miércoles, 26 de julio de 2017

En la cuerda floja


Para el mar, que no sabe de tiempos, la araña funambulista es sólo un punto mortal y frágil suspendido entre dos puntos verdes en el horizonte.

Para la araña, el mar es la eternidad al fondo del precipicio que es la vida. Pero arriesga y gana y disfruta del viento aprendiendo a bailar a su ritmo. Y con su danza crea líneas que atrapan la música del aire, la luz del Sol y el brillo de la Luna y las estrellas. Se mueve y vive. No espera que la vida se acabe atrapada en una pausa segura e infinita.

*No se ve en la foto, pero la araña está.
*Hoy la música la pone Funambulista






lunes, 3 de julio de 2017

Gansos en la niebla


―¿Me llevarás a ver los gansos difuminados en la niebla de la orilla de aquella islita escocesa de la fotografía? ¿Y a nadar en el mar del que surgió el Toro de Creta, padre del formidable Minotauro? ¿Caminaremos hacia un volcán más allá del mar cogidos de la mano? ¿Veremos nacer la Luna de la muerte del Sol en la placenta del mar rojo? ¿Me besarás a través del cristal cuando nuestros pies pisen el lunar Mar de la Tranquilidad? 
―Cuando seamos como los humanos haremos todo eso y más. Últimamente sospecho que hay cosas que sólo ellos pueden entender de la forma que hay que entenderlas. 
―¿Cómo sabremos que ya lo somos?
―Cuando no sea tu cerebro el que te diga que hacer todo eso es hermoso, cuando te brillen los ojos al pensar en hacer esas cosas y otras mil conmigo. Cuando lo desees más allá de la cabeza.
Y ella siente que su corazón se encoge y se hace pequeña mientras seca con disimulo una lágrima que cae por su mejilla y comienza a soltarse el recogido del pelo.
―Esperaré.


* Estaréis pensando que la canción de hoy debería ser Rachel´s song de Vangelis y no os falta razón, pero la canción elegida es Without you, de Eddie Vedder, que pertenece a esa delicia de disco que es "Ukelele songs". La otra se da por hecho, esta va más allá de la historia que cuento.

For every wish upon a star
That goes unanswered in the dark
There is a dream I’ve dreamt about you

sábado, 1 de julio de 2017

Malditas Mariposas

Ilustración de Benjamin Lacombe. Del libro "Los amantes mariposa" (Edelvives, 2014) 

A veces las mariposas imposibles deben volar, dejando de recuerdo en nuestra piel el rastro de lo que fuimos, como un material precioso con el que construir lo que seremos tras su marcha: mejores, más sabios, con los ojos más abiertos para no perder ni un instante de lo que vendrá después.
(De "Memorias de un fénix")

Tú fuiste mi secreto,
                  después mi realidad,

un enredo de cuerpos y bocas bajo las estrellas,
las mismas que tras la fiesta cobijaron sueños despiertos
en la noche del Big Bang,
esa en la que los gatos corearon nuestro Amor con mayúsculas

justo antes de que las mariposas tristes nos robaran el alma,
condenándonos a no ser
                         o a ser incompletos.

A veces me pregunto si tú también recuerdas
al Monstruo del Pantano,
las nubes que venían del otro lado del mar,
el tacto de mi piel mojada,
mi dormir de gata que tanta gracia te hacía,
aquel collar tuyo de salvaje que aún conservo,

las constelaciones que me enseñaste
mientras con mi cabeza sobre tu tripa desnuda,
te respiraba, embriagada,
aquella noche

de aquel tiempo
tantos años atrás
en aquel otro lugar
sin leyes

cuando aún éramos tan secretos
que ni nosotros mismos nos sabíamos amantes

a pesar de las noches durmiendo abrazados
y de las siestas de dedos entrelazados.

mucho antes de los tiempos de saborearnos la piel.

Yo aún recuerdo el tono exacto de agua turbia de tus ojos, 
tu pelo suelto enredándose en el mío
y el olor perturbador de tu cuerpo.

Malditas mariposas.

*Hoy la música la pone Luis Ramiro.


Son mariposas al vuelo
para que caces en sueños

lunes, 26 de junio de 2017

Apolo y Dafne

"Apolo y Dafne" Mar Goizueta
Apolo y Dafne
Y, a pesar de todo, siempre valdrá mil veces más un instante vivido que los que se quedan en el aire como fantasmas de deseos inconclusos. 
(De "Memorias de un fénix") 


Vestía
desnudez de sábana blanca, pureza
impúdica, perfumada
de otra piel. 

Tenía
el cabello revuelto, de miel
y verde, y la boca
pintada con el color del último suspiro
de una petite mort compartida.

Los fantasmas, en la puerta,
observaban, invisibles excepto
para ella, la mujer renacida. 
Sus bocas, deformadas  
en un gesto de reproche, 
murmuraban:

Tú nos concediste el veneno
de tu corazón caníbal, la inconsistencia
de tu alma errática, las arenas
movedizas de tu limbo.

El dios protector,   
con mirada fulminante detenía
sus cuerpos de aire, aun sin verlos. 
Extendía
frente a ella su manto
protector de música y letras.
Le sonreía.

«Yo los convertí en dolor y ahora
sangro su tristeza. Cubre
mis ojos de besos»
imploró
«no dejes que vea
nunca más lo que fui».

Sacudió
con brazos de mármol
las últimas hojas de laurel
de su pelo, los blancos
pechos temblaban en sus manos,
las de Apolo. 

A cambio de su rendición, 
Dafne sólo suplicó cordura,
vida 
y amor. 



Cuentan las leyendas que el artístico y profético Apolo, hermoso dios de innumerables atributos y funciones, se enamoró de la lira inventada por Hermes hasta el punto que pasó a ser uno de sus atributos. También se enamoró de la deseada y díscola Dafne, amante de los bosques con corazón de piedra. Yo he cambiado la historia porque los amores bellos merecen una oportunidad.

sábado, 24 de junio de 2017

Flotar, volar


"A Fairy Tale", Arthur Wardle

En su día, las hadas duermen y se olvidan de existir

Flotar. Ser agua. Planear en vuelo líquido. Morir. 

Flotar hasta no ser. O ser nada. Dejarme llevar hasta que los pájaros olviden mi ser. Acariciar sus plumas, fundirme en el agua que lame mi piel. Sentir. 

Y pensar en la tristeza de los dragones que, a escondidas en su cueva, se arrancan las escamas y vomitan la magia que los define y el fuego de su rabia. En su justificado odio hacia un mundo en el que nadie escribe cuentos en los que su felicidad venga de la mano de la pureza que anhelan y evite que sufran con la desesperación de quien sabe que sólo eso borrará su oscuridad y los hará renacer humanos, brillantes y hermosos a ojos del ser amado. Pobres princesas que con el tiempo se arrepentirán de haberse dejado fascinar por un príncipe que no moverá un dedo por su felicidad, que las considerará un triunfo para su ego y su poder. Pobres dragones que ven a su princesa suspirar por quién jamás podrá ofrecer un amor tan grande como el que ellos atesoran en sus alas refulgentes. Pienso en que esa es su maldición, la que les hace retirarse al terrible abismo de tristeza que habitan, mientras floto y siento extenderse las alas de mi sombra hasta cubrir el resto del agua, al tiempo que los mechones de mi pelo se entremezclan con las corrientes y cobran una especie de vida ajena a mí. 

Volar. Ser viento. Nadar en inmersión aérea. Vivir. 

Volar hasta ser. Ser todo. Dejarme llevar hasta que los peces recuerde mi ser. Acariciar sus aletas, fundirme en el viento que lame mi piel. No sentir.


Azul, líneas en el mar...



miércoles, 14 de junio de 2017

La sonrisa maldita


La belle dame sans merci. John William Waterhouse (1893)

VII
Halló por mí raíces dulces,
y miel silvestre y maná fresco.
Y en una extraña lengua dijo:
“En verdad que te amo.”
(“La belle dame sans merci” de John Keats)

* (Nota)

Sonrío.
El monstruo sonríe.
Siempre lo hace con la suficiencia del triunfador que piensa que lo que no se ve es a menudo lo más poderoso. Me sabe suya, me obliga a sonreír y se estremece de placer sabiendo lo que ocasionará esa sonrisa, la trascendencia que tendrá ese gesto que aparenta ser tan inocente.
El hombre sonríe.
Lo hace creyéndose ganador, sin saber que acaba de vender su alma por una sonrisa maldita, que ya no hay vuelta atrás, que jamás se olvidará de ella.
El monstruo canta y yo escucho su canción desquiciada, sus gruñidos de depredador satisfecho que quedan ahogados por  mi coraza de piel.
Navego en los ojos del hombre buscando la huella de su perdición y la encuentro atada al amor que rebosa su mirada y que quizás le impide ver las llamas ardiendo en el fondo de mis pupilas. Miro más allá y encuentro algo inesperado: el fuego intenso que arde en las suyas, el odio, la rabia y el miedo que anidan en su alma. Y aún más al fondo, en las profundidades abismales, una ternura inmensa y unas ganas infinitas de aniquilar la soledad que le destroza.
Me tiemblan las piernas. De repente, me siento muy unida al monstruo. Juntos notamos un sabor extraño en la garganta, dulce y salado a la vez, como al beber lágrimas de un rostro amado o comer nubes de azúcar con los dedos manchados de agua de mar. Es el sabor de la anticipación de algo que se desea y se teme. Sabe a primer beso, a temblores de amor.
El monstruo y yo bailamos con una alegría casi demente, sabedores de que el hombre es nuestro reflejo.
Ya no temo arañar su corazón y dejarlo morir desangrado, empujada por el ansia caprichosa del monstruo. Esta vez morderé fuerte, sí, pero después curaré sus heridas a lametones y besaré cada cicatriz que huela a tiempo vivido.
 Y sé que no me iré.
Un delirio se ha  apoderado de mi alma: devorar y ser devorada, cazar y ser cazada, domar y ser domada, amar y ser amada, sinergia de monstruo a monstruo. La perfección.
Me acerco al hombre y sonrío.
El monstruo sonríe.
El hombre sonríe.
Y esta vez sólo hay ganadores.

*Este cuento nació en mi mente enlazado a este tema y a "La belle dame sans merci" de John William Waterhouse. Por eso me gustaría que escuchases la música mientras lo lees. Yo misma lo recité con ella de fondo, aunque después el destino hizo que se perdiese el archivo. Quizás sea mejor así, quizás no sea yo quien deba leerlo y estropear esas deliciosas notas limpias que se acaban fundiendo en un maravilloso éxtasis de voces. Hoy ha vuelto a mi cabeza esta historia. Será que soplan vientos de redención. Sea como sea, esta canción ,que siempre sentí como mía, quiero compartirla contigo. Y ahora hablo en singular.


Pincha aquí para leer La belle dame sans merci de John Keats completo en inglés y en castellano


sábado, 10 de junio de 2017

La trampa de cristal


El miedo
es un cangrejo aferrado a las neuronas,
el peso de los huesos de nuestros muertos,
la mirada de los ojos de cristal
supurando vida al otro lado
del propio miedo.

*La foto la he titulado "La trampa de cristal". No encuentro un nombre mejor para el poema.

sábado, 6 de mayo de 2017

Más allá del azul



Mirando al cielo, cultivo pecas por desidia. Catarsis al sol, mareas revueltas, escupo sueños podridos sin salpicarme. El cielo se ha disfrazado de mar. Una golondrina bucea a contracorriente y un águila flota tan cerca de la superficie que puedo ver el dibujo de sus alas. Siento el veneno y la sangre fluyendo por mis venas, el calor y el viento cosquilleándome la piel. Más allá del azul, llueven, invisibles, fragmentos del Halley. Sólo eso es importante ahora. Eso y las manos sembrando la tierra. Y la luz que, justo ahora, está borrando el mundo.

Imagen: "Ariadna", de J. W. Waterhouse (1898)


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