El arrodillado de piedra |
Allí donde el Hombre Lobo acostumbra a cambiar todo está distinto con la llegada del otoño. Todo menos el Hombre de Piedra, que eterno y humillado paga su pecado de rodillas. Las telas de araña del suelo se llenan de gotas brillantes de agua y los arroyos empiezan a resurgir de su letargo, de su verano de escondites y disimulos, luchando con su propio afán de ocultar que son la sangre de la tierra.
Una libélula roja me sigue en mi caminar entre charcas y riachuelos. Yo me quedo quieta y ella me mira, flotando suave, casi ingrávida, como si levitase, a una distancia tan minúscula de mi cara que está lejos de ser prudencial. Me mira a los ojos con los suyos complejos, directa y atrevida. Sabe que conozco su secreto. Con el lenguaje silencioso del pensamiento, yo le aseguro que no lo voy a contar, que mucho tiempo atrás se lo prometí a la gran Reina Azul un día en que me buscó, se posó en mi cuerpo y me habló. Ella da una vuelta a mi alrededor y se despide dejando tras de sí un deseo envuelto en un halo de polvo estrellado a modo de regalo. Las libélulas siempre son agradecidas.
Es un día extraño. Las águilas vuelan más bajo de lo habitual en una fascinante danza aérea, los saltamontes andan reunidos en un claro del bosque y dos mariposas me observan. El bosque rebosa de vida, de ocre, de verde, de rojo y de agua y yo siento crecer raíces en las plantas de mis pies y hojas entre mi pelo.
A lo lejos lo veo, está escondido detrás de una roca. Su curiosidad le hace imprudente y observo asomar su cabeza y su cuello. Entre el pelaje brillan sus ojos. No puedo ver su expresión pero no me asusta, de alguna manera estamos conectados y nunca me va a hacer daño. Cuando me vaya de aquí, junto a mi olor, dejaré un rastro de hojas que iré tirando. Puede que así un día vuelva a ver sus ojos amarillos a través de mi ventana.
Es un día extraño. Las águilas vuelan más bajo de lo habitual en una fascinante danza aérea, los saltamontes andan reunidos en un claro del bosque y dos mariposas me observan. El bosque rebosa de vida, de ocre, de verde, de rojo y de agua y yo siento crecer raíces en las plantas de mis pies y hojas entre mi pelo.
A lo lejos lo veo, está escondido detrás de una roca. Su curiosidad le hace imprudente y observo asomar su cabeza y su cuello. Entre el pelaje brillan sus ojos. No puedo ver su expresión pero no me asusta, de alguna manera estamos conectados y nunca me va a hacer daño. Cuando me vaya de aquí, junto a mi olor, dejaré un rastro de hojas que iré tirando. Puede que así un día vuelva a ver sus ojos amarillos a través de mi ventana.
Nadie mejor que The Cure con su "A Forest" para ponerle música a un bosque donde pasan tantas cosas
Come closer and see
See into the trees
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O acechando tras ella, pétreo y a la espera de tu paso. No por su posición es claro indicador de rezos y plegarias; la roca ni escucha, ni oye, ni reza, ni habla; pero nos dice. Sí descansa del ruedo de canto que ahí la llevó formándose luego a decrecer con el paso del tiempo. O de la tierra emergiendo.
ResponderEliminarCrudo metamorfismo primitivo.
De la charca antes metamorfosis aérea luego.
¿Pero si espera y anima a descansar, es forma perfecta para el disimulo con que entra el otoño?
Los arroyos del verano marchitos se llenan a tu paso y te invade la sensación de tomar posesión de terreno tan secreto. A la roca que idolatra la otra se me hace agua la boca por conocerla. Cómo a los visillos de las entradas madrigueras de las arañas de tierra; lobo tarántulas hispánicas.
Qué cantera que cual cristal rompe cuando llegado el invierno uno se hiela cerca y se enfosca de fino granito para pasar el frío; de momento ahora aún cálido se pierde la vista en esa libélula que no por ser roja es menos diablo. Como mi amigo Odonato que por diente entre su boca falta sostuvo otra del mismo color un rato y riendo completó su ausencia.
Eso a la otra roca la hace más que hermosa. Déjeme verla más otro poco.
He visto rocas agazapadas más allá del bosque plantando setas, cesáreas y crecer entre sus endiabladas diaclasas. Venga.
He visto piedras de las montañas lanzadas, cantando y descendiendo.
He visto buzamientos de laderas monte a un lado, pongámonos a un lado y pasen, y suspendidos extraplomados de fósiles marinos
Perpiaños, areniscas y calizas contener ricas aguas y termas.
He visto nubes plegando cielos de plegarias y desplomados aguaceros hiriendo sus faldas corriendo pendiente arriba. Un sinsentido. Un cataclismo.
Pero nunca vi una roca del perdón ni altar crepuscular que se antoje orando; hora ando, hora me paro. Bien me vendría conocer el pago dejando lo que pida por incrédula prenda otro caballito alado. Al (su) lado…Azulado.
Saúde i Livertá :)´
"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser..."
EliminarSólo por la belleza de este comentario, estaría dispuesta a enseñarte el rincón secreto donde el hombre se volvió piedra arrodillada. El secreto de las libélulas no puedo desvelarlo, pero puede que ellas mismas te lo cuenten.
Me gusta que sepas ver más allá
Apertas :)
Vi nubes arando aborregados cielos por debajo de Orión en despejadas noches cálidas y gamelas surcar rías galaicas a las nécoras de la madrugada.
EliminarVi o rei cintolo explorar na minha cachola inmerso en su cueva.
Vi un reino vacío lleno de ricos hombres purpurados hablando de inexistencias y vendiendo humo a las puertas de los colegios.
*Vi, vino, miré embriagado, nuevamente a o Rei Cintolo, de alegranza tolo.
Beví tanto que quedé ciego
[*Veni, vidi, vici]
Entón, deica...
http://bdouzaldarrudaceibeilustrados.blogspot.com.es/2013/01/los-tres-reyesla-noche-mas-oscuraen.html
EliminarMuchas veces son tantas las rocas exploradas, los cúmulos de arena, las montañas de grano que nos quedamos mirando al dedo que señala la luna para regresar de la inconsciencia que la impaciencia abrasa nuestras pupilas de tanto mirar-la áspera piel de sus cielos a nuestros pies.
La que del sol no abrasa
la de dura corteza no arrasa
sólo en la llambria rasa
en la que se descansa.
Pues eso.
Abismarse mirando el cielo, sentir la Tierra latir bajo los pies, volar con el pensamiento y perderse en el mar.
EliminarBeber vida, saber ver
Dejar que la noche nos ilumine
Esas son las claves.
Tú las conoces, creo.
Besos desde mi abismo perpetuo
Mar
Un relato corto envolvente. Un halo de misterio en este bosque de seres vivos e inertes que despiertan curiosidad y mágica ensoñación.
ResponderEliminarEspléndido, Mar.
Abrazo, compañera. ;)
Es mi bosque mágico, allí viven muchos seres que normalmente no se dejan ver, pero existen, allí recargo mi imaginación cuando se contamina demasiado de realidad ;-)
EliminarAbrazos, compañero de inspiraciones y locuras literarias :-*
Un bello rincón el que nos muestras. Unos ojos, una piedra animada inanimada, una libélula mágica... Precioso.
ResponderEliminarUn besillo.
Gracias, guapa! Es un bosque que conozco muy bien ;-)
EliminarBesos :)
Toma, y yo :)´
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