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sábado, 24 de junio de 2017

Flotar, volar


"A Fairy Tale", Arthur Wardle

En su día, las hadas duermen y se olvidan de existir

Flotar. Ser agua. Planear en vuelo líquido. Morir. 

Flotar hasta no ser. O ser nada. Dejarme llevar hasta que los pájaros olviden mi ser. Acariciar sus plumas, fundirme en el agua que lame mi piel. Sentir. 

Y pensar en la tristeza de los dragones que, a escondidas en su cueva, se arrancan las escamas y vomitan la magia que los define y el fuego de su rabia. En su justificado odio hacia un mundo en el que nadie escribe cuentos en los que su felicidad venga de la mano de la pureza que anhelan y evite que sufran con la desesperación de quien sabe que sólo eso borrará su oscuridad y los hará renacer humanos, brillantes y hermosos a ojos del ser amado. Pobres princesas que con el tiempo se arrepentirán de haberse dejado fascinar por un príncipe que no moverá un dedo por su felicidad, que las considerará un triunfo para su ego y su poder. Pobres dragones que ven a su princesa suspirar por quién jamás podrá ofrecer un amor tan grande como el que ellos atesoran en sus alas refulgentes. Pienso en que esa es su maldición, la que les hace retirarse al terrible abismo de tristeza que habitan, mientras floto y siento extenderse las alas de mi sombra hasta cubrir el resto del agua, al tiempo que los mechones de mi pelo se entremezclan con las corrientes y cobran una especie de vida ajena a mí. 

Volar. Ser viento. Nadar en inmersión aérea. Vivir. 

Volar hasta ser. Ser todo. Dejarme llevar hasta que los peces recuerde mi ser. Acariciar sus aletas, fundirme en el viento que lame mi piel. No sentir.


Azul, líneas en el mar...



sábado, 6 de mayo de 2017

Más allá del azul



Mirando al cielo, cultivo pecas por desidia. Catarsis al sol, mareas revueltas, escupo sueños podridos sin salpicarme. El cielo se ha disfrazado de mar. Una golondrina bucea a contracorriente y un águila flota tan cerca de la superficie que puedo ver el dibujo de sus alas. Siento el veneno y la sangre fluyendo por mis venas, el calor y el viento cosquilleándome la piel. Más allá del azul, llueven, invisibles, fragmentos del Halley. Sólo eso es importante ahora. Eso y las manos sembrando la tierra. Y la luz que, justo ahora, está borrando el mundo.

Imagen: "Ariadna", de J. W. Waterhouse (1898)


jueves, 3 de marzo de 2016

La granja de hormigas

Drifting Away de Erik Johansson
   
     ─El Apocalipsis del que hablan las páginas sagradas ya está aquí. Oremos, oremos, hagamos llegar nuestras voces al cielo. ─El sacerdote gritaba y corría con las manos en alto por todo el pueblo, histérico y sin un rumbo fijo, como un pollo sin cabeza.

      El sabio trataba de entender el fenómeno. El mundo se movía en un mareo continuo, pero nada parecía acabar de perder su estabilidad. Las casas y los árboles seguían firmemente sujetos al suelo y, salvo alguna sacudida, no había signos de destrucción. Nunca había visto algo así, ni tampoco sus antecesores en el cargo, pues un hecho como aquel no dejaría de estar señalado en alguno de los diarios de investigación que estaban obligados a llevar y que conocía casi de memoria.

      Los campesinos, los artesanos y el médico habían dejado lo que estaban haciendo para correr a la plaza del pueblo, el lugar donde se decidía todo lo que tuviese que ver con el conjunto de los habitantes: el calendario de fiestas, los eventos sociales, el procedimiento a seguir en caso de emergencia o el papel que cada nuevo niño tendría en la sociedad y que se designaba ya desde su nacimiento. Esto último era muy importante en una comunidad tan pequeña y sin posibilidades de crecer por culpa del mandato divino que los hacía estar aislados del resto de la humanidad, según contaban las crónicas de fundación del poblado datadas en unos cuatrocientos años antes.

      Y para colmo, lloviznaba y el sol había dejado de verse, así que su destino parecía estar dominado en ese momento únicamente por el Astro Constante, aquel que a veces veía en las horas del sol y en las de la luna, algo que asombró y sobrecogió a partes iguales al astrónomo, que en esos días andaba fascinado por un invento a medio camino entre un telescopio y una lupa gigante, construido con ayuda del inventor y uno de los antiguos libros de la biblioteca. Gracias a él, estaba registrando, cuidadosamente, cada uno de los cráteres de aquel cuerpo celeste que, o bien no seguía órbita alguna, o se movía al mismo tiempo exacto que la Tierra, como si estuviesen unidos por un hilo invisible.

      El niño gigante sonrió, satisfecho, al ver que la botella flotaba siguiendo sus cálculos. La había encontrado días atrás en el desván de su casa, colocada en el pequeño poyete de la ventana de la estancia, junto a un libro de pastas verdes, escrito a mano, titulado “El proceso de creación de la granja de hombrecillos”. La letra era infantil, similar a la suya propia, redonda y grande, con círculos bien marcados sobre las íes y con cierta falta de respeto hacia los márgenes. Pero lo importante era la detallada descripción, la exactitud con la que aquel otro niño, cuatrocientos años atrás, había enumerado los objetos, plantas, animales y hombrecitos, cuidadosamente seleccionados por su trabajo y su sexo, a introducir en el frasco de cristal para crear un mundo que observar crecer. También contaba dónde ir a buscarlos, la cantidad de agua necesaria para asegurar un flujo de lluvias por condensación y muchas más cosas. Era tan emocionante que quiso seguir con aquello, y días después se le ocurrió completar el experimento llevando el frasco al estanque de su jardín, para dejar que navegase libre por aquel pequeño mar.

      Una vez depositado en el agua, cogió un lapicero y se dispuso a registrar la continuación de la investigación de su padre. Estaba deseando contárselo cuando regresase de trabajar.

        Así fue como empezó el viaje del mundo flotante.


*He escrito "La granja de hormigas" para el concurso "La imagen imposible I" de El círculo de escritores

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lunes, 14 de septiembre de 2015

¡Corre!

Desnudo bajando una escalera nº 2 Marcel Duchamp

El muchacho aprieta los puños y corre como si le fuera la vida en ello. Tiene una certeza, sabe que tiene que correr, saltar los obstáculos con limpieza y sin tirar nada, sin enojar aún más al monstruo que le persigue de cerca mientras se aleja de todo lo que le era amable. Al correr piensa en su padre muerto, en el agujero que le dejó en el corazón, en esa cicatriz que lo cerró formando la palabra "fin" y que aún supura por sus bordes frescos y rosados. Sigue corriendo mientras empieza a notar que el aire se reduce. El ahogo lo lleva a pensar en la madre muerta y en sus consejos: hijo, sé feliz, la muerte no espera, no respeta a nadie, no sabe de tiempos. La felicidad es el único camino. Ama sin miedo a quien te llene el corazón. Y lo hizo, amó sin pensar en el dolor y acabó doliendo, pero se sintió vivo. Mereció la pena un tiempo. Luego llegó el vacío. El aire casi no alcanza sus pulmones ya, pero continúa corriendo. Cuando está casi seguro de que no puede más, recuerda su despido, la falta de una nueva oportunidad. Piensa en que su carrera no puede ya durar mucho, como sus ilusiones y aun así, corre y corre hasta casi desmayarse, pensando en que quizás ya no queda nada por perder. De repente, a punto de caerse sin fuerzas, se detiene y se encara con su perseguidor: no huiré más de ti, maldito Miedo, no tener ya nada me hace invulnerable a tu poder. Miedo sonríe casi con afectividad y con una voz repugnante y dulce como el olor de la fruta podrida, contesta: mira detrás de mí, no soy yo quien te persigue, quien lo hace, es la Vida.

*La imagen es Desnudo bajando una escalera nº 2 pintado en 1912 por Marcel Duchamp

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miércoles, 11 de marzo de 2015

El día que Caronte abandonó su barca

El paso de la Laguna Estigia Joachim Patinir , hacia 1510
El Paso de la Laguna Estigia
Joachim Patinir. (Hacia 1510)
El 11 de marzo de 2004 mi teléfono comenzó a sonar casi antes de abrir los ojos. Voces preocupadas al otro lado querían saber si estaba viva, si se me había ocurrido coger un tren para ir a Madrid. Entonces supe el porqué de no haber dormido bien aquella noche. Desayuné sin hambre, sin dejar de intentar enterarme de todo por las noticias. Los zapatos que había planeado comprar aquella mañana dejaron de tener importancia, como todo lo demás. Ni siquiera importaba ir a trabajar o no. El estómago se me hizo un nudo pensando en tantos amigos cogiendo trenes para ir a trabajar, a estudiar. El miedo y la preocupación lo invadieron todo. Después llegaron las imágenes, los testimonios y las lágrimas a cada rato mientras veía la televisión en estado de shock. Y llegó el tiempo de escuchar de primera mano las historias trágicas de gente que había perdido seres queridos o que se habían salvado de refilón para volver a casa con la vida rota por mucho tiempo. En realidad, creo que todos nos rompimos de una manera o de otra. Durante mucho tiempo los fantasmas de ojos vidriosos en los que se convierte la gente en el Metro y en los trenes se convirtieron en animales alerta ante cualquier elemento sospechoso. El Miedo viajaba en cada línea, en cada vagón. Ya nadie se dormía camino del trabajo.

Por aquella época yo tenía una enorme página mensual en un periódico de provincia en la que solía mezclar mi amor por el arte con algún suceso que me llamase la atención o con cualquier tema cotidiano o de opinión. Los horribles sucesos de aquel 11 de marzo me llevaron a escribir un artículo que incluía un cuento basado en El Paso de la Laguna Estigia de Patinir, un cuadro que desde siempre cuelga en mi pared, como una ventana a la Mitología, al Arte y a la Muerte. Lo comparto aquí, tal cual lo escribí en su momento.

EL DÍA QUE CARONTE ABANDONÓ SU BARCA

Caronte deja deslizar su barca suavemente, rompiendo las aguas quietas de la Laguna Estigia. Junto a él, dejándose llevar hacia un destino incierto, el viajero, que ha pagado su pasaje con la moneda que le dejaron sus parientes entre lágrimas y que Caronte, codicioso, recogió de su boca antes de dejar que el alma confusa subiese al medio de transporte que la llevaría al otro lado, donde los jueces Minos, Radamantis y Éaco decidirían a qué parte del mundo de los muertos sería enviada. Durante su viaje, el alma contemplará sobrecogida los posibles paisajes de su destino. Si es afortunada, llegará a los Campos Elíseos, si es considerada mediocre, llegará a la Llanura de Asfódelos y, en el peor de los casos, será enviada al terrible y oscuro Tártaro, custodiado por el espantoso Cerbero, perro de tres cabezas que impide la entrada de los vivos y la salida de los muertos.

Hacia 1510, Joachim Patinir nos contó esta historia con la maestría de sus pinceles, especialmente notable en cuanto a la representación del paisaje, que realiza desde un punto de vista elevado y en el que las figuras no son sino un mero acompañamiento del lugar donde se desarrolla la acción, algo que no había sido habitual hasta entonces. Se trata de un paisaje irreal, recreado por la imaginación del artista, con un ambiente de fría luz verdeazulada. Esto se debe en parte al tema representado y en parte a que no existía la costumbre de realizar apuntes del natural, entre otros motivos porque hasta esta época, el paisaje siempre se había considerado un complemento de las figuras. Aquí, sin embargo, se extiende hacia el horizonte en distintos planos con lo que se consigue la sensación de profundidad que contribuye al protagonismo de una naturaleza que todo lo llena, convirtiendo a los personajes en comparsa del propio paisaje. La importancia de la naturaleza en Patinir puede atribuirse a que durante su estancia en Amberes a menudo realizaba los fondos para las figuras de maestros como Metsys o Isenbrandt y eso le llevó a considerar como de gran importancia lo que hasta entonces había sido tratado como algo secundario.

Los detalles del cuadro, representados con la minuciosidad propia de los pintores flamencos, entre los que se encuentra Patinir, recuerdan muy de cerca al Bosco, sobre todo en la parte correspondiente al Infierno, con sus fuegos encendidos en la lejanía y la figura terrible de Cerbero descansando.

Para mí, uno de los mayores encantos de este cuadro es que combina la mitología clásica con la religión cristiana. En realidad, si observamos la escena, vemos que está construida desde la dicotomía entre el Cielo y el Infierno cristianos, pero sin perder la esencia de las divisiones del Reino de Hades que cuenta la mitología griega. La esencia cristiana se aprecia principalmente en la orilla correspondiente a los Campos Elíseos, que en este cuadro se convierten en verdadero Paraíso, con ángeles que acompañan a las almas buenas a la Jerusalén Celestial, mientras que el Infierno sigue más de cerca las creencias antiguas al situar a Cerbero junto a la puerta. También es hermosa la contraposición entre la violencia del Infierno, con sus terribles incendios en la lejanía, contrastando con el horizonte del Paraíso, hecho de serenidad y cristalinas construcciones celestes.

La Historia muchas veces se ha nutrido de cuentos contados por historiadores y los cuentos y las historias mitológicas en numerosas ocasiones se han inspirado en hechos de la vida real, a veces hermosos y felices y a veces espantosos y terribles. Nosotros también formamos parte de la historia y por tanto de esos hechos susceptibles de ser narrados, bien científicamente, bien de forma literaria. Por eso, probaremos a contar una de esas historias terribles como si fuese un cuento trágico. 

El día 11 de marzo de 2004, Caronte se vio abrumado por una avalancha de trabajo. Cerca de doscientas almas esperaban para ser trasladadas a la otra orilla. Se hallaban desorientadas porque no conocían qué era lo que había sucedido. Acababan de llegar allí y no sabían si siempre era igual, si todas las almas tenían que esperar tanto para ser admitidas en el nuevo mundo que las aguardaba. Mientras tanto, dioses de todas las religiones, reunidos precipitadamente ante un caso de tal gravedad, decidían el destino de aquellas personas que en vida se inclinaron por unas creencias o por otras. Lo que tenían claro es que no importaba como fueron en vida, aquella muerte cruel y atroz les limpiaba de todo pecado, así que se procedió a hacer sitio en el Paraíso, en los Campos Elíseos y en todos aquellos destinos en los que creyeron y con los que soñaron cuando aún vivían. Se prepararon los ángeles, las huríes, los antepasados, los dioses y en general todos los encargados de recibirles y tratarles como merecían tras su martirio. Caronte, viejo y cansado, no daba más de sí y por ello decidió hacer algunos cambios. Pidió permiso a sus jefes que preocupados como andaban analizando la situación, se lo concedieron. Entonces, Caronte dejó su barca atada a la orilla y, haciéndose con los mandos de los fantasmagóricos trenes, condujo de una vez a todos los que esperaban hacia los mil y un paraísos de sus religiones, ante la atenta mirada de Cerbero que mientras vigilaba por si se filtraba y llegaba al Cielo algún posible terrorista muerto en el atentado, se preguntaba por qué no habían tenido la idea de cambiar antes, cuando aquel terrible 11 de septiembre la Laguna se llenó por completo de almas y restos de avión. La codicia de Caronte quedó satisfecha, pues se contaban por miles las monedas que encontró en los bolsillos de todos los fallecidos. Y después de solucionar este problema, los dioses no descansaron y siguen sin descansar, porque no pueden entender que los seres humanos aún no hayan aprendido que, por encima de los territorios, las ideas o el dinero, está la vida.

No quiero caer en críticas, sólo añadir que cuando se desnuda un atentado de política, solamente queda el dolor y eso es precisamente lo que nunca debe olvidarse, el Dolor, con mayúsculas

martes, 11 de noviembre de 2014

En aquel lugar

Lilith. John Collier (1892)
Lilith. John Collier (1892)
"Hay muy pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos."
André Gide 

      Ahora, en el lugar donde yo te tenía, sopla el viento moviendo la inconsistencia del recuerdo de tu cuerpo y hay ecos de un futuro incumplido, de deseos que se quedaron a medias, de amores que no fueron del todo. Aquel es ahora un lugar fantasma en el que el desamor tejió visillos que velan su luz para vestirlo de olvido, sin conseguir, de ninguna manera, borrar la intensidad de lo que sentí, la belleza de saberte, por un momento, tan necesario.

      No te voy a engañar, a veces acudo allí y me desnudo dejando que el frío del vacío perfore mi piel insensibilizándola y deseo que penetre tan profundamente que congele mi corazón. Algunos días no puedo resistirme y dejo salir mi otro yo, el que disfrazaba para ti, es por ello que hay surcos de mis uñas en las paredes a las que trepé para cambiar la perspectiva, por ver si así conseguía que no pareciera mi hogar. En un rincón sigue abandona la piel que mudé para parecerte más hermosa y no asustarte. Está fría, vacía e inerte, tanto como la que llevo anclada a mis músculos, muerta sin caricias que la hagan revivir. Paso mi tiempo casi infinito en ese lugar que creamos los dos, ahogándome entre sus paredes que siento sin aire ahora que no puedo respirarte, hasta que, invadida de furia, hago desaparecer fragmentos del suelo para que se vean las estrellas que nos sirvieron de cimientos y asomen las galaxias sobre las que construimos nuestro refugio.

      Sí, es cierto, soy un monstruo, uno de los más aterradores que puedas imaginar, de los que son capaces de invadir tus sueños, de los que pueden conceder exactamente lo que deseas, pero olvidas que si vine de la Nada fue acudiendo a tu llamada, a los deseos ocultos con los que me convocaste. Llegué del lugar incierto donde viven los seres que se temen y aman al mismo tiempo siguiendo el rastro de tus íntimos anhelos, los que huelen a insatisfacción con un matiz de oscuridad. Tú me diste esta humanidad que ahora aborrezco y de la que no consigo desprenderme del todo, se quedó alojada en mi esencia más profunda como una cicatriz, convertida en un estigma que arrastro y duele.

      Es verdad que soy primaria y egoísta, es mi naturaleza, por eso te quería para mí, por eso si vuelves te devoraré, masticaré cada fragmento de tu alma y me lo tragaré con deleite, con ansia animal y ya no podrás elegir: no volveré a dejar que seas tú el que decida, aturdida por ese veneno que es el amor.

      Y si no vuelves, quizás sea yo quien vaya a buscarte. Entraré por tu ventana, arrastraré tu voluntad conmigo y te haré sentir tan completo, tan lleno, tan especial, que todo lo anterior se diluirá en brumas. Y te enseñaré, esta vez sin disfraces, como es el amor de los monstruos, el más auténtico que llegarás a conocer.

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martes, 4 de noviembre de 2014

La decisión del Cuervo

   
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
¡Eran más negras que las alas del cuervo de la tempestad!
                                                 ("Ligeia", Edgar Allan Poe)

        A veces, la Luna se disfraza de nube y las nubes se disfrazan de metal para reflejar un sol a punto de fallecer. Entonces, los pájaros cambian de canto en honor de los muertos y rompen un delirante silencio sin sentido capaz de invadir todos los rincones y desquiciar al más cuerdo. Los minutos aceleran su paso y en el preciso instante en que se juntan el día y la noche el Cuervo toma su decisión. En ese momento, el mundo de algunos cambia para siempre. Los gatos observan todo el proceso con la mirada de cristal de quien ve más allá, entienden y asienten con un leve movimiento de cabeza. Para el resto de los seres nada de esto existe y permanecen ajenos al transcurrir de ese tiempo diferente mientras a lo lejos suena un disparo.

*La ilustración es obra de un artista al que yo adoro, Eric Lacombe, estoy muy feliz de que me la haya prestado para decorar mi relato. Podéis seguir su maravilloso trabajo en su web o en su Página de Facebook

#Lacombe #EdgarAllanPoe #EricLacombe #ElCuervo #Poe

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martes, 7 de octubre de 2014

El Decamerón. El Triunfo de la Muerte o el Triunfo de la Vida

Fragmento de El triunfo de la muerte de Bruegel El Viejo
El Triunfo de la Muerte (Fragmento). Bruegel El Viejo (Hacia 1562)   
       Se respira el miedo. Periódicamente, el mundo nos da una razón para temer, para pensar que en cualquier momento moriremos todos; a veces es la inminente llegada de un cometa destructor, otras el caótico e imprevisible fin del milenio o las funestas predicciones de un calendario ideado por los Mayas y, cada vez más a menudo, la llegada de un virus fulminante y horroroso que nos va a exterminar casi sin que nos de tiempo a reaccionar. Y olvidamos que somos casi indestructibles, que de puro malos no se nos puede aplastar, que no son las ratas como en la Edad Media las que propagan la temible Peste, nosotros somos ahora la Peste y el transmisor, todo junto, y que si alguien va a acabar con nosotros seremos nosotros mismos, algo que con mucha dedicación, trabajo y estupidez, vamos camino de conseguir. 

       Hay algo que no cambia cuando el miedo está en el aire, la necesidad de vivir provocada por la inminencia de la muerte. Si vamos a morir, disfrutemos primero de lo que más nos gusta, piensa el inconsciente venciendo a la reprimida consciencia. En eso se basaba El Decamerón, esa fantástica colección de cuentos escrita por Giovanni Boccaccio entre el 1351 y el 1353, que me viene a la mente ahora que el miedo al Ébola está a pie de calle, como lo estaba la Peste en la época de Boccaccio. Aunque no es del todo igual, ahora sabemos más del comportamiento de las enfermedades, de medicamentos y de higiene y en lugar de enredar a un dios castigador en las teorías sobre su origen, enredamos a gobiernos codiciosos e insensibles, tan odiosos en sus probables intrigas unos como inútiles otros en sus políticas absurdas para detener el peligro.

       Imagino el miedo que se debía sentir en aquella época oscura que fue la Edad Media, el irracional miedo a lo absolutamente devastador y extraño, ese mismo pánico tan intrínseco a nosotros al que recurre la cultura del Terror imaginando elementos tan ajenos al ser humano que no entendemos y por tanto no podemos combatir, porque si hay algo que nos da miedo es lo desconocido: alienígenas, zombies, monstruos, virus letales y novedosos.... ah, no, que de esto si sabemos y precisamente por eso nos asusta más ¿Qué pasaría por la cabeza de una persona en mitad de una Peste al ver morir a todos a su alrededor y saber que ese mismo destino probablemente llevaría su nombre en un tiempo breve, que con toda probabilidad pronto la carreta llena de cadáveres que acaba de pasar a su lado transportaría su propio cuerpo, que por más que quemase hierbas o rezase a sus dioses o intentase purgar sus pecados, lo más seguro es que le esperase la muerte? El Decamerón reafirma mi recurrente teoría de que la muerte es maestra que enseña a vivir y añade que el Amor en todas sus vertientes, es Vida.

       Esperemos que este miedo no vaya a más, como otros, pero para eso hará falta usar la inteligencia que algunos parecen no tener.

      Si os preguntáis por qué uso mayúsculas para nombrar algunas cosas como enfermedades el motivo es que para mí tienen una identidad tan propia que la merecen.

       Y para no perder la costumbre, aquí van algunos documentos gráficos. 

       Primero unas escenas de "Los Señores del Acero", de mi adorado Rutger Hauer y dirigida por Paul Verhoeven, película que aunque no lo creáis, para mí refleja bien la confusión que debía haber en esa época ante algunos acontecimientos.


       Y como postre, para distraer la mente de cosas trágicas, un poquito de cine clásico, "El Decamerón" de Pier Paolo Pasolini al completo

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Electricidad

Electricidad de Eugenio Prati (1899)
Electricidad de Eugenio Prati (1899)
Arráncame con tus manos
la electricidad de la piel,
la corriente chispeante
escondida en mi tripa,
esos pequeños rayos
que recorren el vacío
de tu ausencia,
la inquietud animal,
los sentidos alerta,
el hormigueo que eriza mi piel
jugando a ser tu aliento
en mitad de la tormenta
que provocan tus palabras.

Y de música "Electrical Storm· de U2


Let's see colours that have never been seen
Let's go places no one else has been

You're in my mind all of the time
I know that's not enough
Well if the sky can crack there must be someway back
To love and only love

Electrical storm
Electrical storm
Electrical storm

domingo, 31 de agosto de 2014

Y llorar y llorar, llenando el fondo del mar

Cabeza de mujer llorando con pañuelo Pablo Picasso (1937)
Cabeza de mujer llorando con pañuelo
Pablo Picasso (1937)

NO LLORARÉ

Cuando la luz aclare todo a mi alrededor, cuando de las sombras no quede sino el mero recuerdo de lo que fueron, cuando mi alma logre disipar los últimos restos del miedo, entonces lloraré.

No quise llorar antes porque sé que el dolor se alimenta de las lágrimas que como un pesado telón nos aíslan de la felicidad.

Lloraré cuando las lágrimas broten cristalinas de los manantiales de mis ojos limpios y su pureza refleje con mil brillos la alegría del Sol. Entonces dejaré que fluyan alegres, risueñas, arrastrando con ellas cada partícula de tristeza, erosionando con la fuerza de un torrente cada recuerdo amargo para convertirlos en suave lecho acuático en el que flotarán los sueños nuevos, limpios presagios de un futuro feliz.

Mientras tanto, escribo aferrada al brocal del abismático pozo de la locura, sintiendo que la atracción del vacío se apodera de mi.

Escucho el murmullo de los engranajes de la pasión entonando para mí un canto de perdición y tengo miedo.

De nuevo me acecha el llanto, pero no le permitiré que me posea. No quiero lágrimas amargas.

A ratos pienso que quizás nunca más lloraré si dejo que el espíritu de la sinrazón me atraiga con su hipnótica dulzura.

Y si llegado el momento quiero llorar y no puedo, gritaré para que alguien devuelva el agua a mis secos ojos.


La canción de hoy es "En Círculos" de Luis Ramiro, tan llena de lágrimas como de fantasía, de ella ha salido el título de este post


...Y llorar y llorar 
llenando el fondo del mar 
y dejar que el mundo gire 
volar en círculos 
habrá que engañar al vértigo. 

Ya encontré el lugar 
vamos a viajar 
a lomos de un dragón 
tu mete en tu mochila el sol 
un viento gris un corazón 
un par de mantas y un colchón... 


domingo, 17 de agosto de 2014

Medusa

Medusa Caravaggio

Medusa - Caravaggio (1597/98)

Soy Medusa ahogada en furia, las sierpes de mis cabellos agitándose al viento, las uñas clavándose en las líneas de mis manos hasta borrarlas. Duele. Vierto mi ira sobre mi piel, puro ácido anestesiando el sufrimiento. Corroída por mi mal, busco el reflejo que será mi muerte. Desde el otro lado, una mujer sin corazón me mira. No hay fin, hay otra realidad tras el espejo, allí donde todo es más auténtico. Arranco los sueños de mi cabeza y las sierpes se vuelven ondas de cabello revuelto. Me elevo sobre el mundo hasta el punto donde los hombres desaparecen. Dejo que me acunen las corrientes. Me dejo morir y no muero. No hay fin. Duele.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Deseos

Franz von Stuck El Pecado II (1894)
Entre la lejanía, las brumas y la sangre hirviendo
en páramos habitados sólo por palabras
hay noches alargándose en espirales de Luna
a la espera de una voz grave de deseos

La culpa la tiene la Luna, que este agosto anda revolucionando "mares" y derramando poesía.

Luna de agosto de Radio Futura es la canción de estos días, como lo ha sido desde mi siempre



miércoles, 30 de julio de 2014

La Vampira

La Vampira Edvard Munch (1893-1894)
La Vampira. Edvard Munch (1893-1894)
      Infinito gozo es la vida deslizándose por mi garganta, propagándose por todo mi ser yerto, seco, árida tierra con grietas tatuadas era mi piel de pergamino segundos después de recibir el beso de la muerte. Pero mis ojos apelaron a su conmiseración y, arrastrado por su propia lástima, me devolvió parte de mi sangre, gota a gota, fragmentos de roja luz que en mi cuerpo se hicieron eternidad. Y así renací, como renace la planta aletargada que siente en sus raíces las primeras partículas de humedad.

      Hay para mí tres verdades innegables. Una gota de lluvia es un milagro en medio del desierto, una gota de vida lo es todo donde sólo hay muerte y un beso es el mayor deseo en el reino de la soledad.

      Antes de mi transformación, tenía la certeza de quererte, pero nadie que no haya muerto para regresar a una nueva vida conoce el verdadero sabor de las pasiones, la avidez salvaje del deseo animal, el Amor con mayúsculas de quien venda sus ojos con sentimientos para no ver la parte de bestia que anida en algún lugar de su interior.

      Entonces sentí que te amaba de verdad, aunque no me correspondieses, que anhelaba como nunca bucear en tu verde mirada acuosa, reflejo de mil bosques, de mil tristezas, de mil pensamientos ocultos imposibles de descifrar. Por eso te busqué, codiciosa, deseando arrebatarte lo que no conseguí antes de convertirme en lo que ahora soy, hermosa y pálida estatua de cabellos flotantes, frío mármol de tumba hecho mujer de hielo, arrebatadora criatura de facciones sublimadas por la sangre vampírica.

      Supe que amarías al instante mi hipnótica irrealidad, la añoranza profunda que anegaba mis ojos, mezclada con el deseo despiadado de tenerte, la inteligencia de mis gestos precisos. Sería sencillo hacer de ti mi esclavo, mi amante, mi hijo incestuoso, mi compañero.

      Y llegó el momento de hacerte mío. Elegí la más hermosa de las noches para nuestro siniestro matrimonio. No habría invitados, sólo una novia vestida de perversidad, un novio vestido de inocencia y en el cielo, sonriendo, la Luna roja de agosto como testigo.

      Viniste a mí sin miedos, incapaz de resistirte al influjo de mi mente poderosa, y en el instante del beso de vida y muerte que sellaría nuestra unión, te empujé violenta y huí como un animal asustado, como una mujer arrepentida que se niega a renunciar a su humanidad, prometiéndome que nunca volvería a acercarme a ti.

      Después todo fue vacío y corazón roto, un páramo de tristeza, olvido y sombras en el que deambulé hasta que el mundo entero se fue diluyendo para convertirse en tu voz gritando mi nombre con matices de melancolía.

      Lejos de mi hechizo, tu voluntad era libre, por eso rompí mi promesa y acudí a ti vestida de blanco, novia verdadera esta vez, y, cuando bebimos nuestras sangres mezcladas, sentimos que se convertía en paraíso nuestra noche inacabable.


Hoy la música corre a cargo de The Cure con Lullaby, incluida en mi muy amada The Hunger ( El Ansia), protagonizada por David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon. Adoro la película, la banda sonora, el libro y a los actores. Ahí queda eso.

lunes, 21 de julio de 2014

La Demiurga

William Blake Torbellino de amantes o Circulo de los lujuriosos
Torbellino de amantes o Círculo de los lujuriosos. William Blake 1824-27

Tránsito de amantes imposibles, acuáticos amores, unos reales, otros hechos de deseos inconclusos, perfectos, febriles.

Y en medio, ella, diosa que les da nombre y existencia en su seno. Mujer luz, cuerpo fragmentado en espirales, corazón encendido de pura lava.

Homúnculos de existencia incierta destinados a no ser y ella que los mira desaparecer.

Luz que deshace el agua. Semen de mil amantes en que ahogar la vida.

Vida que es deseo. Deseo que es muerte de la que nace de nuevo la vida renovada.

Y ella que lo es todo. Creadora que los ama, asesina que los mata con su sexo para parirlos de nuevo.

Y luego…

Luego, ella descansa con su alma iluminada.


viernes, 18 de julio de 2014

Vi. La historia de la Dama Iguana

La Dama de la Iguana
Nunca quise ver más allá de lo que mi vista alcanzara, pero vi.

Tampoco quise nunca ser más de lo que una existencia vulgar me permitiera ser, pero lo fui.

Por eso ahora soy la iguana que adora el Sol pero vive pegada a una bombilla en un mundo de cristal.

No siempre fue así. Tuve la oportunidad de irme y huí.

Escapé envuelta en el terror ancestral de aquel al que hiere su propia existencia y llegué a una tierra donde, al anochecer, los molinos en la lejanía confieren a las cimas de los montes un aspecto sepulcral, recortándose a la luz de la Luna como oníricas lápidas blancas y aspadas.

Miles de pequeñas barcas conducen a los marineros allende la Laguna Estigia de la Ría. Algunos son listos y saben sobornar a Caronte con buen viño do país. A otros se les olvida y entonces sus mujeres se transforman en estatuas de piedra que esperan hasta el fin de sus días la llegada del hombre que se les fue.

Allí, disfrazada de brumas, vi cruzar la playa a un perro de Goya. Mientras tanto, el mar sonaba. Sonaba a olas, a barcas, a gaviotas y a sal. Entonces, escondido tras todos esos sonidos, escuché el latido hipnótico de la Tierra y ya nada fue igual.

Ajena a mi cambio, la vida continuaba. Ajena a la vida, yo me balanceaba al son del fuego líquido de la Tierra.

Llegó la noche y con ella el frío y para no sentirlo me volví arena.

Y tras la noche, llegó el día y quise ser pez sabio. Arranqué las ropas que cubrían mi cuerpo y desnuda sentí el agua inundar mi alma.

Vi ojos que me miraban, pero estaban lejos, ocultos por una cortina de irrealidad y los creí sueños.

Lloré toda mi vida anterior. No existía más luz que la del Sol, ni más alegría que el canto de la Naturaleza y decidí no volver jamás.

Quise volar, pero no tenía alas. Quise ser fuego que arrasase mi ser para no ser nada.

Manos ocultas en la irrealidad me tocaban.

Sentí que aquellas manos sin cuerpo me arrastraban.

Y ya no hubo más mar, ni cielo, ni fuego.

Todo es blanco ahora y mi Sol es una desnuda bombilla en el techo.

Yo les grito que la Tierra canta.

Ellos no me creen y sigo siendo la iguana que adora el Sol.

Mientras no mienta, lo seré.


Radio Futura con La Secta del Mar le pone música a mi cuento de hoy



Donde el océano empieza a hacerse blanco 
Hay una isla 
Pocos han llegado allí 
La noche es más profunda que el mar 

Una sirena en la gruta mayor 
Guarda el secreto de mi amor 

Una vez al año ponemos 
Cargamentos de esmeraldas a sus pies 
Se oye el eco de su risa 
Y su voz se enreda como sus cabellos 

Jamas creí poder soñar 
Por eso estoy en la secta del mar 

El misterio de sus ojos 
En los viajes es mi compañía 
Y la alegría al conseguir esmeraldas 
Es como sentir de cerca su mirada 

Jamas creí poder soñar 
Por eso estoy en la secta del mar

* El cuadro es una alegoría de mi misma, un precioso regalo que me hizo un amigo.

jueves, 17 de julio de 2014

Lejos de las leyes de los hombres

Bisonte Cueva de Altamira en Santillana del Mar
Bisonte hembra. Cueva de Altamira. Santillana del Mar
Al principio de los tiempos, observaba a los bisontes antes de atraparlos en abrigos de piedra y sangraba manos y sexos de ocre y magia en las paredes. Los hombres me veneraban. Ese es mi primer recuerdo.

Después pasaron tiempos eternos, los dioses repartieron sus deseos y caprichos por el mundo, cambiaron los hombres, cambiaron los pensamientos, llegaron el hierro, los barcos y el dinero y su codicia. Yo me escondí en los bosques inhabitados, asomándome de vez en cuando para ver transcurrir la historia.

Salí de los límites de la noche para preguntar al Oráculo de Delfos por qué siempre me cogías de la mano en sueños, si aún no sabía quién eras ni como olía tu piel. Pitonisa, en silencio, me enseñó un espejo en el que vi reflejado el infinito. Creí entender y me fui a esperar que aparecieras.

Los hombres volvieron a cambiar. Esta vez ellos fueron de hierro y acero, la guerra se fue haciendo más grande y también los palacios, los castillos, las ambiciones y las fronteras. Los hombres mataron a los dioses pasionales, pervirtieron las ideas del dios solitario y aburrido y le hicieron crecer para luego intentar alcanzar su reino con catedrales que arañaban el cielo. Viajé por todos los territorios, vi otros dioses antiguos asesinados y vi aparecer dioses nuevos nacidos, ya sin vida, de manos humanas. Mientras, esperaba y observaba, escondida entre las gárgolas, aquel mundo que cada vez me era más ajeno.

Los bosques empequeñecían por momentos. La guerra ya no era guerra, era exterminio. Todo moría a mi alrededor. Los hombres atraparon el mundo en pequeños artefactos y contaron que habían llegado a la Luna, pero ella ni confirmaba ni desmentía, mantenía su sonrisa impasible, irónica. Más tarde sí llegaron, mancillaron las estrellas con su presencia, despertaron a los dioses que allí vivían y ellos comenzaron su lento viaje hasta nuestro planeta para poner orden.

Y ocurrió que un día te encontré fuera de los sueños y no supe que hacer. Inquieta, alteré el transcurrir de los tiempos, las mareas, las lluvias y las estaciones. Bailé la sensual danza de la serpiente, capaz de hacer surgir mundos y pasiones y te llevé a nadar al estanque del que nacen todos los deseos. Tú tenías un pasado, yo tenía mil pasados. Me sentí cada vez más pequeña y más frágil y me di cuenta de que me había vuelto mortal. Entonces, me cogiste de la mano, como en mis sueños, y me sentí más viva que nunca cuando me llevaste, por fin, a pasear por tu vida.

Obviamente, no podía haber mejor canción para hoy que Lejos de las leyes de los hombres de El Último de la Fila, que siempre me ha gustado mucho.


Yo he visto las maravillas de la creación 
sin ni tan siquiera abrir los ojos. 
Y tu siempre has estado a mi lado, 
a miles de kilómetros o entre mis brazos. 

Te amo como se ama por primera vez, 
cuando aún no hay constumbres. 
Lejos de las leyes de los hombres, 
donde se diluye el horizonte. 

He visto el paraíso y el infierno 
sin ni tan siquiera abrir los ojos, 
y tu siempre has estado a mi lado, 
a miles de kilómetros o entre mis brazos. 

Te amo como se ama por primera vez 
cuando aún no hay costumbres. 
Lejos de las leyes de los hombres 
donde se diluye el horizonte

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domingo, 13 de julio de 2014

Frida Khalo, la mujer rota

La columna rota Frida Kahlo 1944
La columna rota. Frida Kahlo, 1944
Mujer rota, imagen de ruina y desolación, engrandecida por su afán de afearse, perdida en un árido paisaje de soledad. San Sebastián femenino torturado por las flechas de su propia enfermedad. Mujer de cuerpo roto, mártir, prisionera de sus circunstancias crueles. Mujer pequeña inmensamente fuerte defendiendo sus ideas. Mujer infinitamente amada y amante de su eterno amor Diego Rivera. Mujer llena de vida atrapada en un corsé que limita su mundo.

Así es Frida Khalo y así se retrata a sí misma en este cuadro en que se pinta casi como una mujer edificio compuesta de carne, piedra y corsé.

Frida Kahlo fue una mujer emblemática en muchos aspectos, como pintora por su indiscutible personalidad pero también como mujer que se adelantó a su tiempo, atreviéndose a defender sus opiniones políticas y vitales.

Tuvo una vida difícil marcada por la mala salud. A los seis años enfermó de poliomielitis y en lugar de retraerse al afectar el brote de la enfermedad a su pierna, se dedicó a practicar todo tipo de deportes, desafiando a la sociedad de la época que no veía con buenos ojos que una jovencita jugase al fútbol, practicase boxeo, lucha y natación.

Años más tarde, tuvo un gravísimo accidente que marcó el resto de su existencia. Un tranvía colisionó con el autobús en que viajaba provocándole terribles daños que le dejarían secuelas de por vida. El fuerte impacto transformó a Frida en una muñeca rota en mitad de la calle con la columna quebrada por tres sitios además de fracturas en la clavícula, las costillas y la pierna y el pie derechos. También en ese momento se quebró algo más, su posibilidad de ser madre. Una barra del pasamanos le atravesó la pelvis, convirtiendo en abortos todos sus futuros intentos de darle un hijo a su amado Rivera. Ese día desgraciado hizo que tuviese que ser intervenida más de treinta veces a lo largo de su corta vida, que pasase largas temporadas enfundada en rígidos corsés y que sufriese continuos dolores.

El tiempo que tuvo que permanecer casi sin moverse en los meses siguientes al accidente, durante los cuales descubrieron en una revisión la fractura de su columna, fue lo que la llevó a comenzar a pintar como una forma de evadirse del tedio y también de ampliar sus horizontes más allá de la habitación en la que reposaba.

Frida es un ejemplo de superación para todos aquellos cuya salud limita su vida, porque ella nunca dejó que su mal fuese más fuerte que ella y hasta el último momento luchó por vencerlo. De su desgracia surgió la maestría de su arte y de sus debilidades hacía bandera, manejándolas a su antojo a través de su pincel. Esta obra, titulada “La columna rota”, que pintó en 1944 es el vivo testimonio de su sentir. Se autorretrata erguida, con la mirada desafiante y firme, aunque el rostro inundado de lágrimas deje translucir su intensa tristeza. Pinta su cuerpo algo más fuerte de lo que en realidad era, pero lo representa abierto en canal para que veamos la verdadera causa de su tragedia, esa columna rota que, como si fuese una ruina antigua, apenas puede sostener la estructura del edificio. El paño blanco y los clavos que atraviesan su cuerpo son representaciones de su intenso dolor que la convierte en mártir y recuerdan mucho a la figura de San Sebastián de la iconografía cristiana, a pesar de que Frida mantenía una postura más bien anticlerical, sin por ello renunciar a su herencia cultural ni a las creencias de su pueblo, que utilizaba para representar sus sentimientos en cada momento.

La figura partida en dos se prolonga en los surcos del paisaje que la acoge, un entorno de cielo oscuro y tierras áridas, resecas y agrietadas como su alma herida. De este modo, Frida nos recuerda que su dolor físico tiene reflejo también en su corazón que, aunque nunca se de por vencido, a veces le cuesta asumir tanta desgracia, sobre todo cuando está sazonada por las infidelidades de su idolatrado Rivera, al que, a pesar de todo cuanto le hizo sufrir, nunca dejó de amar obsesivamente.

Magdalena Carmen Frieda Kahlo Calderón, nacida en 1907 y muerta poco después de cumplir los cuarenta y siete años, a pesar de todos sus problemas vivió durante su existencia un torbellino de emociones, de amores, de ideales y de fuerza. Hubo un momento en que, tras la amputación de su pierna, sufrió tentaciones de acabar con su vida pero incluso en ese momento, encontró en el amor por su marido una razón para seguir viviendo.

Frida convirtió su adversidad en riqueza artística, dejando con sus pequeños pies una huella bien firme en la Historia del Arte.


Frida Khalo nació y murió en julio, un día como hoy de 1954. Mi pequeño homenaje consiste en recuperar este texto.
La música la pone la grandísima Chavela Vargas, tan cercana a Frida que no están claros los límites de su amistad. Ni falta que hace.

Sueña Dalí

Dalí a los seis años, cuando creía ser una niña, levantando la piel del agua para ver a un perro que duerme a la sombra del mar . Salvador Dalí, 1950

Dalí a los seis años, cuando creía ser una niña, levantando la piel del agua para ver a un perro que duerme a la sombra del mar . Salvador Dalí, 1950
Sueña Dalí en uno de esos cuadros que escapan directamente del mundo de los sueños. Sueña que es niña, porque niña quiso ser cuando de niño tenía seis años y soñaba ser cocinera. Sueña con su paisaje playero de rocas irreales, con su adorado Mar Mediterráneo y con un perro que robó de un cuadro de Velázquez, al que de vez en cuando deja dormitar en sus lienzos. Sueña con la luz irreal de un verano mágico de luminosidades cegadoras, con ese amarillo que sólo algunos pintores descubren en el mar, con el secreto submundo que el agua oculta. Soñó antes de que yo naciera, soñó cuando yo era niña y ahora yo sueño que escribo sobre el genio que se inventó a si mismo a partir de sus sueños, mientras él sueña ya eternamente.

Dalí, obsesionado por la oralidad, soñó que todo era susceptible de ser devorado y que comer siempre era morir un poco y aún así se abalanzó hambriento sobre las verduras mediterráneas con la misma voracidad que sobre el dinero, el sexo o el conocimiento. Soñó que construía casas de pan con muebles de chocolate y que los banqueros comían los cheques que se les daba y soñando que comía, llegó a la conclusión de que “la belleza será comestible o no será”.

Fue niño sin existencia propia, de nombres heredados del hermano muerto antes de su nacimiento, ni uno sólo de sus cuatro nombres, Salvador Domingo Felipe Jacinto, fue totalmente suyo, todos los compartió con aquel que nunca conoció salvo por una foto retocada que había en su casa y cuya personalidad trataba de imaginar en sus juegos infantiles, cuando simulaba el comportamiento que hubiese tenido el difunto ante las diferentes situaciones o cuando para poder dormir se imaginaba a si mismo muerto dentro de su ataúd.

Dalí conformó su vida a partir del material del que se crean los sueños. Consiguió sacar personajes irreales de su fantasía para darles una vida propia en un universo también irreal de óleo y lienzo y, lo que es más, a base de soñar que sería un genio, se dio forma a si mismo hasta llegar a serlo. Modeló cada uno de sus rasgos físicos y psíquicos hasta obtener una identidad original y única, convirtiéndose de esta manera en la primera escultura autocreada sin intervención de un escultor ajeno a la propia escultura.

Dalí, surrealista escultura humana, andaba por el mundo a falta de algo que descubrió cuando conoció a Gala, amante, modelo, amiga y musa que supo acunar al genio en sus pechos hasta hacerle aún más grande. Y Dalí, a cambio, levantó por segunda vez la piel del mar para enseñarle a su gran amor los secretos que la caracola, que siendo niño puso en su oído, le susurró, animándole a buscar el mundo que subyace más allá de lo que a simple vista se ve, tapado por un mar con esquinas, oculto como las alfombras ocultan las pelusas mal barridas.

Nada hay apenas novedoso que decir del genio que a alguien pueda sorprender, pues todo sobra cuando se nos vendió a sí mismo como el mejor de los comerciantes y, ni siquiera los más jóvenes, los que no pudieron verle en vida, se substraen a la estela que dejó tras su muerte.

Tal y como yo lo veo, el niño Dalí, que descubrió que tenía la identidad de su hermano y no una propia, tenía dos caminos posibles en su destino, el primero, volverse loco, porque si hay algo que el ser humano sabe íntimamente y ningún individuo de una tribu lejana a nuestra cultura, en la que todo parecemos olvidarlo, dudaría, es que sin un nombre propio se carece de identidad y por tanto no es posible vivir como un miembro pleno de la sociedad. El segundo, reinventarse a sí mismo, y eso hizo. Se inventó una existencia en la que sus excentricidades tuviesen cabida, una vida en la que conseguir ser adulto, permaneciendo al mismo tiempo en una infancia pervertida a base de ser sabia. Como un niño viejo ideó mundos no coartados por el consciente y dejó volar libres a su imaginación y sus sueños, sin cortapisas ni censuras, anegando sus pensamientos de una sexualidad extraña, de una más que reconocida avidez por el dinero, de su amor por Gala y de tantos y tantos símbolos que iniciar un listado sería para acabar muchas páginas después.

Dejemos al genio de bigotes engominados que sueñe por cientos de años más, que sueñe que es niño, que es adulto, que es muerte, que es guerrero en países llenos de animales imaginarios, que le devora la Muerte mientras él devora a Gala envuelta en chocolate, que juega con su hermano muerto a perseguir a un perro velazqueño, que se oculta a la sombra del mar, que es niña, que es cocinero, que es Napoleón, que planea cambios culturales con amigos poetas, que se adormece con el sol espeso del Mediterráneo, que estudia matemáticas, que imposta la voz, que le salen los dólares por las orejas, que tiene un castillo, que vuelve surrealista al pueblo de Cadaqués, que antes fue uno de tantos, que en las playas siempre hay un enigma oculto, que las caracolas cuentan leyendas del mar, que domina la técnica pictórica como los grandes maestros, que sueñe, en fin, que es, ha sido y será para siempre su gran creación, el propio Dalí.


Hace un millón de años, yo tenía una página en un periódico pequeñito y provinciano que me daba muchas alegrías, hablaba de muchas cosas, sobre todo de arte, o de temas de actualidad que relacionaba con el arte. Ahora he decidido recuperar algunos escritos de esa época en este blog y los iré colgando de vez en cuando. Espero que os gusten. Gracias por leerme.

Os dejo con la canción que le dedicó Mecano en un vídeo que he encontrado con imágenes de cuadros suyos.

lunes, 9 de junio de 2014

La sinrazón del Minotauro. Dora Maar y Pablo Picasso, pasión y locura


Pablo Picasso. Dora y el Minotauro. Dora Maar y Picasso protagonizan esta escena
Dora y el Minotauro. Pablo Picasso. 1936

LA SINRAZÓN DEL MINOTAURO

Entré en el laberinto inhóspito con una cuerda atada a la razón,
y al lamer la oscuridad, húmeda y aterradora,
rompí el hilo que me unía a la humanidad,
permitiendo que me devorase el Minotauro,
que era desenfreno y sinrazón,
para resucitar, animal y palpitante,
de entre las fauces del deseo.

La bella, independiente, inteligentísima y fascinante fotógrafa Dora Maar no podía imaginar que se convertiría en musa, deseo, alimento y víctima de aquel pintor de mirada intensa que conoció en París un día en el que, sentada en la mesa del mítico café Deux Magots, jugueteaba con una afilada navaja entre sus dedos. El artista, impresionado, le pidió que le regalase sus guantes manchados de sangre. Él era Pablo Picasso y justo ahí empezaba una intensa historia de amor, pasión desenfrenada y destrucción que llevaría a Dora a la locura.

Teseo en Creta. Los Mitos Griegos. Robert Graves. Ariadna. Minotauro
De Los Mitos griegos de Robert Graves
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#Picasso #Minotauro #RobertGraves #DoraMaar
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