sábado, 10 de junio de 2017

La trampa de cristal


El miedo
es un cangrejo aferrado a las neuronas,
el peso de los huesos de nuestros muertos,
la mirada de los ojos de cristal
supurando vida al otro lado
del propio miedo.

*La foto la he titulado "La trampa de cristal". No encuentro un nombre mejor para el poema.

sábado, 6 de mayo de 2017

Más allá del azul



Mirando al cielo, cultivo pecas por desidia. Catarsis al sol, mareas revueltas, escupo sueños podridos sin salpicarme. El cielo se ha disfrazado de mar. Una golondrina bucea a contracorriente y un águila flota tan cerca de la superficie que puedo ver el dibujo de sus alas. Siento el veneno y la sangre fluyendo por mis venas, el calor y el viento cosquilleándome la piel. Más allá del azul, llueven, invisibles, fragmentos del Halley. Sólo eso es importante ahora. Eso y las manos sembrando la tierra. Y la luz que, justo ahora, está borrando el mundo.

Imagen: "Ariadna", de J. W. Waterhouse (1898)


sábado, 25 de febrero de 2017

Flores de tinta


Ante mis ojos el mundo comenzó a cambiar. Se perdieron los colores y la tinta ganó la partida. Las flores, antes llenas de tonos diferentes, sucumbieron a la belleza de las sombras aguadas, a los matices de unos azules que con su fuerza robaban  protagonismo a la palidez inocua del cielo. Y os juro que esta vez el azul no fue tristeza, pues la contemplación de aquella transformación prodigiosa era un vehículo hacia la sabiduría, como ocurre cada vez que los humanos nos enfrentamos a lo desconocido.

*La foto no tiene filtros de ningún tipo.
*La canción que asocio a la imagen en mi mente es "Lápiz y tinta" de El último de la fila


lunes, 20 de febrero de 2017

Mordiscos más allá de los tentáculos


Más de una vez os he confesado que os observo.
También que hurgo en vuestras mentes con mis tentáculos invisibles cuando me parecéis especialmente interesantes.
Pero nunca os había contado que a veces dejo que el bosque se me enrede en el pelo y os vigilo a través de mis ojos de animal. Entonces puedo oler vuestras intenciones ocultas y seguir los hilos de vuestros actos y los movimientos que hacéis sobre el tablero de juego con la claridad que da el estar más allá de las limitaciones de la cultura y la educación. Y algunos me parecéis tan interesantes también desde esa otra perspectiva que, sin que os deis cuenta, doy pequeños mordiscos a vuestros cerebros y los saboreo.
El que avisa no es traidor, pero quizás ya sea tarde. Tranquilos, ni duele ni afecta a la inteligencia.
Aunque quizás alguna vez me soñéis siguiendo vuestro rastro entre hojas y ramas.

* Siento que "Trøllabundin"de Eivør es la música perfecta para este texto. Una canción que me obsesiona desde que me la descubrió mi querido Raúl Campoy hace unos días.


* Foto: "Pagan Angel (SocialFreeakdom)

lunes, 13 de febrero de 2017

La mirada del pájaro psicopompo



Eric Lacombe (2015)
Después de infinitos días, anoche recordé cómo dormir. Quizás la Luna llena, vestida de oscuridad, perdió la fuerza que me hace aullar con los sentidos alerta cada plenilunio, quizás fueron las buenas noticias las que me acunaron como una madre protectora, tal vez mi corazón encontró en el sueño el remedio a sus inquietudes o puede que me besarse en la frente quien guía mis pasos por el otro mundo. En cualquier caso, dormí. Y al despertar, al otro lado del cristal, atravesando la lluvia, me encontré la mirada del pájaro psicopompo que volaba hacia mí con mi alma entre sus patas. También traía mis letras perdidas y mi corazón agujereado en el pico. 
¿Otra vez? le dije. 
Abrió el pico y lo dejó caer. 
Deberías darme las gracias, sólo sangran los corazones vivos respondió. 
Y sonreí, pensando que había verdad en sus palabras.


*Algún día compraré cuadros de Eric Lacombe. Adoro su arte.

jueves, 19 de enero de 2017

¿Y si el monstruo de Frankenstein amase a una sirena?

 

      He girado rápido para ver si conseguía atisbar, escapándose por un lateral del espejo, el reflejo de una de esas maldiciones que llevamos cosidas a la espalda como sombras negras, siempre dispuestas a cubrirnos con sus asquerosos cuerpos polimórficos que crecen consumiendo nuestra energía.

     El terror a no vivir arrasa a quienes ven a un primer amor viviendo de prestado, a quienes saben que no existe la certeza de un futuro, que nunca se conoce qué día será el último en el que la felicidad será plena. Y al final, es  la propia fragilidad de sabernos cristal la que  nos rompe si no conseguimos volvernos flexibles.

     Hoy he mirado con detenimiento los mil rostros de la perdición, me han revoloteando murciélagos en la tripa y he tragado mis propias defensas. He vomitado las espinas y la hiel del miedo y entonces, entre lágrimas, te he visto cómo eres en esencia, tu forma verdadera. Brillabas con el resplandor del fuego implacable que busca mi piel de ave fénix. Temblabas. Extendí mis alas doradas para cubrirte, dejando mi cuerpo desnudo, y te evaporaste cómo el agua al contacto con mi calor. Pareces ser  el aire ardiente que necesito respirar, el agua fresca con la que llenar mi boca y calmar mi sed y, en verdad, quizás solo seas un espejismo en mi desierto de locura, destinado a destrozar la poca cordura que aún poseo.

     Ahora, como resultado de esa visión, un deseo rebota en un espacio vacío y se multiplica en un eco siniestro y eterno. Hueco, como el sonido del frío o el de la niebla aislante, con la dulzura oscura que deja en el paladar el sabor de un secreto sucio o de un pecado.

     Hay un vértigo en la oscuridad que me precipita irresistiblemente al abismo que formaron tus palabras y me dejo caer, aunque no haya red que me asegure la supervivencia. O tal vez por eso.

     Me siento culpable de tu ausencia. Desprecio mi comportamiento errático y absurdo, enfermizo como recrearse en extender con un dedo la sangre pegajosa y espesa de una herida antes de cicatrizar, repugnante cómo el olor dulce de las flores que abrigan a los muertos intentando ocultar el olor a formol, destructivo cómo el poder infinito que siente un niño triste al regodearse en la agonía de la mariposa clavada a un corcho con un alfiler o al triturar con rabia un hermoso escarabajo dorado, arruinando su belleza de joya, un instante antes de llorar desolado por haber roto un tesoro.

     Y al igual que el niño, me retuerzo de dolor ante mi error, lamentando que quizás no haya vuelta atrás en mi dureza fingida, en mi simulada piel de hielo, suave para jugar, impenetrable al amor, tan falsa que sólo con tu mirada furiosa se abren grietas y sangra.

    No creas ni una sólo palabra, rómpeme con tus manos, abre mi pecho y muérdeme fuerte el corazón, haz que repita tu nombre hasta que se borre el mundo.

     Creí en Hades añorando a Perséfone, no en un verano de olvidos. Mil veces mejor es enamorar al terrible Minotauro o a un dios capaz de arrasar el mundo por seguir las huellas de mis pies, por correr detrás de mis medias, por beberse mi voz. Malditos los buenos que siempre duelen, benditos los malos que con su furia hacen temblar los cimientos y si hacen gritar es en combate de amor y luego lamen las heridas y curan. Bendita tu alma guerrera.

      Pienso en Anaïs Nin, viva en los brazos de Miller, en Dalí ahogando sus miedos en los pechos de Gala, en Caperucita siguiendo el rastro del lobo en las noches de Luna llena, en la bella amando el lado salvaje de la bestia, en Gustav Klimt acunado por Emilie en la vida y la muerte, en Picasso enloqueciendo a Dora Maar, en la tormenta eléctrica constante entre Frida Kahlo y Diego Rivera, en la Maga arrastrando a Oliveira a un circo feroz con su sexualidad catártica, en la inteligente Eve, antigua como la Historia, regalando al joven Adam una eternidad de libros, música y amor con su mordisco. Pasiones turbulentas que son vida. Qué importa que nadie lo entienda si ahí radica la pureza de su amor.

*Imagen: Ann Blyth disfrazada para su papel en “Mr. Peabody and the Mermaid” y Glenn Strange caracterizado para “Abbott & Costello Meet Frankenstein”, 1948.

lunes, 16 de enero de 2017

Mi último paisaje


Viernes 13.
Un viento gigante y antiguo sopla futuristas cometas de metal y pájaros ígneos en formación.
Huyen del invierno en silencio. También las estrellas fugaces.

Sembrando el terror, dos asteroides se acercan.
"No hay peligro", dicen. Y quizás mientan.

El miedo acecha y a veces se viste de muerte.
De todas las muertes.
De la muerte de todas las cosas.

He roto el miedo en pedazos. Ahora cae desde la Luna transformado en lluvia fina de partículas, diminutos embriones de letras que escriben, al posarse, versos que quedarán retenidos para siempre en la tela de mi viejo paraguas, negro como la falta de luz.

Los leo.

Son salvajes y libres, como el amor de quienes se lanzan al vacío en pos de lo que tanto cuesta encontrar y por el camino sienten crecer alas en su espalda.

Cierro el paraguas.
Me quito la escafandra y espero el impacto.
Dicen que no hay peligro.
Yo me lo creo a medias. En mi cabeza suena, insistente, una canción:

Si la especie humana se abocara a la extinción
quiero que seas mi último paisaje.
Si explota la Tierra, qué importa 
mientras tú seas mi último paisaje.

* La canción es "mi último paisaje" de Luis Ramiro, y pertenece al disco "Magia". También le he robado el título. Podéis escucharla aquí:



*Imagen: Buzo con paraguas (París, 1949)
*Más información sobre Luis Ramiro en www.luisramiro.com.

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