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lunes, 3 de julio de 2017

Gansos en la niebla


―¿Me llevarás a ver los gansos difuminados en la niebla de la orilla de aquella islita escocesa de la fotografía? ¿Y a nadar en el mar del que surgió el Toro de Creta, padre del formidable Minotauro? ¿Caminaremos hacia un volcán más allá del mar cogidos de la mano? ¿Veremos nacer la Luna de la muerte del Sol en la placenta del mar rojo? ¿Me besarás a través del cristal cuando nuestros pies pisen el lunar Mar de la Tranquilidad? 
―Cuando seamos como los humanos haremos todo eso y más. Últimamente sospecho que hay cosas que sólo ellos pueden entender de la forma que hay que entenderlas. 
―¿Cómo sabremos que ya lo somos?
―Cuando no sea tu cerebro el que te diga que hacer todo eso es hermoso, cuando te brillen los ojos al pensar en hacer esas cosas y otras mil conmigo. Cuando lo desees más allá de la cabeza.
Y ella siente que su corazón se encoge y se hace pequeña mientras seca con disimulo una lágrima que cae por su mejilla y comienza a soltarse el recogido del pelo.
―Esperaré.


* Estaréis pensando que la canción de hoy debería ser Rachel´s song de Vangelis y no os falta razón, pero la canción elegida es Without you, de Eddie Vedder, que pertenece a esa delicia de disco que es "Ukelele songs". La otra se da por hecho, esta va más allá de la historia que cuento.

For every wish upon a star
That goes unanswered in the dark
There is a dream I’ve dreamt about you

lunes, 13 de febrero de 2017

La mirada del pájaro psicopompo



Eric Lacombe (2015)
Después de infinitos días, anoche recordé cómo dormir. Quizás la Luna llena, vestida de oscuridad, perdió la fuerza que me hace aullar con los sentidos alerta cada plenilunio, quizás fueron las buenas noticias las que me acunaron como una madre protectora, tal vez mi corazón encontró en el sueño el remedio a sus inquietudes o puede que me besarse en la frente quien guía mis pasos por el otro mundo. En cualquier caso, dormí. Y al despertar, al otro lado del cristal, atravesando la lluvia, me encontré la mirada del pájaro psicopompo que volaba hacia mí con mi alma entre sus patas. También traía mis letras perdidas y mi corazón agujereado en el pico. 
¿Otra vez? le dije. 
Abrió el pico y lo dejó caer. 
Deberías darme las gracias, sólo sangran los corazones vivos respondió. 
Y sonreí, pensando que había verdad en sus palabras.


*Algún día compraré cuadros de Eric Lacombe. Adoro su arte.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Metafórico microcuento de sangre o...


No sé cómo llegamos a enterrarnos en hielo, aunque eso ya da igual. Sólo importan el frío que nos siega los dedos y el hambre que llegará pronto, cuando se evapore la humanidad que nos queda.

No debimos beber de aquel frasco por más que el líquido rojo y espeso nos pareciese incitador. No podemos culpar a nadie, de sobra sabíamos que tras deslizarse por nuestras gargantas, nos esperaría la eternidad. Pero nunca imaginamos que sería tan fría.


Hoy la música la pone Bunbury con su versión de "Frío" de Distrito 14, que forma parte del proyecto de versiones Los Chulis que hace años tuvo a bien regalar a la humanidad.


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lunes, 14 de septiembre de 2015

¡Corre!

Desnudo bajando una escalera nº 2 Marcel Duchamp

El muchacho aprieta los puños y corre como si le fuera la vida en ello. Tiene una certeza, sabe que tiene que correr, saltar los obstáculos con limpieza y sin tirar nada, sin enojar aún más al monstruo que le persigue de cerca mientras se aleja de todo lo que le era amable. Al correr piensa en su padre muerto, en el agujero que le dejó en el corazón, en esa cicatriz que lo cerró formando la palabra "fin" y que aún supura por sus bordes frescos y rosados. Sigue corriendo mientras empieza a notar que el aire se reduce. El ahogo lo lleva a pensar en la madre muerta y en sus consejos: hijo, sé feliz, la muerte no espera, no respeta a nadie, no sabe de tiempos. La felicidad es el único camino. Ama sin miedo a quien te llene el corazón. Y lo hizo, amó sin pensar en el dolor y acabó doliendo, pero se sintió vivo. Mereció la pena un tiempo. Luego llegó el vacío. El aire casi no alcanza sus pulmones ya, pero continúa corriendo. Cuando está casi seguro de que no puede más, recuerda su despido, la falta de una nueva oportunidad. Piensa en que su carrera no puede ya durar mucho, como sus ilusiones y aun así, corre y corre hasta casi desmayarse, pensando en que quizás ya no queda nada por perder. De repente, a punto de caerse sin fuerzas, se detiene y se encara con su perseguidor: no huiré más de ti, maldito Miedo, no tener ya nada me hace invulnerable a tu poder. Miedo sonríe casi con afectividad y con una voz repugnante y dulce como el olor de la fruta podrida, contesta: mira detrás de mí, no soy yo quien te persigue, quien lo hace, es la Vida.

*La imagen es Desnudo bajando una escalera nº 2 pintado en 1912 por Marcel Duchamp

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miércoles, 29 de julio de 2015

No hay límites para el cazador (Microrrelato de terror)

León Cécil

La imagen de la mujer que fue rebotaba en su mente. Esa que la miraba desde el otro lado del espejo en un tiempo que no era capaz de precisar bien mientras flotaba en una pesadilla eterna. Ya no sufría físicamente, su cerebro, alcanzado el límite del dolor, había paralizado todo menos un grito mudo y recurrente, un eco desgarrador resultado de su llegada a la cumbre de la agonía en la que su mente permanecía desde que aquel hombre le robase la piel y la melena que la convirtieron en reina de belleza.

El león agonizaba en la sabana ardiente como el fuego, sintiendo como sus entrañas se disolvían a cada paso. La herida de la flecha maldita bullía de vida animal, intoxicando su sangre gota a gota. Dos días vagó sumido en una muerte en vida rebosante de dolor, recordándose como rey de su reserva, impresionante, admirado hasta por los hombres. Y cuando casi había apagado su luz, aquel hombre vino a cobrarse su premio, la cabeza y la piel que le hicieron famoso.

El hombre sonrió satisfecho, admirando los trofeos tan bellos y caros que decoraban su salón y se llevó una mano a la entrepierna.

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No imagino nada más terrorífico que agonizar durante horas, ni nada más cruel y estúpido que la bestia causante de tales dolores. Si puedes matar al poseedor de tanta profundidad en la mirada, puedes matar a cualquiera. Este es mi homenaje al león Cecil, el más famoso de la reserva de Hwange (Zimbabue), que no es para mí más importante que otro león, pero que espero que se convierta en símbolo de la atrocidad del hombre. Recordad, no hay límite para el cazador.

*No sé quién es el autor de la foto, si alguien lo sabe que me lo comunique y lo pondré.
#Cecil #LeonCecil #Hwange #Zimbabue
*Microterror en 200 palabras para el Círculo de Escritores

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domingo, 28 de junio de 2015

La mujer del cuadro


A veces hablo con la mujer del cuadro. Me mira fijamente con sus ojos de óleo y una mueca traviesa en la boca y me dice que quizás en otra vida, yo era ella. Le sonrío con la misma media sonrisa de dientes algo grandes que guardan sus labios y ella agita su melena, que es como la mía, mientras luce impúdica su desnudez de mármol, sus pechos consistentes y la languidez perezosa de su cuerpo. 

El rostro de la mujer del cuadro es dulce y pensativo y parece guardar, indolente, un leve toque de lascivia, como si recién despierta de un sueño ardiente, culpable de enrojecer sus mejillas en una siesta de verano, esperase, en una relajación eterna, a un amante dispuesto a enredarse en sus cabellos salvajes de sirena. 

De repente, caigo en la cuenta de que yo sé mejor que nadie cómo es ese mismo rostro cuando lo enmarca su pelo dorado sin mojar, trenzado o adornado de flores en lugar de anémonas y sé exactamente lo que siente cuando nada desnuda y rodeada de peces en su mar de lienzo. También conozco bien el cosquilleo que recorre su piel cuando los ojos intensos del pintor transforman su cuerpo en arte y su alma en alma de mujer pez, lujuriosa y resbaladiza. Es entonces cuando pienso que tiene razón cuando me dice que quizás en este tiempo que ahora transcurre, ella soy yo.

*La imagen es un detalle de "Serpientes Acuáticas II" de Gustav Klimt, pintado entre 1904 y 1907.
#Klimt #GustavKlimt #SerpientesAcuáticas 

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miércoles, 10 de junio de 2015

Cocinando sueños

Como agua para chocolate

El olor del pan de pasas y nueces en el horno y el de la leche caliente con azúcar y canela que hervía en un cazo al fuego, eran tan intensos, espesos y deliciosos que al despertar aún los tenía impregnados en las trenzas de su pelo.
Cocinó su sueño con ingredientes dulces, con ralladuras de naranja y limón, con cacao, vainilla, harina y miel, con levadura, manzanas y mantequilla, con sonrisas, amor y deseos.
Y allí estaba él, con hambre del único bollo que ella no podía hacer, pues había olvidado la receta, la más simple, la que cualquier principiante podría elaborar.
Se levantó con unas intensas ganas de cocinar y la memoria restaurada, e invadida aún de duermevela, cogió el teléfono que sonaba insistente. Desde el otro lado del mundo, la voz grave de él le pareció una caricia.
─ ¿Sabes una cosa? he soñado que tenía ganas de comer...
Y antes de que pudiera decirlo, ella terminó la frase por él.

* La imagen pertenece a la película "Como agua para chocolate" de Afonso Arau, basada en un libro de Laura Esquivel, es uno de esos casos extraños en los que la película no desmerece al libro. Yo los adoro a ambos y os los recomiendo si queréis entender la preciosa relación que puede existir entre el amor y la cocina. Mientras daba forma a este pequeño relato, después de soñarlo, digerirlo y pensarlo, se me empezó a llenar la cabeza de imágenes de la maravillosa, sensual y bellísima historia de Tita y Pedro, por eso no habría tenido sentido ilustrarlo de otra forma.
#ComoAguaParaChocolata #AlfonsoArau

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miércoles, 3 de junio de 2015

Anoche me bebí a cucharadas la luz de la Luna

Planeta Terror y la lluvia de asteroides. Foto Mar Goizueta https://flic.kr/p/ttWJQK
Foto: Planeta Terror y la lluvia de asteroides

Anoche la Luna llena estaba tan salvaje que no me dejaba dormir y tuve que beberme a cucharadas la luz que derramaba por mi ventana. Desde su lugar entre mundos, los pájaros negros de la noche cantaban siniestros ecos que no eran reflejo de ningún sonido conocido. Por eso no conseguí seguir su rastro y comerme su negrura para contrastar la luz que emanaba de mi piel.

Anoche mi cabeza albergaba galaxias, laberintos y mil historias hechas con retazos de desvaríos.

Anoche, por no comerte a ti, me bebí la Luna

Hoy Selene está algo más oscura y yo siento ríos de luz recorriendo mis venas, aunque nadie pueda verlos detrás de mi vestido de noche nueva.

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martes, 19 de mayo de 2015

How terrible it is to love something that death can touch (Frío)

how terrible it is to love something that death can touch

“Si nunca has besado a un muerto, no sabes lo que es el verdadero frío”, pensó al darle el último beso en aquel frigorífico con olor espeso a flores y formol. No le reconoció sin calor, sin voz, sin deseo en la mirada.

La noche llegó, fría y solitaria como nunca. Durmió entre lágrimas hasta sentir un peso conocido en la cama, tanteó con la mano y encontró al frío hecho hombre.

─Cuando eres frío, dejas de sentirlo ─dijo acariciándole el rostro─ .Yo siempre seré frío para ti, a menos que seas como yo.

─Entonces, dame tu frío ─imploró ella.


*Microrrelato creado para el "concurso de microcuentos Microterror II" de El Círculo de Escritores. A veces, no puedo evitar cierta vena gótica. 
*La foto, tremendamente evocadora, la encontré por Internet. No creo que se pueda poner algo más bonito en una lápida que esta frase: how terrible it is to love something that death can touch . Siento no poder dar más información, pero no he conseguido saber más. Si alguien conoce al autor, que me lo diga.

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viernes, 15 de mayo de 2015

No traiciones a un monstruo


Se deslizó suavemente dentro del sueño del hombre, perdiendo consistencia al atravesar la barrera. "Qué pena", dijo, agarrándole los testículos con fuerza. "Te mostré la pasión de los monstruos, deseché premoniciones confiando en que tu libre albedrío me fuese favorable y lo estropeaste ansiando amores mediocres". Con la otra mano, arrancó su corazón y lo mordió como a una manzana roja. Él se retorció en la cama. Acercó la boca a sus genitales. El aullido traspasó mundos. Despertó mirando su entrepierna intacta. Ella observaba con mirada de gata y un hilillo de sangre decorando la comisura de su sonrisa desquiciada.

*Microrrelato creado para el "concurso de microcuentos Microterror II" de El Círculo de Escritores. De vez en cuando, es divertido imaginar con pautas, es algo así como hacer un pasatiempo.

*Segundo puesto en el concurso. Feliz.






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domingo, 22 de marzo de 2015

Inhumanidad, lluvia y pájaros en vuelo rasante


Desde esta altura venzo a la valla que se empeña en ocultarme las montañas y el bosque de pinos prodigiosos del otro lado, que concentra una representación de todos los pájaros del mundo. Observo en silencio, sin moverme, mimetizada con el aire y la lluvia suave que a ratos rebota en las hojas, formando gotas gruesas que hacen un sonido hueco al caer. Un pájaro grande y negro roza mi pelo en vuelo rasante, tan cerca de mi oreja que puedo escuchar el frufrú del roce de las plumas de sus alas al volar. En esos momentos ya no soy humana y la Naturaleza, acostumbrada a desconfiar de los hombres, no me teme. Dejo que la inhumanidad me posea un rato más, disfrutándola. El tiempo pasa y la lluvia se queda atrapada en mi pelo salvaje mientras mi yo animal olfatea la tierra mojada y el aire frío con los oídos alerta y los ojos llenos de libertad.


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domingo, 15 de marzo de 2015

Canicas



CANICAS 
(Microcuento)

El niño miraba cómo al otro lado del cristal un niño jugaba con una canica. La acercaba a su cara y la observaba, deleitándose, disfrutando de su pequeño tesoro. De pronto, sonó la voz de su madre llamándole para ir a merendar. El niño dejó de mirar la canica y se la metió en el bolsillo. En infinitos mundos, cada vez más diminutos, infinitos niños guardaron su canica de cristal en el bolsillo.

De pequeña sentía verdadera fascinación por las canicas. Estaba convencida de que albergaban mundos diminutos en su interior, como si fuesen pequeños planetas de cristal con la vida por dentro. Me gustaban todas: las pequeñitas y las grandes, las de cristal con colores en su centro, tan en tres dimensiones vistos desde el otro lado del cristal que no entendía cómo podían fabricarlas, las opacas, que eran como pequeñas piedras pulidas y resbaladizas, las gigantes,  tan llamativas, y, sobre todo, recuerdo mi preferida, de un negro casi metálico, con pequeños puntitos plateados. Era como el cielo por la noche, como tener el espacio entero plagado de galaxias en la palma de mi mano. Aún me gustan y confieso tener algunas. Siento auténtico amor por las bolas de cristal, por todas, incluidas las de nieve, pero mis preferidas son las compactas, esas que tienen una base plana y son como cúpulas de cristal con colores por dentro. Sigo mirándolas con atención, convencida de que un día veré moverse a sus habitantes. Por suerte, nunca perdí mi imaginación de niña.

viernes, 27 de febrero de 2015

Disparos verdes


A veces, me palpo los huesos para recordar que por dentro sólo soy un esqueleto más, que esta vida que disfraza mi muerte es únicamente un vestido sin lentejuelas esperando ser arrancado por un amante descontrolado dueño de una guadaña afilada.

Nunca me cicatrizan bien las heridas de la incomprensión, ni las que hacen las mentiras o las que me hago a mí misma al disimular lo que sé, quizás porque no puedo evitar arrancarme las costras, que imagino hechas de veneno supurante, sangre seca y desamor, para no verlas.

Un árbol me apunta con sus ramas nuevas. Le miro sin moverme, esperando, y me dispara balas de yemas primaverales que estallan en hojas recién nacidas. Caigo al suelo con el corazón reventado, herida de recuerdos, manchado el pecho de fragmentos pegajosos de verde nuevo.

Por un momento, siento un miedo infinito a que se vaya el frío con sus vapores de anestesia y a que el corazón se cure.

El árbol estira sus ramas y rebusca en mi pecho, entremezcla su savia nueva con mi sangre antigua y noto una tibieza que no quiero sentir. Le grito que me deje morir, y él, ajeno a mis súplicas, clava sus ramas más profundamente, hasta que se convierten en raíces con la humedad de mi cuerpo.

Nadie vio nunca antes un corazón verde latir, pero late, y mis heridas, cerradas, se confunden con mi piel y no se notan.

Ahora creo en la primavera como un nuevo principio.

Tal vez, sólo hay que morir para renacer de nuevo.

(Textos guardados en los bolsillos del tiempo)

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sábado, 21 de febrero de 2015

El baile del viento

Senda 3, libro de lectura. Santillana

Salgo a gritarle al viento lupino y feroz que no sople sobre mi hogar su aliento destructor. Él se enamora de mi pelo y juega a darle vida, a moldearlo simulando sus ondas mientras yo intento fotografiar la distorsión producida por su fuerza en la superficie del agua, el baile sinuoso, continuo y por momentos violento que su música provoca en el alma danzarina de los pinos. Ahí vive la Poesía, hermosa y descarnada como la propia Naturaleza.

Foto: "Pandora y los niños". Senda 3. Santillana (Uno de mis tesoros favoritos)


jueves, 12 de febrero de 2015

Diario de una esquimal en tierras extrañas. La Pesca

Corazón congelado. Foto Mar Goizueta

Diario de una esquimal en tierras extrañas: La Pesca.
Hoy hemos hecho agujeros en el hielo de la piscina para pescar. Olvidamos los anzuelos y que la pesca depende de la existencia de fauna acuática. Sin embargo, el esfuerzo no ha sido en vano porque entre las planchas de hielo encontré mi corazón. Lo he descongelado con el calor de mi pecho y me lo he comido crudo. Mientras tragaba me pareció notar una leve palpitación. Tal vez ahora vuelva a ser humana.

La música hoy la ponen José González y su "Heartbeats", delicada y bella como el hielo, rotunda como un zarpazo en el corazón

...Ten days of perfect hues
The colors red and blue 
We had a promise paid 
We were in love 
...
And you, you knew the hand of the devil And you,
kept us awake with wolves' teeth
Sharing different heartbeats
In one night...


viernes, 9 de enero de 2015

El miedo viaja por carreteras secundarias


      ¿Queréis saber qué es el miedo? Yo os lo voy a explicar. El miedo es una sensación de angustia densa, un retorcerse el estómago, una presión perversa en un punto exacto del pecho que nos hace enloquecer. Es un erizarse la piel, un secarse la garganta y un aguzar el oído. Es un latido desbocado del corazón y un querer salir corriendo sin saber en qué dirección hacerlo. Es el caos en la mente y la tensión en los músculos. Es un estado sublimado de atención.

      Yo no podía imaginarlo, pero mi miedo me esperaba en medio de una noche oscura sin luna en una carretera secundaria que no parecía ir a ninguna parte, e hizo su aparición, por sorpresa, en el momento justo en que se pinchó una rueda de mi coche y tuve que detener el motor. Fue una repentina y muy perturbadora sensación que nació como un soplo helado y creció hasta el infinito al bajar del coche para comprobar los daños. Entonces empecé a sentirme perdida, desolada.

      Logré calmarme un poco y empecé a escuchar el ruido de animales grandes hozando cerca de las cunetas de la carretera. Era un sonido conocido y salvaje que no conseguía ocultar la música que componían el susurro del viento helado de invierno en las hojas de los chopos y el siseo, como de serpiente, de la corriente del río que bordeaba esos mismos árboles, una canción llena de belleza que habría disfrutado de no tener tantas cosas por las que preocuparme.

     Al pensar en mi situación, surgió otro miedo más, el de esperar en aquella noche hermosa, cerrada y llena de misterio, la más que probable llegada de la Guardia Civil, con sus potentes focos de luz capaces de volver la noche día.

     Llamé al seguro y un nuevo miedo se unió a la fiesta de mi desazón al comprobar que el empleado de la grúa que vino a arreglar el pinchazo era un gigante de dos metros de altura armado con una inmensa llave para desmontar ruedas. Y yo, tan cerca de aquel hombre enorme, apenas podía respirar de pura inquietud.

     Observé, sobrecogida, como, sin preguntar, sacaba una linterna y abría el maletero para buscar la rueda de repuesto. Fue cuando se apoderó de mí el terror más intenso, un pánico que sentí como un golpe que duró un segundo infinito concentrado en apenas el tiempo de un parpadeo, en el que vi a cámara lenta como abría el portón e iluminaba el interior. El mundo no volvió a moverse a velocidad normal hasta que pude comprobar, con alivio, que no había goteado fuera de la bolsa de basura, cuidadosamente cerrada, la sangre del cazador que tuve que matar esa misma mañana en el campo, harta de sus bravuconadas de asesino de animales, el mismo que yacía en la cuneta a la que no me quedó más remedio que arrojarlo cuando tuve que parar el coche, y que con su olor a carne fresca estaba atrayendo a las alimañas del bosque, que escuchaba acercarse ávidas, ansiosas de comerse mi cena en una preciosa jugada circular del destino.

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miércoles, 7 de enero de 2015

El Sapo incorrupto

Os juro que sé donde vive el sapo incorrupto, justo al lado de donde se puede ver bailar a las hadas si se sabe mirar, entre setas y pinos y cerca de un arroyo intermitente. No os diré el lugar exacto para que nadie perturbe su muerte/vida eterna, pero está allí, contemplando el mundo, tan repleto de sabiduría que podría explotar.


EL SAPO INCORRUPTO

      En los cuentos de princesas siempre hay sapos. Los escritores los disfrazan de ranas con trajes de palabras porque tienen fama de feos y nadie se cree que los vayan a querer besar, pero son sapos. Y las princesas son humanas. Por eso, cuando averiguan las virtudes alucinógenas de los sapos, sacan sus lenguas y los lamen con voracidad. Casi nadie lo sabe, pero las ranas son demasiado inquietas para llevar corona, por eso no pueden reinar. Me lo contó un sapo que había ido a morir en el Claro de las Hadas, allí donde la corrupción no existe. Por ese motivo, se mantenía en el último instante de su tiempo, con una pata en la vida y otra en la muerte, con la consciencia plena en ambos lugares, vivo mientras no se moviese de aquel lugar, muerto en todo momento. Las hadas, eternamente asombradas por el hecho de su semivida, le dejan estar en su lugar de magia, pues a nadie puede ir a contar sus secretos y, además, a cambio de su estancia, él puede narrarles cosas de ese mundo de los muertos que ellas desconocen, pues son tan longevas que ninguna sabe de alguna hermana hada que haya muerto.

      Yo llegué allí por casualidad, siguiendo el vuelo danzarín de las más jóvenes, distraídas en el encanto de disfrutar su recién estrenada capacidad de hacer acrobacias entre los árboles. No me vieron porque tengo la virtud de caminar casi sin pisar el suelo, con el silencio de los grandes felinos inexistentes en ese bosque, por ese motivo no podían imaginar que hubiese un ser que pudiera descubrirlas burlando sus afinados sentidos. El sapo me confió el secreto de su eterno vivir sin el temor de que yo quisiera seguir su ejemplo. Doblemente sabio, estaba seguro de que para el alma libre de un felino vivir por toda la eternidad en un diminuto claro de hadas sería más condena que premio.

      Descubrí su peculiaridad porque estaba tan inmóvil, pero tan lozano y fresco al mismo tiempo que no podía entender que estuviese ni vivo ni muerto y, ante mi insistencia en tocarle para comprobar su integridad, comenzó a cambiar frenéticamente de colores y estados. Tan pronto me miraba desde un abismo insondable como estaba a mi lado, tan cerca que podía acariciar su piel. A ratos era verdoso y natural y a veces se disolvía en colores imposibles. Por momentos parecía hecho de aire y al segundo siguiente era mercurio deshaciéndose en gotas que se juntaban para volver a ser un sapo común. No sé cuánto duró, sólo que fue suficiente para empezar a dudar de mi cordura. Entonces, tan de repente como se había iniciado aquel espectáculo maravilloso, todo paró y empezó a hablar. Ese fue el principio de nuestra amistad.


Como banda sonora "Kiss that frog" de Peter Gabriel

lunes, 8 de diciembre de 2014

La Bella Eterna. 150 Microrrelatos de Terror. Homenaje a Edgar Allan Poe


Mi cuentecito "La bella eterna" participó en el III Concurso de Terror ArtGerust. Homenaje a Edgar Allan Poe y al ser uno de los finalistas ahora forma parte de la antología 150 Microrrelatos de Terror. Homenaje a Edgar Allan Poe. Participé por dos motivos, el primero que se trataba de un homenaje a Poe y el segundo que medir el número de palabras para no pasar de 160 se me figuraba un desafío apetecible. Ahora me alegro de haberlo hecho, me parece bonita la idea de que forme parte de un libro. Aquí lo tenéis:

"Annabe Lee", Visions of Poe. Simon Marsden

LA BELLA ETERNA

Con viento del Norte y el cielo llorando pequeñas gotas heladas, la enterraron el aquel cementerio junto al mar, dejando incompleto su amor fraguado con inocencia y sabor a salitre en los besos. Allí la dejó, en la más profunda soledad, con su estatua sobre la tumba enamorando a las figuras de los mismos ángeles. Tres noches después, tres golpes sonaron en el cristal de la ventana del último piso de su mansión. Titubeó aterrado antes de darse la vuelta y mirar, pero lo hizo y vio un cuervo picoteando la ventana. Abrió para espantarlo y en lugar de irse, el cuervo entró. Detrás venía ella, pálida, bella y despeinada, pidiendo permiso para entrar. Entró. El cuervo, posado en el busto que decoraba su cuarto, observó como corrían la sangre y el amor y se alegró de haberle devuelto su espíritu cuando se lo pidió, aunque fuese así. Ella nunca jamás volvió a estar sola. Él tampoco.


*El libro 150 Microrrelatos de Terror está a la venta en este enlace: http://www.artgerust.com/libro/150-microrrelatos-terror-poe/4560

*La imagen que he puesto para ilustrar el relato es una fotografía del libro Visions of Poe de Simon Marsden, uno de los libros más queridos por mi de mi bliblioteca. Es este:  http://www.simonmarsden.co.uk/books-VisionsofPoe-Cover.htm

martes, 4 de noviembre de 2014

La decisión del Cuervo

   
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
Eric Lacombe OIZ019 / 30 x 40 cm / Acrylic on paper / April 2014
¡Eran más negras que las alas del cuervo de la tempestad!
                                                 ("Ligeia", Edgar Allan Poe)

        A veces, la Luna se disfraza de nube y las nubes se disfrazan de metal para reflejar un sol a punto de fallecer. Entonces, los pájaros cambian de canto en honor de los muertos y rompen un delirante silencio sin sentido capaz de invadir todos los rincones y desquiciar al más cuerdo. Los minutos aceleran su paso y en el preciso instante en que se juntan el día y la noche el Cuervo toma su decisión. En ese momento, el mundo de algunos cambia para siempre. Los gatos observan todo el proceso con la mirada de cristal de quien ve más allá, entienden y asienten con un leve movimiento de cabeza. Para el resto de los seres nada de esto existe y permanecen ajenos al transcurrir de ese tiempo diferente mientras a lo lejos suena un disparo.

*La ilustración es obra de un artista al que yo adoro, Eric Lacombe, estoy muy feliz de que me la haya prestado para decorar mi relato. Podéis seguir su maravilloso trabajo en su web o en su Página de Facebook

#Lacombe #EdgarAllanPoe #EricLacombe #ElCuervo #Poe

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