana ¡Valiente!

martes, 4 de noviembre de 2014

La decisión del Cuervo

   
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
¡Eran más negras que las alas del cuervo de la tempestad!
                                                 ("Ligeia", Edgar Allan Poe)

        A veces, la Luna se disfraza de nube y las nubes se disfrazan de metal para reflejar un sol a punto de fallecer. Entonces, los pájaros cambian de canto en honor de los muertos y rompen un delirante silencio sin sentido capaz de invadir todos los rincones y desquiciar al más cuerdo. Los minutos aceleran su paso y en el preciso instante en que se juntan el día y la noche el Cuervo toma su decisión. En ese momento, el mundo de algunos cambia para siempre. Los gatos observan todo el proceso con la mirada de cristal de quien ve más allá, entienden y asienten con un leve movimiento de cabeza. Para el resto de los seres nada de esto existe y permanecen ajenos al transcurrir de ese tiempo diferente mientras a lo lejos suena un disparo.

*La ilustración es obra de un artista al que yo adoro, Eric Lacombe, estoy muy feliz de que me la haya prestado para decorar mi relato. Podéis seguir su maravilloso trabajo en su web o en su Página de Facebook

#Lacombe #EdgarAllanPoe #EricLacombe #ElCuervo #Poe

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