Glauka cierra los ojos recordando al hombre al que tiempo atrás contó su larga historia de sirena humana, el hombre sabio que supo envolver su vida en papel y tinta llevándola para siempre al mundo nebuloso donde viven las realidades que poco a poco se hacen leyenda. Da un coletazo furioso recordando su muerte y se deja flotar, consciente de que tiene un hombre más al que llorar una eternidad con lágrimas invisibles de agua salada
Serpientes Acuáticas I (Gustav Klimt)
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