CANICAS
(Microcuento)
El niño miraba cómo al otro lado del cristal un niño jugaba con una canica. La acercaba a su cara y la observaba, deleitándose, disfrutando de su pequeño tesoro. De pronto, sonó la voz de su madre llamándole para ir a merendar. El niño dejó de mirar la canica y se la metió en el bolsillo. En infinitos mundos, cada vez más diminutos, infinitos niños guardaron su canica de cristal en el bolsillo.
De pequeña sentía verdadera fascinación por las canicas. Estaba convencida de que albergaban mundos diminutos en su interior, como si fuesen pequeños planetas de cristal con la vida por dentro. Me gustaban todas: las pequeñitas y las grandes, las de cristal con colores en su centro, tan en tres dimensiones vistos desde el otro lado del cristal que no entendía cómo podían fabricarlas, las opacas, que eran como pequeñas piedras pulidas y resbaladizas, las gigantes, tan llamativas, y, sobre todo, recuerdo mi preferida, de un negro casi metálico, con pequeños puntitos plateados. Era como el cielo por la noche, como tener el espacio entero plagado de galaxias en la palma de mi mano. Aún me gustan y confieso tener algunas. Siento auténtico amor por las bolas de cristal, por todas, incluidas las de nieve, pero mis preferidas son las compactas, esas que tienen una base plana y son como cúpulas de cristal con colores por dentro. Sigo mirándolas con atención, convencida de que un día veré moverse a sus habitantes. Por suerte, nunca perdí mi imaginación de niña.
La canica y el cosmos en su interior son como la teoría del todo, la imaginación y la verdad se ven reflejadas en esas canicas llamadas ojos, con los que contemplamos el Universo.
ResponderEliminarMágico relato, una grata experiencia.
Un abrazo Mar!
Canicas con las que contemplamos el Universo.... Me encanta.
EliminarGracias por el comentario, Edgar, y por lo que me ha hecho pensar.
Besos
Me ha encantado, debo confesar que a mi también me parecen pequeños mundos. Un espacio infinito en algo tan pequeño. Un abrazo Mar.
ResponderEliminarMe encanta que haya más gente que piense como yo :)
EliminarGracias y un abrazo, María
Serías la reina del gua! :) A mí me encantan, tengo tarros y tarros de cristal llenos de ellas. Tienen ese no sé qué que me mola por vivir! Un abrazo
ResponderEliminarJaja, alguna vez jugaba, pero me gustaban más casi como objeto a atesorar
EliminarUn besote :)
Mar,
ResponderEliminarMe ha encantado tu micro y compartir esa fascinación por las canicas. Recordarlas en la mano, el ruidito que hacían, mirarlas, intentar averiguar que escondían en su interior. Aún me siguen gustando esas bolitas de cristal.
Un abrazo
Si te siguen gustando es que eres como yo en eso :)
EliminarGracias por leerme y comentar
Abrazos